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"... Siempre serás,

mi secreto más evidente..."

Pov Yuta

Yurima y Taeyong llegaron casi juntos al departamento por la tarde.

Yo me estaba acomodando la corbata frente al espejo, para ir a la policía a declarar.

Realmente estaba nervioso, tenía miedo de tener que ver a ese cobarde de frente y querer matarlo.

Odiaba tener que volver a revivir aquella mañana.

Al mismo tiempo era horrible la incertidumbre de no saber cómo debía explicarle a mi omega que me iría durante unas horas, sin que entrara en pánico.

Yurima intentó acercarse a dejarme un beso y el gruñido de Sicheng la frenó de golpe.

-Será mejor que no hagas eso- le dije serio.

Quizá en el fondo, yo era el primero que no quería un beso de ella.

Suspiró y se alejó, sentándose en el sillón opuesto a donde estaba sentado el omega viendo las fotos de mi teléfono, algo que había descubierto estos últimos días y le encantaba.

Nos hicimos bastantes selfies que él observaba una y otra vez sonriendo con aquel gesto dulce que lo caracterizaba.

También hice unos cuantos videos de nosotros, de él tomando el desayuno, de nuestros ratos conversando, incluso de nosotros a la hora de dormir, a él le gustaba verlos, y a mí me aseguraba que de alguna manera cuando él ya no me recuerde, seguirá presente en mi memoria.

-Omega precioso ¿me das el teléfono?- pregunté con dulzura, extendiendo mi mano hacia él.

-¿Alfa deja omega solo?- tartamudeó comenzando a llorar.

-Amor, alfa tiene que ir a la policía para que alfa que te hizo daño este en la cárcel, solo tardaré un rato y ellos te cuidaran muy bien, tú solo espérame, ¿está bien?- cuestioné secándole las lágrimas.

-Omega triste espera alfa- aclaró sorbiendo la nariz y abrazando su oso de peluche, para ir a sentarse en el suelo delante de la puerta de entrada.

-¿Estarás aquí sentado hasta que yo vuelva con el frío que hace?- pregunté preocupado.

-Omega espera alfa- dijo con un enorme puchero en los labios que me partió el corazón.

-Entonces me iré así omega no espera mucho, Tae, Yuri me voy, llámenme si pasa algo- saludé rápidamente para no hacer larga la despedida, dejándole un dulce besito en la frente.

El alma se me comprimió, cuando escuché el sollozo del omega en cuanto cerré la puerta.

"Mierda, tengo que darme prisa" pensé corriendo hasta el coche para no perder más tiempo.

Después de dos agotadoras horas de preguntas, dibujos y explicaciones, por fin me dejaron marchar.

Algunas preguntas eran confusas, incluso con doble sentido o con una segunda intención, pero me armé de paciencia y respondí una por una todas las cuestiones.

El juicio sería quizá dentro de un mes, cuando el omega cediera el control a su lado humano otra vez.

Todo dependería de cómo evolucione y de lo que recuerde.

"De lo que recuerde"... un nudo en la garganta se me formó al escuchar esa frase.

"Quizá él nunca me recuerde"... y con ese sofocante pensamiento volví a casa.

The Brand YuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora