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"...No quiero ser una persona más.

Quiero ser quien esté a tu lado

durante el resto de tus dias,

a cada paso que des..."

Pov Yuta

Desde lo lejos se podía oír la música de aquella enorme feria de juegos que había venido por unos días a la ciudad.

Sicheng observaba todo con los ojos enormemente abiertos y yo disfrutaba terriblemente de aquella expresión tan tierna.

Se emocionó tanto que quiso ir a todos los juegos a la vez, comer todos los dulces y recorrer todos los puestos de peluches que vió a su alrededor.

-Bebé, respira que iremos a todos- le susurré abrazándolo por detrás, viendo como hiperventilaba por la ansiedad de hacerlo todo.

-Es que nunca fui a una de estas- chillaba mientras intentaba avanzar conmigo pegado a su espalda.

-Yuta, ¡vamos!, ¡camina más rápido que no nos dará tiempo a verlo todo!- daba saltitos con las manos enredadas una con la otra.

¿Qué clase de persona nunca fue a algo tan sencillo como esto?¿qué tipo de infancia había tenido?, me pregunté a mi mismo con un deje de preocupación que no se iría hasta meses más tarde.

-¿Dónde quieres ir primero?- pregunté riendo a carcajadas, viendo como se le creaba un enorme conflicto a la hora de elegir.

-Vamos a los juegos grandes primero, luego hacemos los pequeños y los puestos de peluches, comemos algo y por último cuando ya sea de noche subimos a la noria, asi me das un beso como en las películas- dijo acercándose coquetamente a mí.

-Umm me agrada la idea... Podemos hacer muchas cositas ahí arriba...- murmuré en su cuello y un poco disimulado jadeo se le escapó, por lo que se llevó rápidamente las manos tapándose la boca, sonrojándose.

Tuve casi que cruzar las piernas, para controlar el enorme problema que se me había generado en mis partes bajas al oír ese sonido ronco y roto salir de su garganta.

-V-vamos a la montaña rusa entonces- balbuceé tirándole de la mano, intentando distraerme, mientras el reía por lo bajo consciente de lo que había provocado.

Estábamos haciendo fila para subir al segundo juego, cuando Sicheng se me abrazó con fuerza, pegando su cara a mi pecho, olfateándome y pasando sus manos por mis pectorales dejando dulces caricias.

Podía ver aquellas pupilas dilatadas penetrando las mías y tragué duro tomando aire para aguantar.

Me acerqué a su oído y le susurré con voz amenazante: -Cariño si sigues tocándome así vas a pagar las consecuencias-.

Pude ver como cada poro de la piel se le erizaba con cada una de mis palabras y por un momento olvidé la gente que había a nuestro alrededor, dejando húmedos besos donde disimuladamente colaba mi lengua marcando su piel.

Pequeños gemidos se le escapaban, que apenas eran audibles para mí, mientras su mano acariciaba uno de mis pezones sobre la tela de la camisa y yo le aferraba con fuerza de la nuca y la cintura.

-Señores les toca- se escuchó a nuestro lado.

Cuando nos separamos, sonrojados y con la respiración entrecortada, la gente nos miraba riendo avergonzados.

Sería un día muy largo, apenas llevábamos dos horas aquí y yo ya estaba más caliente que el sol en pleno desierto.

Después de bajar del juego, agradecí tremendamente que la adrenalina se me colara y al menos de manera sutil bajo mi erección.

The Brand YuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora