¿Cuántas veces haz llegado a una boda y ves a varias personas solteras, pero más mujeres que hombres? Yo he visto muchas. Tal vez, no todos se dan cuenta de esto, porque se encuentran con su pareja. Solo llegan a saberlo las personas que observan sentadas, o sea, las solteras.
Si están pensando que yo soy la observadora, entonces, están en lo correcto. Yo soy la soltera que siempre ves en las bodas u fiestas, triste ¿no? No tengan absoluta pena ni lástima por mí, porque soy feliz yendo sin pareja a las fiestas. No, nadie me rompió el corazón. Solamente me gusta mi libertad de soltera, y disfruto estar con mi amiga Emma.
Hoy es uno de esos días, donde me encuentras sentada observando. Me gusta, ya que hace unos días fui a una fiesta donde pude observar que un hombre ya grande de edad junto con su esposa se acariciaba, decían palabras hermosas, fue muy gratificante y conmovedor ver ese tipo de escenas en mi vida. Pocas personas llegan a cierta edad, y siguen amándose como si fuera la primera vez.
—¿No vas a bailar? —Me pregunta mi hermana, que a veces llega a sentir lástima por mí.
—No, gracias. —Le sonrío. —Me quedaré aquí, observando como siempre. —Cree que nunca voy a tener novio. Ya antes me había preguntado si era lesbiana, claramente, le dije que no.
—Sabes, podemos bailar nosotras dos. Jamie, puede quedarse mirando. Solo nosotras dos ¿Qué dices? —está siendo una hermana genial. Puesto que mis padres la dejaron a cargo, ellos deberían estar aquí en la boda de unos de sus empleados, pero siempre están viajando. Nosotras venimos a representarlos, como hacemos todas las veces.
—Te agradezco que quieras hacer que me divierta, pero ve a bailar con Jamie. —Le guiño a Jamie para que me ayude con ella y se vayan a bailar de una buena vez. Generalmente, me llevo muy bien con él, como si él fuera un hermano más. De otra forma no le hubiera guiñado el ojo.
Jamie se levanta de su silla, la toma de la mano, y se la lleva a la pista donde casi todos están bailando. A excepción de unos cuantos solterones y señores mayores.
Observo atentamente a mis alrededores como suelo hacer. Mi hermana me llama "Becky la Obsdefi" que es un diminutivo de Becky la observadora de fiestas.
En la mesa estoy con una pareja de edad mayor que no tienen ánimos de bailar ni lo tendrán. Hablan sobre sus nietos y a que universidad los enviarán sus padres. Alejo mi oído de esa conversación y me centro en una mesa al fondo, donde hay una pareja discutiendo. Piensa que nadie los ve puesto que todos bailan, pero no se percataron de mí. Sonrío para mis adentros. No logro escuchar lo que hablan, pero puedo leer los labios de la chica. Le reclama sobre algo de mirarles el trasero a otras chicas en la fiesta, a lo que él responde que solo miraba sus zapatillas y así poder comprarle unas a ella. Alejo la mirada de allí y miro a mi hermana bailando sensualmente con su novio. Tiene las manos muy debajo de la cadera de Jamie mientras él le susurra algo al oído, ella se sonroja y esa es una señal de apartar la vista de ellos.
Cambian de música y es donde los recién casados entran a la pista. La pareja es joven, son hijos de los empleados de la tienda de comestibles de mi padre. La familia Palermo, es muy querida por ellos. Casualmente mi padre es un hombre muy generoso y humilde, a pesar de tener varias tiendas en el pueblo. Tiene amistad con todos sus empleados y los trata como de la familia. Algo que me gusta mucho de él, es que dona dinero a las fundaciones de niños con cáncer, y cuando es navidad regala cobijas y comida a las personas de la calle. Su único defecto, es que viaja mucho con mi madre y casi no se encuentra en casa con nosotras.
Mi hermana se hace responsable de mí, ya que es la mayor. Se encarga también de administrar las tiendas de la familia. Mi padre dice que ella heredará el cargo de todas las tiendas comestibles del pueblo y será querida como también lo es él. A Angie no le desagrada la idea, siempre ha querido manejar el negocio familiar y ser como mi padre.
—¿Quieres bailar? —un hombre de unos 55 años, tiene extendida su mano hacia mí invitando a que la tome, cosa que no haré. Es demasiado viejo para mí, y aparenta ser de esos hombres asquerosos que le gusta divertirse con chicas como yo de 18 años, mientras su esposa está en casa con sus dos hijos y un recién nacido. Pobre mujer.
—No, gracias. —le digo. Hace una mueca y se va. Gracias a Dios. A veces me tomaba más tiempo de lo normal desechar a un hombre como él.
Mi hermana me dice que nunca voy a encontrar un novio, si nunca les doy la oportunidad de acercase a mí. Pero estoy bien conmigo misma. He rechazado invitaciones de algunos chicos guapos y de buena familia, porque no siento nada cuando estoy cerca de ellos. Recuerdo mi primera cita con Mark Becker, tenía 16 años cuando me invitó a salir. Admito que estaba nerviosa y no dejaban de sudarme las manos, entonces cuando íbamos a besarnos no sentí nada. Me refiero a que no volaron mariposas ni dio volteretas mi estómago, ni se me flaquearon las piernas. Así que le dije a él que me volviera a besar y lo hizo. Pero no volví a sentir nada.
Salimos un par de veces y yo no sentía nada. Mark, era un niño de mi edad, con ojos azules que llevaba lentes y su cabello era pelirrojo, tenía pecas en las mejillas que lo hacían ver adorable. Pero ni su sonrisa encantadora me flechó, así que terminé con él, después de tres semanas de novios. Cuando él se fue del pueblo, creí que lo había hecho por mí, ya que le había roto el corazón. Él si estaba enamorado de mí. Pero se había ido, porque se iba a vivir con su padre a california. Sus padres estaban divorciados.
Tuve un par de citas que tampoco me hicieron sentir mariposas en el estómago, así que de igual forma los deseché. No sé nada del amor, pero creo que cuando sientes que alguien te mueve cosas en el interior y haces que tu respiración sea inestable con tan solo verlo, es cuando piensas que es el correcto. Y nada de eso sentí con mis citas, así que no perdería el tiempo ni lastimaría a las personas, si sabía que no funcionaría. Así de simple.
Y desde entonces, no he salido con nadie. Ya que mis expectativas son muy altas y ningún chico de mi pueblo las alcanzaría.
Mayormente las chicas que leemos libros donde nos dan una historia de amor casi perfecta, nos hace vulnerable con el chico que describen en sus libros. Nuestras expectativas están por los cielos, pero tampoco hay que tener una expectativa tan grande. Nos hemos enamorados de los personajes, llorado y sufrido con ellos. Cada vez que leemos nos identificamos con una parte de ello.
Lamentablemente siempre me enamoro de los chicos literarios y no soy la única. Mi mejor amiga, Emma, también cae rendida a los pies de ellos. La última vez que hablamos, me dijo que su lista de personajes literarios se había alargado. Ella normalmente escribe en un librito los nombres de los chicos que le roban el corazón.
—Acabo de anexar a: Patch Cipriano, Travis Maddox, Augutus Waters, Dankmar Walker, Peter Kavinsky, Raffe, y por último Christian Grey —sus ojos brillaron con dos estrellas de la emoción. —Ayer terminé el último libro...y ¡Quiero casarme con él! Es perfecto y tan sexy a su manera. No sabes cuánto deseo que me tenga en su cama y ser su sumisa. —dijo con voz soñadora. Yo era igual que ella, cuando hablaba de los personajes literarios. Era una euforia que se experimentaba, que nadie me podía parar, cuando hablaba de ellos.
—Te entiendo amiga. Yo estoy igual que tú, Christian es tan...a su manera, que te enciende la llama del deseo —cada vez que hablaba de Grey era...no hay palabras para describirlo. Había cambiado mi cuenta de correo con su apellido, me hacía sentir como de su propiedad. Como si realmente él fuera mío y yo suya.
—Quisiera que uno como él sea el primero. —Se mordió el labio inferior. Tanto ella como yo, éramos vírgenes, porque queríamos esperar a la persona correcta, que nos hiciera sentir esas sensaciones que a veces leíamos en los libros. —Los hombres deberían de aprender de él. Para ser un dios en la cama, —decía.
—Tienes razón. Deberían leer el libro los hombres, para que aprendan del Amo —nos miramos y reímos juntas.
Naturalmente casi siempre soñaba despierta. Me imaginaba a Patch encontrándomelo en persona, o que asistiera a la misma universidad que iba. Pero todo era un sueño que nunca se cumpliría, Patch no llegaría, ni entrevistaría algún día a Grey ni sería su sumisa (cosa que no quería). No me gustaba nada el sadomasoquismo, solo quería una relación de flores y corazones. Como él diría. Los chicos de la vida real, no se comparaban con los chicos literarios.
Todo era demasiado lejos y a la vez demasiado cerca. Y había perdido las esperanzas, de que alguna vez encontrara a mi otra mitad y me enamorara.
NOTA AUTORA: ¡Hemos regresado con una mejor versión de Randy!
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Randy (Trilogía La Apuesta I)
Roman d'amourBecky junto con su hermana mayor han representado a sus padres en las fiestas que a estos invitan, que por cierto, son demasiadas. Ella tuvo un novio a los 16, y de ahí, no ha vuelto a tener otro. A sus 18 años, vive encerrada en su propio mundo de...