RANDY
—Si entras a esa boda, te doy mi Ferrari, por una semana —él sabía que me tenía atrapado. Yo amaba su auto, pero tenía a mi moto y eso era suficiente para mí. Aunque me gustaba la propuesta, a las chicas les encanta un buen auto y más con un chico dentro.
—Por dos —Puntualicé. Acabábamos de salir de una fiesta aburrida que a Mael habían invitado. Casualmente, todos los días vamos de fiestas, pero unas suelen ser tan aburridas que nos salimos antes. El pueblo no es tan genial, como para manejar una gran fiesta a excepción de algunos amigos nuestros, que dan muy buenas bebidas de alcohol.
Piensa por unos minutos y dice: —Está bien. Que sean dos semanas, pero...—ahí estaba el pero que siempre ponía cada vez que se la jugaba con su auto. —Cuando entremos, elegiré una chica que quiero que enamores y te la lleves a la cama en un mes. La chica debe de amarte. Y si ganas te doy mi auto por dos semanas. —sonrió.
—Acepto. —Dije sin pensar. Era fácil hacerlo, yo era Randy Johnson, el mejor apostador del pueblo. No perdería esta apuesta, y mucho menos por una chica. Naturalmente ellas vienen a mí como buitres, tratan de sacar lo mejor de mí. Pero él único que saca lo mejor soy yo llevándome una sonrisa en la cara, después de un buen sexo, al igual que ellas. Les doy el mejor placer de su vida, y es como unas a otras me recomiendan en sus amigas como si fuera mercancía. —Aunque esta noche ya estará en mi cama, no es necesario un mes —dije sonriendo.
Claro está que disfruto que todas las chicas me deseen en su cama. Así que todas las noches tengo sexo con una chica diferente. Cualquier chico me envidiaría.
—Ya veremos. Ya sabes que, si pierdes, no tendrás el auto. —Sonreí.
—Randy Johnson, nunca pierde.
Entramos a la boda. Lo bueno era, que llevaba unos vaqueros negros junto con una camisa azul celeste, completando el look con mis zapatos negros. Mael llevaba una camisa beige y botas negras. Siempre he dicho que la impresión está en lo que lleves puesto, y me gustaba vestir bien. Claro, todo de marca.
Miré el perímetro checando a las mujeres. La mayoría estaba bailando en la pista, y el resto sentados. Mayormente eran mujeres y hombres de mayor edad, y unas cuantas solteronas que nos estaban comiendo con la mirada a mi amigo y a mí.
—¡Esa! —dijo señalando con la cabeza Mael. Había escogido una chica de cabello corto color negro, con un vestido corto esponjado en las mangas color rojo. Parecía un poco niña con el vestuario, el tipo de chicas que trato de evitar a toda costa.
Una vez que intente ligar como una de su tipo. Me dijo que era su primera vez, y después no quería separarse de mí, se quería casar conmigo, me asustó hasta la mierda. Tuve que decirle que solo era un polvo de una noche y que no me iba a casar con ella. La chica obviamente me odió por haberle quitado su virginidad, cosa que ella me había dado insinuándoseme. ¿Quién entiende a las chicas? Se muestran coquetas y receptivas en un ligue y luego quieren hacernos que le besemos hasta los pies.
Yo no soy para el compromiso. Siempre estoy huyendo a la mención de la palabra, jamás estaré atado a una sola mujer, pudiendo tener más de una.
—Estás loco, ¿verdad? —Le pregunté —sabes que huyo de ese tipo de chicas, después de la niña que quería casarse conmigo —hice una mueca al solo recordarlo.
—¿Tienes miedo? Vamos, Randy es solo una chica. —Me animó.
—Te aseguro que es virgen. Mira su vestido, es muy aniñado, parece tener 15.
—Pero ya viste sus piernas. A sus 15 son muy lindas piernas que luego estarán enredadas a tu cuerpo ¿de qué color serán sus ojos? —Mael estaba en lo cierto. Tenía unas hermosas piernas, aunque no eran tan largas como a las que estoy acostumbrado, pero estas eran las mejores piernas de las que he visto en una chica. Y ahora tenía curiosidad de qué color eran sus ojos.
La chica no se había percatado que la estábamos mirando como nuestra siguiente apuesta. Su mirada estaba posada en los alrededores, parecía observar a las personas. Rara.
Entonces miró hacia la entrada que es donde estábamos nosotros observándole y sus ojos eran azules. Sonreí. Eran muy hermosos, la chica era demasiado hermosa para ese vestido, y claramente no era una niña. Era una mujer en un vestido de niña.
—Si no la quieres. Entonces yo la tomaré. —Mael, ya se ponía en marcha y lo detuve —Espera, —dije. —Es para mí.
Caminamos hacia ella. Su mirada y la mía estaban fijas y no quise perder la conexión. Sentí algo dentro de mi pecho que fue removido. Me detuve por un momento asustado.
—¿Sucede algo? —preguntó Mael. Negué con la cabeza. Respiré hondo y proseguí hacia mi destino.
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Randy (Trilogía La Apuesta I)
Storie d'amoreBecky junto con su hermana mayor han representado a sus padres en las fiestas que a estos invitan, que por cierto, son demasiadas. Ella tuvo un novio a los 16, y de ahí, no ha vuelto a tener otro. A sus 18 años, vive encerrada en su propio mundo de...