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"...Te amaría de cualquier forma,

en cualquier mundo,

con cualquier pasado..."

Pov Yuta

Le veía reír y bailar a mi lado emocionado sobre aquella máquina y mi corazón no paraba de saltar.

Su dulce vocecita se mezclaba con la música y yo sabía que no podía ser más feliz que lo que era en este preciso momento.

Su aura resplandecía de alegría y a mí me costaba creer que estábamos aquí, en una burbuja donde podía mirarle sin esconderme y nadie podría hacerle daño, porque me tenía a mí y yo le tenía a él.

Aún no tenía un nombre que definiera lo que éramos, pero estaba seguro de que algo iba creciendo en su interior hacia mí.

La manera en la que me miraba era tan sutil y tierna, que por momentos parecía que podía leerle con facilidad.

-Ni una vez me has ganado- gritó eufórico, bajando de aquella máquina que para mí era infernal, después de haberme machacado de todas las maneras posibles habidas y por haber en este juego.

-No es justo- dije con cara de pena para darle lástima.

Ahora le tocaba reclamar su premio, y aunque le ofrecí comprarle lo que quisiera, eligió lo más extraño e insólito que me podia esperar.

Eligió que su premio sería pasar tiempo conmigo, me estaba pidiendo que le hiciera una tarta que hice cuando él vivía conmigo y le había encantado.

Me sorprendió mucho que lo hubiese recordado y desee internamente que por algún extraño milagro recordase todo de una vez, aun sabiendo que aquello era pedir algo imposible.

Nos demoramos bastante en el supermercado, mucho más de lo que habíamos planeado, pero no me importó.

Yo solo quería oír aquella risita por el resto de mis días y en todas mis otras vidas si fuera posible.

Estaba brutalmente enamorado de este bonito omega rubio, estaba perdido de la peor de las maneras por él.

Después de pelear salimos con pocos ingredientes, pero dos bolsas llenas de dulces y chocolates.

Fuimos paseando con calma, despacito, hasta mi casa.

Al llegar, me puse el delantal y entré en la cocina, mientras él estaba sentado, cruzado de piernas sobre la isla de la cocina,me contaba como habían sido estos cuatro días que había estado fuera.

Estaba enloquecido con la playa, con las olas y la arena, le encantó comer pescado recién sacado del agua y ver el atardecer mientras dibujaba.

Realmente se le veía mejor, como si de alguna manera hubiera conectado con su yo interior y su lobo, parecía tranquilo, disfrutando de algo tan sencillo como verme cocinar.

Me acerqué, dejándole suavemente un pedazo de queso en los labios y me miró fijamente.

Segundos corrieron y ninguno de los dos dijo nada, solo nos quedamos así, observándonos a los ojos casi sin pestañear.

La urgencia por besarlo me atrapó y apenas pude controlarme para no hacerlo.

No debía, él no estaba preparado para esto aún y no quería arruinar las cosas.

Debía contenerme por más difícil que resultara, todo llegaría a su debido tiempo.

Después de comer preparamos los dulces en la mesita delante de café, mientras él elegía la película que quería ver.

The Brand YuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora