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"... Aveces aquello

que no podemos entender,

comienza a tener sentido

con el paso del tiempo..."

Pov Yuta

Aquel mes fue una verdadera pesadilla cargada de exámenes y trabajos prácticos en los que realmente se nos hacía imposible tener vida social.

Yo combinaba mis horas de estudio con las tutorías que le daba a aquella omega que me habían asignado para ayudarla.

Me desagradaba de sobremanera estar con ella, aquel olor a naranja era tan intenso que a veces hasta me producía mareos y náuseas, pero me tenía que aguantar, ya que una parte de mi nota dependía de aquellas clases.

Era mi último año, al acabar la carrera me iria de aquí, quizá a vivir a EE. UU. donde ya estaba colaborando con una enorme empresa de electricidad.

Tenía muchos planes y como estaba solo en realidad, no había nadie que me pudiese poner algún pero.

Sin embargo, por alguna extraña razón, a medida que pasaba el tiempo yo me iba sintiendo cada vez más solo.

Quizá el hecho de que cumplía años dentro de poco y me hacía mayor, o ver a mis amigos todos emparejados con sus destinados me hacía creer que no existía esa persona para mí, o que simplemente no estaba aquí.

Siempre me había llevado bien con mi lobo, nos complementamos, solemos estar de acuerdo en nuestras decisiones, pero ahora parecía no querer salir de su escondite y yo realmente no entendía por qué.

Mis amigos dicen que estoy obsesionado con el tema, que debería dejarlo pasar y pensar en otra cosa, pero yo siento que algo dentro de mí no está bien, tengo un vacío que se hace pesado los domingos cuando anochece, y los días festivos cuando no hay nadie sentado conmigo tomando el café.

Por eso esta noche decidieron traerme a una discoteca, bailar y beber era una gran manera de pasar el rato.

San y Wooyoung estaban muy acaramelados en el medio de la pista y yo bebía sentado en la barra.

A lo lejos, entre medio de la multitud vi a Taeyong y Sicheng besándose como si no hubiese un mañana, entonces tomé una decisión.

Ya había sido suficiente tiempo el que había pasado, ya era hora de aceptar las cosas como se habían planteado y avanzar hacia adelante.

Iba por una vez en mi vida a ser decidido y pasar página por mi propio bienestar.

Acabé el trago de un solo empujón y me encaminé hacia ellos dispuesto a presentarme al omega de cabellos rubios, pero un tirón en mi brazo me detuvo.

Al girarme me encontré con una bonita chica de cabellos negros y olor a chocolate.

-Yuta, ¿cuánto tiempo? Como has crecido... ¿No me recuerdas?- preguntó acercándose sensualmente hacia mí.

Miles de rostros pasaban por mi mente intentando ponerle un nombre a aquella cara.

-¡¡Dios, Yurima!! No puedo creerlo... ¿qué haces aquí en Corea? ¡¡la última vez que te vi teníamos diez años!!- grité abrazándola emocionado.

Yurima había ido conmigo a la primera escuela aquí en Seúl, fue mi primera amiga cuando mis padres se trasladaron aquí por la simple razón de que era la única de la clase que hablaba mi idioma.

Nos hicimos muy amigos, todo el día estábamos juntos hasta que sus padres tuvieron que regresar a Japón y perdí todo contacto con ella... hasta hoy.

The Brand YuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora