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Mi corazón se agrieta lo suficiente para salir de ahí. No veo ninguna mirada de arrepentimiento o vergüenza en su rostro, y es lo que más me molesta. Que no se arrepienta de hacerme sufrir, me mira frío, sin inmutarse. Aunque mi pecho duele, lo elevo con orgullo y camino con la cabeza en alto hacia la salida, no espero que me persiga ni que me ruegue que lo perdone.

Sé que no se rebajará, pero lo peor de todo, es que yo lo sé y lo supe todo el tiempo que estuvimos juntos. Para eso me trajo esta noche, quería que me diera cuenta del daño del que tanto me advirtió anoche, me lo repitió varias veces, que no quise escuchar. Lo único en lo que pensaba era en entregarme a él. Lo anhelaba tanto que dolía. La única culpable aquí soy yo, por ser tan tonta, en caer en su trampa, por ser tan idiota en dejar que sus palabras me endulzaran y de no ver las señales de "PELIGRO".

El aire frío de la noche, golpea en mi rostro como una ola de "Te lo dije" es como si todos a mis alrededores lo supieran menos yo, pero sé que todo es alucinación mía, que estoy tratando de hacer una idea correcta a lo que vi.

Las lágrimas pican en mis ojos, pero no quiero darle el derecho de verme llorar. Siempre me he dicho que hay que ser fuerte, ante todo, hasta con el amor. No creía mucho en las relaciones y mucho menos en el amor, y aquí estoy con un corazón roto.

Ahora entiendo por qué no me presentó con sus amigos. Para él no era más que una chica más, a la que se llevaba a la cama, me dio falsas esperanzas de que podía cambiarlo. Pero me doy cuenta que Randy no quiere ser cambiado. ¿Para qué me llamó a noche y me dijo todas esas cosas lindas? ¿Por qué se molestó en llevarme a la universidad si haría todo esto? ¿Para qué quería hacerme llegar el golpe más fuerte después? ¿Por qué no cortarme, ayer después de que hicimos el amor?

Dejo escapar el aire retenido que hizo que perdiera la estabilidad, para respirar normal. Por el tiempo que he estado fuera de la fiesta y él no ha venido a buscarme, sé que estuve en lo correcto. Él no se rebajará para pedir perdón. Me siento tonta, porque una parte de mí, tuvo la esperanza.

Camino por todo el césped sin rumbo. Tengo que conseguir a alguien que me lleve, porque él me había traído en su moto, y no traigo dinero conmigo para el taxi.

La música empieza a ser lejana cuando llevo caminadas unas cuadras, pero no llegaré tan lejos con los botines. Saco mi celular para llamar a mi hermana o Emma, pero ninguna contesta y mi celular está a punto de apagarse, mala suerte la mía. El maldito celular se apaga y la frustración me invade, junto con el engaño de Randy. Sigo caminando, pero las lágrimas comienzan a salir, sé que debo dejarlas salir, es lo mejor para mí.

Los sollozos son tan fuertes que me impiden seguir caminando, y los pies me duelen. Me detengo para sentarme en la banqueta y llorar. Me veo patética en la calle en ese estado, pero creo que ya era el momento de sufrir por alguien, el mundo funcionaba de esa forma. Aunque yo nunca me lo permitiría, era algo que no podía controlar.

Mi pecho duele fuertemente con cada sollozo ahogado que sale de mí.

Un auto se aparca a mi lado. Me seco las lágrimas para parecer presentable. El vidrio del auto se baja. —¿Becky? —Su cabello había sido teñido a su tono normal, ya no era rojo.

—¿Bryan? —estoy sorprendida, jamás me imaginé encontrármelo en esta circunstancia.

Abre la puerta para bajar del auto y camina hacia mí, se acuclilla hasta que mis ojos quedan a su altura. Me da una mirada consoladora y tierna. —¿Qué haces aquí en la calle sola? —bajo la mirada a mis manos, esto es algo vergonzoso.

—No me siento bien, —sabía que se dio cuenta en mi voz, que había estado llorando, pero lo ignora. Se levanta y me tiende la mano, —Ven, te llevo a casa —alzo la mirada y tomo su mano, dándole las gracias.

Randy (Trilogía La Apuesta I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora