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El sonido de unas alas moviéndose inundó el lugar donde me encontraba. Debía estar muerta para tener que ver a un ángel tan hermoso como él. Patch, estaba mirándome con una sonrisa en sus labios juguetonamente. Extendí mi mano, para poder alcanzarlo, pero de pronto, la voz de mi hermana llegó a mí. Y Patch, estaba desvaneciéndose. Frustrada tuve que volver.

—¿Becky? —la voz de Angie llegó a mi sueño ¿Por qué siempre lo hacía cuando recordaba uno de mis libros? —¿Becky? —volvió a repetir, su voz estaba diferente, parecía quebrada.

Volví a céntrame en el sueño que yo misma había creado al recordar el libro de Hush Hush.

—¿Becky? Despierta, por favor —escuché unos sollozos. ¿Qué estaba pasando? Tuve que dejar mi sueño de Patch para otro día. Algo andaba mal con mi hermana.

Intenté abrir los ojos lentamente para que la luz de la ventana no me lastimara como hacía siempre en las mañanas. Cuando logré hacerlo, lo primero que vi fue a mi hermana a mi lado con la cabeza baja, llorando. Fruncí el ceño y luego miré a mis alrededores. Esto no era mi habitación, al contrario, era algo lleno de cajas que parecían tener medicamentos con un olor a hospital. Odiaba los hospitales, intenté levantarme de donde estaba y un dolor de cabeza se extendió dentro de mí, haciendo que volviera a mi lugar. Angie se dio cuenta de mi movimiento y levantó la cabeza llena de lágrimas en los ojos.

—¿Angie? —pregunté asustada de por qué lloraba. —¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

—¡Becky! —se lanzó a mi cuello y me rodeo en un abrazo incómodo. ¿Qué le pasaba? —Despertaste. Me preocupé mucho por ti —me dio otra tanda de lloriqueos.

—¿Qué pasa? ¿Despertó? —Randy se apareció en la puerta de lo que parecía ser una ambulancia. ¿Qué rayos hacía dentro de una ambulancia?

—¿Randy? —pregunté no creyendo que me lo volviera a encontrar después de la boda. —¿Qué haces aquí? —su mirada estaba un poco preocupada, pero solo mantuvo una línea fina en sus labios. A su costado apareció Mael con cierta preocupación. ¿Alguien me podía explicar que sucedía aquí y por qué yo estaba en la camilla de una ambulancia?

—Becky, —suspiró Angie con cansancio, sus ojos estaban rojos. —El ladrón te golpeó la cabeza con el piso y te desmayaste.

Fruncí el ceño. Las imágenes llegaron unas tras otra sin parar. Unos ladrones habían entrado a la tienda mientras estábamos allí y cuando uno de ellos me vio mirándole golpeó mi cabeza con el piso. Después Randy le reclamó y no supe más.

—¿Están todos bien? —pregunté al recordar todo. —¿Nadie salió herido? —esperaba que ningún empleado o de las personas estuviera herida a causa del robo a nuestra tienda.

—No. Nadie está herido, solo el susto que nos llevamos. —Se limpió las mejillas húmedas con una servilleta —fuiste la única a la que le hicieron daño.

—Me alegro. —Todos me miraron mal. —Me alegro de que nadie más saliera lastimado, —aclaré. —sabes que los empleados y las personas que estaban ahí me preocupaban. Preferirá que me pasara esto a que dañaran a uno de nuestros empleados —susurré a Angie. Las personas que trabajaban para las tiendas de la familia Singer, eran importantes para mí. Eran nuestros trabajadores.

—¿Puedo salir de aquí? —le pregunté a mi hermana, mientras intentaba sentarme para salir. —No me gusta estar aquí dentro y quiero irme a casa.

—Claro, te ayudo a levantar —me agarró del brazo y me ayudó a levantarme. Salimos de la ambulancia y Randy nos ayudó para pisar el suelo con cuidado. Todavía me sentía débil por el golpe y tal vez porque no había comido nada. Ni tiempo nos había dado de terminar de comprar.

—¿Ya estas mejor? —la voz de Randy estaba tan cerca de mí que retrocedí ante su acercamiento.

—Sí, gracias.

—¿Por qué miraste cuando el tipo te dijo que no lo hicieras? —Su voz fue algo molesta —pudo haberte matado, —me encogí de hombros.

—Nunca he podido obedecer órdenes de otras personas. —Sonreí, pero mi cabeza comenzó a doler —sus ojos grises me mirando más molesto, como si le enfadara que me tomara mi vida como a un juego.

—Por no obedecer unas estúpidas órdenes, pudieron matarte. —Siseó.

—Pero no lo hicieron. —Respondí molestándome por su comportamiento.

Meneó la cabeza como si le exasperara mi respuesta. Revoleé los ojos y me giré para irme con mi hermana, pero él me detuvo. —Para la próxima trata de obedecer las órdenes, si no quieres que te maten —me solté de su brazo y caminé hacia Angie, pero antes me acordé de algo.

—Randy, ¿Qué te hizo el hombre? —frunció el ceño, entonces quise ser más explícita. —Recuerdo que me defendiste cuando el ladrón me golpeó, pero no recuerdo lo demás porque me desmayé ¿Qué te dijo? —no le había visto golpeado, cosa que significaba que no lo había hecho. Entonces algo le había dicho para que éste no lo golpeara o tal vez fue suerte.

Randy me miró no sabiendo que responder, se pasó la mano por el cabello despeinándolo a su paso y dio un suspiro largo. —Solo le dije que sí me golpeaba, perdería todo su dinero después de patearle el trasero. —Sonrió y fruncí el ceño.

No sabía a qué se refería con eso, pero no tenía la cabeza para profundizar sobre ello, más tarde sabría o entendería. Caminé hasta mi hermana quien hablaba con Mael. —Hola —saludé a ambos. Mael me miró y me sonrió nervioso.

—Hola, que bueno que ya estés mejor.

—Sí, bueno no fue nada grave —le di una media sonrisa. Miró por sobre mi espalda y escuché rugir una moto, me giré a la vez que vi a Randy montada en ella. Tuve que tragar saliva al verlo ahí tan sexy con unas gafas de sol y una chamarra negra que no le había visto. Era una moto deportiva que lo hacía ver tan malditamente peligroso y por ello debería alejarme de él. Mael se subió detrás de la moto. —Adiós Becky, mejórate —y se fueron como alma que lleva el diablo.

Miré a mi hermana con sumo cansancio y ella me dio otra igual. —Llamé a Jamie. Viene por nosotras, yo no puedo manejar ni tengo ganas de hacerlo después del robo —asentí con la cabeza.

Estaba totalmente de acuerdo.

Randy (Trilogía La Apuesta I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora