Todo había salido bien. La cena estuvo rica a pesar de que era la primera vez que cocinábamos ese platillo, me imagino que fue suerte de principiante. Al parecer no éramos tan malas cocineras mi hermana y yo.
A Randy le había gustado todo y solo se desilusionó de que no habíamos terminado de hacer el postre. Mi hermana y él hablaron mucho sobre los tiempos en los que él y su familia venían a visitarnos. Yo quedaba un poco fuera de esa conversación, porque no recordaba mucho. Supimos que los cuatro nos llevábamos muy bien.
Mi hermana me recordó que un día, yo había hecho berrinche con Randy porque él no quería ser mi príncipe, así que cuando me vio llorando tuvo que rendirse. Al contarme esto me sonrojé demasiado, era un poco vergonzoso saber que había hecho berrinche para obligar a Randy ser mi príncipe, él solo se ríe cuando ve mis mejillas, así que no me quedó más remedio que pedirle disculpas, ya que no fue la primera vez. También hubo otras veces que lo obligué a que se disfrazara de cosas vergonzosas; zanahoria, piña, payaso, y la lista era larga. Tenía algo con los disfraces de frutas.
Y ahí no terminó todo. Angie tocó el tema de su hermano, lo cual desató un momento incómodo. Lo bueno que mi hermana se dio cuenta cuando él no respondió y cambió de tema. La noche terminó bien. Y estábamos muy cansadas para limpiar toda la cocina, así que lo dejamos para el día siguiente.
Cuando revisé mi celular, pude ver que estaba apagado. Así que lo puse a cargar, cuando fue tiempo suficiente lo desconecté. Habían llamadas y mensajes de Emma en donde me preguntaba cómo me había ido y como me encontraba. Pude darme cuenta que varios de los mensajes eran de anoche, y otros de hoy.
Marqué el número de ella. Al segundo timbre contestó.
—¿Becky? gracias adiós que eres tú. Lo siento por dejarte sola en el bar, anoche. Espero que me perdones.
—No te preocupes. Llegué bien a casa, —Omitiría sobre dormir en la cama de Randy. —¿Cómo estás? ¿Arreglaste las cosas con Mael? —pregunté curiosa.
—Se enojó mucho que estuviera bailando con Fredy. Peleamos un poco, pero...
—Pero ¿qué?
—Estuvimos a punto de terminar.
—Pero si solo estabas bailando, y no estabas solas. Éramos los tres.
—Si lo sé. Pero se dio cuenta que bebí —su voz era triste. —Dijo que no debería beber, porque me estaba poniendo en peligro y que solo bebería cuando estuviera con él. —En ese aspecto parecía a lo mismo que me dijo Randy ésta mañana. —Y no solo eso...también lo insulté diciéndole que no me importaba lo que me permitiera y lo que no. Y eso le enojó más.
—Emma, él no puede prohibirte hacer cosas. Somos mayores de edad, y él también bebe con sus amigos y tú no le prohíbes hacer cosas ¿o sí?
—No.
—¿Entonces? Mira, dile que sabes que se preocupó por ti y que solo te estabas divirtiendo como siempre hacemos. Además, no eres del tipo de chica que bebe hasta más no poder y se enrolla con un desconocido. Fredy estaba ahí con nosotras y ninguno de los dos iba a permitir que alguien te faltara el respeto. Para eso somos los amigos —traté de tranquilizarla con mis consejos, esperaba y le funcionara. Un largo silencio invadió las dos líneas. Puse los pies encima de la cabecera de la cama, para sentirme más cómoda, mientras hablaba con mi amiga.
—Lo sé. Se lo diré, espero y quiera contestar mis llamadas. Desde anoche que me dejó en mi casa, no me las ha devuelto. —Escuché un sollozo provenir del otro lado de la línea. Me dolía mucho saber que mi amiga estaba sufriendo por un hombre, eso era lo que me molestaba más. Odiaba que una mujer llorara por un hombre, y también tenía miedo de que Randy me hiciera sufrir, pero creo que era inevitable cuando alguien te gustaba. —Becky...
—¿Sí? —pregunté. Estaba segura que, si Mael no le devolvía las llamadas para hoy, yo iría a hablar con él y lo obligaría a que lo hiciera. Era un puto cabrón por hacerle esto a mi amiga. Entendía que se pusiera celoso por bailar con Fredy de esa forma, y que se molestara porque Emma haya bebido, pero de ahí a prohibirle hacer cosas y que no le devolviera las llamadas, era demasiado. Se comportaba como un adolescente.
—Lo amo —dijo sollozando. —Y no lo quiero perder. Es la primera persona que realmente llego amar más que a mi vida.
—Emma, no digas eso.
—Es la verdad, Becky. Lo amo y daría todo por él, aunque él no quisiera saber nada más de mí. —Sentí que mi corazón se apachurraba por sus palabras. Tenía tanto miedo de perderlo que haría cualquier cosa por Mael, que no le importaba que él no la amara.
—Espero y todo este mal momento pase, Emma. Solo quiero verte feliz, pero no acosta de que otras personas te traten mal, eso nunca. —Soné más alterada de lo que quise aparentar. —Emma, prométeme algo.
—¿Qué cosa? —su voz se escuchaba mejor, ya había dejado de sollozar.
—Prométeme que nunca te rebajarás por un chico. Aun así, lo ames más que a tu vida, dime que no lo harás. Toda persona tiene sus límites en el amor. Prométemelo.
—Becky, lo que me estas pidiendo es algo que no sé si pueda cumplir. —¿Realmente hablaba con la Emma de antes? —Cuando estás enamorada, haces estupideces de las cuales, uno no tiene uso de razón cuando las ejerces. Llegas amar a una persona tanto, qué harías lo que fuera por ella. Dejarías todo y no te importa si te humillan o te avergüenzan, pero haces todo eso en nombre del amor. Y cuando vienes a darte cuenta del error que cometiste, ya es demasiado tarde.
—Eso es pura mierda, y lo sabes. —Comenzaba a frustrarme esta conversación. Realmente no dejaría que me humillaran por personas que decían amarme. Porque si alguien me amara, no me haría eso.
—Tal vez lo sea, tal vez no. Pero solo llegaremos averiguarlo si realmente amamos a una persona con todo nuestro ser.
—Pero...—me interrumpió.
—Mira, estoy cansada ¿hablamos luego? —solté un suspiro frustrado.
—Está bien, adiós.
—Buenas noches. —Colgó.
Si Emma realmente amaba a Mael y haría todo por él. ¿Acaso él haría lo mismo por ella? Esa era la pregunta más importante en una relación.
Sabía que una persona daba y amaba, más que la otra persona. Y si tú eras la persona que daba más y recibías menos, estabas en un gran problema.
El sonido de mi celular me sacó de mis pensamientos. Era un mensaje de Randy.
Gracias por la cena. Estuvo realmente deliciosa. Me hiciste sentir en casa.
Sonreí ante el mensaje. Le respondí:
Por nada, cuando quieras puedes venir a cenar a mi casa. Sabes que eres bien recibido.
Respondió:
No debiste decirme eso, ahora nadie podrá sacarme de ahí todas las noches ;)
Reí mientras escribía:
Eso lo quiero ver.
Entonces tendrás que hacer varios Brownies.
Haré una tonelada para ti solito :)
Mmm ya los quiero probar. Serán exquisitos.
¿Tanta fe tenía en mí de que cocinara bien? le daba puntos extras por ello. Nadie confiaría en mí al meterme en una cocina, pero él lo hacía hasta con los ojos vendados.
Gracias por todo. —Fue todo lo que pude escribirle.
Gracias a ti. Buenas noches. —respondió.
Buenas noches.
Dejé el celular en la mesita que estaba al lado de mi cama y me metí a bañar. Después me puse el pijama y me sequé el cabello para dormir. Cuando estuve acostada, no tardó mucho tiempo en que el cansancio me invadiera y cerrara los ojos.
Mañana, sería un día agotador.
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Randy (Trilogía La Apuesta I)
Roman d'amourBecky junto con su hermana mayor han representado a sus padres en las fiestas que a estos invitan, que por cierto, son demasiadas. Ella tuvo un novio a los 16, y de ahí, no ha vuelto a tener otro. A sus 18 años, vive encerrada en su propio mundo de...