-Buenos días Robert –Mireya entro a la cocina sonriendo –Hola Marcela
-Hola Mireya –ella le sonrió –Enseguida te preparo en el desayuno
-¿Y Mark? –ella pregunto sentándose en la mesa de la cocina. Le había extrañado no verle sentado en el comedor desayunando esa mañana.
-El señor Cardoni tuvo que irse temprano –Robert respondió mirándola –Tenia una reunión importante en Berlín
-¿Berlín? -Mireya abrió los ojos sorprendida, después frunció el ceño. Aun no se acostumbraba a que ese hombre dispusiera de su propio avión para ir donde quisiera. Fijo la vista en Marcela -¿Y Diego?
-El señor le dio el día libre, así que supongo que estará por ahí con sus amigos –Marcela respondió mientras dejaba un zumo ante Mireya y un plato con fruta -¿Tostadas?
-No, gracias –ella tomo un tenedor y tomo un trozo de fruta, después la llevo a su boca.
-Buenas –Gonzalo entro por la puerta que daba al jardín y con una sonrisa se acerco a Mireya, dejo sobre la mesa un estuche alargado de terciopelo azul.
-¿Y esto? –Mireya frunció el ceño
-El señor Cardoni me lo dio para ti –Gonzalo se encogió de hombros y dejo un trozo de papel doblado sobre el estuche –Junto a esto
Mireya tomo la nota y la desdoblo, la leyó con el ceño fruncido.
Me dijiste que tu amiga tenía una especie de obsesión con ella. Quizás te gustaría regalársela.
Mark.
-No puede ser –Tomo el estuche y lo abrió despacio. La pulsera brillo en su interior y una pequeña sonrisa se extendió en sus labios. Entonces miro a Gonzalo. -¿Puedes llevarme a un lugar?
-¿A ti? Al fin del mundo –el sonrió y camino hacia la puerta –Tendré el coche listo en cinco minutos
-Gracias –y Mireya se bebió el zumo rápidamente. Se levanto sin borrar la sonrisa de sus labio y tomo el estuche.
-Mireya –Robert la observaba serio –No olvides que no eres la primera a la que regala joyas.
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Wife
ChickLitUna Wife. Eso había terminado siendo Mireya Santos. ¿Qué es? Es una mujer sin escrúpulos, sin corazón, una mujer que se vende por dinero. ¿una prostituta? Algo muy parecido. Las Wife eran las mujeres de alquiler de la alta sociedad, para aquellos c...