Capitulo 19: Un Porque

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-¿A Italia? ¿Italia, Italia? –Serena la miraba estupefacta -¿Me estas diciendo que te llevo a Italia?

-A por un helado –asintió sonriendo mientras sus mejillas se teñían de rojo.  Recordaba perfectamente cada segundo de esa noche, la suavidad con que le la trato, la forma en que la hizo suya toda la noche.

-Ya…. –Serena frunció el ceño –Mireya, ¿te has enamorado?

-¿Qué?-de repente su sonrisa tonta desapareció –Yo…

-Te has enamorado –y el rostro de su amiga se tiño de lastima –No quiero sonar brusca pero no olvides…

-¿Qué soy una Wife? –Mireya sonrió con tristeza –No puedo olvidarlo, créeme

-No me refiero a eso –Serena negó con la cabeza –Es que, bueno, el te contrato. El contrata a mujeres para que sean sus parejas durante un tiempo. ¿Qué pasara cuando se canse de ser tu cliente?

Y Mireya no pudo responder. En estos días, en los últimos momentos, había olvidado por completo que tenía un contrato, un contrato que llegaría a su fin. No olvidaba que era una Wife, sin embargo no se había parado a pensar en ningún momento sobre el final de su “relación”. ¿Pensaría Mark en ello?

-Tengo que irme –se levanto rápidamente de su asiento y atravesó la cafetería rápidamente hasta llegar a la puerta para salir de ella.

Al subirse en el coche que Mark había dispuesto para ella se dio cuenta de cómo habían cambiado las cosas. El confiaba en ella, había necesitado llevarse a Gonzalo y no había dudado en darle las llaves de uno de sus coches para que Mireya lo utilizara.   

En la casa se sentía estupendamente, todos la querían mucho y cuando Mark llegaba del trabajo su corazón palpitaba con fuerza al verle atravesar la puerta.  Cada noche dormía con él, aunque no tenían la misma habitación, siempre acababan en la habitación del otro.

Arranco el auto y condujo por la ciudad pensativa, con la mirada perdida. Cuando llego a la entrada de la casa, pulso el mando y la verja se abrió, mientras atravesaba el camino que la guiaba hasta el garaje fijo la vista en un coche, parado justo ante la casa. Paro justo tras este y al bajarse alzo la vista hacia la puerta, donde se encontró un rostro conocido.

-¿Pamela? –apenas dio unos pasos, cuando Pamela ya estaba bajando la escalera

-Mireya –Parecía aliviada de encontrarla –Siento venir sin avisar

-No te preocupes –sonrió y después frunció el ceño -¿ha ocurrido algo?

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