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"...Quien lucha puede perder,

quien no lucha,

ya perdió..."

Pov Yuta.

Enamorado.

Era la palabra que me definía completamente en estos momentos.

Estaba literalmente perdido por aquel omega rubio, que hacía poquitos días me había entregado su corazón.

Aquel día después de clases, mientras comía algo tranquilo en mi departamento, lo sentí.

Una conocida sensación de intranquilidad y opresión en el medio de mi pecho, junto con una angustia que no paraba de crecer.

"Omega" lloriqueó mi lobo de repente, y se me cortó la respiración.

Automáticamente agarré el teléfono y marqué su número.

-Yuta- la voz que me contestó estaba entrecortada, cargada de tristeza aunque quisiera disimular.

-¿Estás bien?¿qué pasa amor?- pregunté con prisa, casi a punto de salir corriendo de donde estaba.

-Estoy bien, Yu- aseguró reteniendo las ganas de llorar.

-Bebé, puedo sentirte, sé que no estás bien ¿qué pasó?- cuestioné más preocupado.

En una milésima de segundo su llanto inundó el teléfono, haciéndome buscar las llaves con prisa y salir de mi casa.

-¿Dónde estás, cielo?, voy a buscarte- dije mientras salía del edificio.

-En la entrada de mi universidad- contestó sorbiendo por la nariz, avergonzado.

-Voy por ti- y colgué la llamada, caminando a paso rápido hasta que le vi a lo lejos, con los hombros caídos, la cara sobre las rodillas y abrazando sus piernas.

En cuanto me vió, corrió hacia mí, echándose en mis brazos, dejando sus lágrimas en mi hombro, mientras yo acariciaba lentamente su espalda, consolándole.

-Bebé ¿qué pasó?- pregunté dejando besitos en su cabeza, acunándolo con dulzura.

-Me quitaron el papel principal del festival, para el que tanto me había preparado, por los días que falté a clases- soltó balbuceando, sacudiéndose por los sollozos.

-¿Le entregaste el informe psicológico?- intenté no sonar enfadado con la situación y salir corriendo a defender a mi precioso omega.

-Lo hice, pero no le importó, me dijo que ese no es su problema y que ahora no estoy a la altura de los demás bailarines.

-Mierda, ¡qué hija de puta!- gruñí y él sonrió entre lágrimas.

-Era muy importante para mí ser el bailarín principal, porque esa era una de las canciones favoritas de mi madre, además que Lucas pidió un permiso especial para venir a verme- volvió a llorar desesperado.

-Ven- hablé tomando su mano, caminando hacia la oficina del director para arreglar este asunto, convencido de que no me iría de allí con un no por respuesta.

Entramos al despacho del director y me coloqué en un lateral, para que él pudiera explicar la situación.

Llamaron a la profesora Yoon para discutir el asunto, y esta entró con el ceño fruncido, mirando a Sicheng con rabia y diciendo: -¿Otra vez tú?, creí haber sido clara contigo-.

Mi omega se mordió el labio inferior para no volver a llorar, y aquella maldita mujer me miró, consciente del aroma a enfado que emanaba sin mi permiso.

The Brand YuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora