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Al salir de la habitación no encontré a Randy. Así que bajé las escaleras, esta casa era realmente impresionante. Muy hermosa, pero no lo dejaba ver, porque estaba sucia y parecía años sin mantenimiento, una desgracia. ¿Qué hacía Randy viviendo en una casa como esta?

—¡Randy! —grité para que me escuchara.

Su cuerpo estuvo a la vista en cuanto pronuncié su nombre. Con una sonrisa se acercó a mí.

—Hola. —Me acercó a él y me dio un beso en la parte superior de mi cabeza. Me sorprendió ese gesto suyo, él no era muy cariñoso. Era un bipolar, hace un momento me gritaba y reprendía por lo tonta que fui al emborracharme, y ahora me daba besitos en la frente ¿No estaba en sus días? —¿Ya estás lista?

—¿Lista para qué? —pregunté confundida. Me tomó de la mano y me dirigió hacia la salida.

—Vamos a ir a desayunar. Es temprano y la cocina que tengo aquí, no funciona. —Me abrió la puerta para que saliera primero y luego salió él cerrando la puerta con llave.

—¿Es tu casa? —me moría de la curiosidad, si él vivía ahí.

—Si. Era la casa de mis padres, lleva mucho tiempo sin mantenimiento. —No me había dado cuenta «miren el sarcasmo ahí» Me tomó de la mano y me encaminó a la moto que tenía estacionada al frente. Me subí a ella y luego él hizo lo mismo.

No hice otra pregunta referente a su familia o a la casa.

—Eres difícil de entender. —Le dije llevándome una porción de huevos a la boca. Sus ojos grisáceos me miraron, eran tan cautivadores, que se me hacía difícil apartar la vista de ellos.

—¿Sí? ¿Por qué lo dices? —una comisura de sus labios se levantó en una leve sonrisa, mientras bebía un poco de su café. Se me hizo raro que tomara café, pero bueno, era otra cosa que no sabía de él.

—Primero me regañas y luego me llevas a desayunar.

—No habías desayunado, ¿querías que te enviara a casa sin desayunar? —Preguntó escéptico.

—No, pero te portaste muy frío y distante conmigo en la mañana. Y ahora estas muy receptivo. —dije. —Solo me extraña tu comportamiento —dejó de comer y se fijó en mí, posando nuevamente sus ojos penetrantes. Por sus ojos pasó tristeza, pero rápido se esfumó, que hasta me pregunté, si pudo ser mi imaginación.

—No te niego que me preocupaste anoche con tu estado. Y no creas que te iba a felicitar por aquello. Necesitabas que alguien te regañara y te hiciera ver las cosas de otra perspectiva, para no volver a ponerte en peligro de ese modo. —Su mirada se dulcificó. ¿Por qué se preocupaba por mí? No significaba nada para él ¿O sí? Sin que me diera cuenta, las palabras ya habían salido de mi boca.

—¿Por qué te importa lo que me pase? —desvió la mirada a su plato de huevos con tocino y comenzó a comer nuevamente. —¿Randy? —¿acaso no me respondería? ¿Tan difícil era responder esta pregunta? Un aleteo de esperanza se movió en mi estómago, pensando en que le importaba, pero se negaba a aceptarlo. Como yo trataba de hacerlo varias veces.

No aceptaba de poder estar atraída por él. Era tan frustrante saberlo, y que a él no le importara, porque no sentía lo mismo que yo. Pero al hacerle la pregunta, una pequeña esperanza nació dentro de mí.

—Eres la mejor amiga de la novia de mi amigo. Necesitaba ver que te encontraras bien, Emma, no me lo perdonaría. —Que excusa más tonta. No me miró cuando dijo esto. Mi corazón se desinfló con una espina que él había puesto ahí. Las esperanzas desaparecieron completamente.

Randy, no estaba hecho para el amor.

Y yo no podía arriesgarme a que me lastimaran. Llámenme cobarde, pero no estaba dispuesta a darle mi corazón completamente, para que él lo pisoteara con sus dudas y problemas que cargaba. Porque si me había dado cuenta de que él ocultaba algo, y que le dolía decírselo a alguien.

Randy (Trilogía La Apuesta I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora