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Solté un gruñido cuando la luz comenzó a sentirse en mis rostro, odiaba levantarme temprano. Tenía una fuerte relación con mi cama. Por eso mi hermana era la única que sobrevivía cuando me levantaba en las mañanas.

Me cubrí con la sábana para cubrirme, pero el sol se asomaba a través de esta, era una tortura. Tenía que levantarme. Abrí los ojos despacio, para que no me lastimara la luz que entraba por la ventana, cuando tuve una buena visión escuché un gruñido a mi lado, moví mi cabeza y no pude creer lo que veía.

¡Randy, estaba en mi cama!

Lo primero que hice fue levantar la sábana para ver debajo de mí, y solté un suspiro de alivio cuando vi mis bragas, un momento ¿Quién me quitó el pantalón? Giré otra vez a Randy quien yacía dormido con sus pestañas largas y negras, parecía un ángel en mi cama. Se encontraba sereno y pude ver sus rasgos más de cercas. Tenía el cabello negro revuelto, sus labios estaban entreabiertos. Instintivamente saboreé los míos, tenía los labios muy gruesos y tuve la necesidad de mucha sed, pero no de agua si no de sus...rayos, cuando estaba cerca de él, tenía pensamientos irracionales. Seguí por su cuello y bajé hasta su espalda desnuda ¡Oh por dios! ¡Estaba en bóxer en mi cama! bueno no es que no me gustara la idea, pero tener a semejante adonis en mi cama, me hacía pensar cosas no muy buenas.

Él movió los ojos cerrados, creo que se iba a despertar. Pero solo se dio la vuelta y murmuro algo que entendí como: apaga la luz. Sonreí, a él también le molestaba levantarse temprano.

—Randy —susurré. No quería despertarlo, porque quería seguir mirándolo mientras dormía, pero en un momento mi hermana llegaría, de seguro ya había regresado la luz y estaría manejando hacia acá. —Randy, despiértate. —Lo moví levemente, y él ronroneo. Se dio vuelta pasando su brazo alrededor de mi cintura. —Vamos, levántate. —Lo moví esta vez un poco más fuerte. Necesitaba que se despertara. —¡Randy! —grité.

—Deja de hacer ruido. —Dijo, pero no abrió los ojos.

—Levántate. —Insistí —mi hermana no tarda en llegar del trabajo y no quiero que nos encuentre aquí en la cama, cuando ella muy claramente me dijo que te echara anoche. —Abrió los ojos, y me embelesé al ver su mirada grisácea que contrastaban bien con sus pestañas largas y negras. Recién despertado. Casi me atraganto con mi saliva.

—No quieres que nos encuentre en la cama —dijo, con una sonrisa. —Me gusta cómo suena, nos encuentre en la cama. —Hizo una pausa, —suena como algo prohibido —me guiñó el ojo.

—Deja de jugar y vístete. —Le ordené.

Se reincorporó mirando hacia al techo y se levantó. Por lo que sabía le gustaba dormir boca abajo.

Se puso los vaqueros que traía anoche. —¿Me quitaste los pantalones anoche? —me senté en la cama.

Otra vez estaba ahí esa sonrisa divertida. —Sí. Anoche roncabas en el mueble que tuve que traerte a tu cama, para que descansaras mejor. Así que te quité los pantalones, por cierto, hermosas piernas —le aventé una almohada que esquivó muy bien.

—¡Me viste las piernas! ¡Pervertido! —él solo se limitó a reír, mientras le aventaba más almohadas hasta que se me acabaron. Quien sabe que otras partes de mi cuerpo se quedó mirando por tanto tiempo, un sonrojo inundó mi rostro. —¡Y yo no ronco!

—Bueno, no eras tú la que escuchaba los ronquidos, así que no puedes saber sobre ello. —Se puso la playera.

—No hicimos nada, ¿verdad? —aunque traía puesta las bragas, y que Randy solo me haya traído a la cama. No me concierne que no hayamos hecho algo o que él me hubiera hecho algo estando inconsciente.

Randy (Trilogía La Apuesta I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora