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—No puedo quedarme aquí —dijo Emma sentada en mi cama. —Esta noche quiero salir, divertirme —suspiré cansada. No estaba de ánimos, para ir de fiesta, después de lo que me pasó esta tarde.

Emma se había enterado del robo de la tienda, y que yo había sido golpeada por uno de los ladrones, me llamó cuando ya habíamos llegado a la casa y dijo que venía inmediatamente. Así que aquí la tenía acostada en mi cama hablando de salir de fiesta. Jamie, se había quedado en casa después de traernos, al parecer Angie seguía un poco alterada del robo y lo que me sucedió, así que esta noche él se quedaría para acompañarla. Pedimos pizza para cenar, ya que no tuvimos tiempo de terminar de comprar la despensa para la cena de esta noche, por el robo.

—No tengo ganas de ir —me recosté en la cama subiendo los pies a la cabecera y llevándome una rebana de pizza a la boca. Mmm Hawaiana, mi favorita.

—Tú nunca tienes ánimos de ir a ningún lado. Solo vas a las fiestas que invitan a tus padres por obligación, —recriminó —por cierto ¿tus padres no se enteraron sobre el robo?

—No. Están en el extranjero, así que no sabrán nada hasta que lleguen. Y nosotros le contaremos nuestra versión, obviamente omitiendo la parte de mi golpe, no los quiero preocupar.

—Mmm-hmm

—Sí. Además, Víctor se encargará de todos los trámites que tenga que ver la policía con la tienda sobre el robo. Angie estaba demasiado exhausta para tratar sobre ello —le di el último mordisco a mi pizza acabándomela.

—Entonces, ¿Qué dices? —la miré mal.

—No te cansaras, ¿verdad? —me dio una sonrisa habitual de ella cuando siempre gana una discusión entre nosotras.

Sabía que si no iba con ella esta noche, me reprocharía cuando yo quisiera algún favor. —Está bien, vamos a una fiesta o a donde sea que quieras ir. —Se abalanzó sobre mí y me sacó el aire. —Pero en ti pesará mi muerte, si algo malo me sucede —me comenzó a dar besos en la mejilla.

—Gracias. Te llevaré a un lugar genial.

—No hagas ruido —le susurré a Emma. Íbamos bajando las escaleras de la casa para ir a la fiesta que la había invitado Fredy, un amigo nuestro de la universidad. Si le pedía permiso a Angie me lo negaría, por el suceso de esta tarde y no quería pelear con ella, se veía muy mal. Así que decidimos no molestarla y escabullirnos en la noche para ir, solo esperábamos que ella ni Jamie se dieran cuenta, antes de irme a dormir le dije que no quería que me molestaran y Emma se quedaría conmigo.

Abrí la puerta despacio y salimos a hurtadillas. Ya fuera de la casa nos pusimos los tacones.

—Y ahora hay que caminar para encontrarnos con Fredy. Dijo que nos esperaría a tres cuadras de aquí —le habíamos pedido el favor a Fredy que viniera por nosotras, ya que yo no podía sacar el auto de la cochera porque despertaría a Angie y todo se vendría abajo. Aunque le había dicho a Emma que no tenía ánimos, sabía que ella lo estaba haciendo para que yo me pudiera distraer de lo sucedido en la tienda y se lo agradecía, por ello había aceptado ir.

—¿Ya falta poco? —le pregunté cansada. Los tacones me comenzaban a lastimar por las dos cuadras caminadas desde mi casa.

—Ya casi llegamos, dijo que nos vería aquí —miró a todos lados tratando de localizarlo. —¡Ahí está! ¡Que la fiesta empiece! —me tomó de la mano y me dirigió al auto que encendía las luces para verlo.

—Hola, chicas. —Fredy nos saludó al entrar.

—Hola, Fredy. —Me senté atrás y Emma en el asiento del copiloto.

Randy (Trilogía La Apuesta I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora