[FANFIC SUJETO A EDICIÓN Y CORRECCIÓN]
Muchos pensaban en Suki como una chica afortunada. Hija menor de la cabeza del clan Uchiha, con un gemelo y un hermano mayor talentosos y admirados. Pero la realidad no es como todos la creen. Ser hija de la ca...
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En la última oscuridad de la mañana Keitaro observó con sus ojos oscuros y ambiguos, tan llameantes y muertos a la vez, como la luz del sol empezaba a amagar su presencia a la distancia.
—Veo que sigue sin dormir aún, jefe.
El Uchiha sonrió de lado ante la llegada de su miembro más valioso y confiable. Escaneó con sus ojos los restos de sangre seca en la ropa desgastada de la mujer y le dirigió un asentimiento de cabeza en forma de saludo.
—Estoy ansioso, esta tarde pienso hacerle una visita a un viejo conocido —Respondió sentándose cómodamente en la rama gruesa donde segundos antes descansaba.
—Creí que eso sería mañana —Le miró curiosa la joven adulta sacando el arco de su hombro para apoyarlo en la base del árbol—. Pero me aseguraré de tener el cuerpo listo, fue difícil conservarlo medianamente útil durante todos estos años.
—No, déjalo, a él lo usaremos mañana —Negó Keitaro, su sonrisa creciendo ante lo que se avecinaba—. Esta tarde los tres pequeños de Fugaku estarán juntos y hay algunas palabras que tengo que intercambiar con ellos.
La mujer le miró fijamente por unos momentos, varias escenas y recuerdos pasaban por su mente atormentado su consciencia.
—Es una verdadera lástima, Katsuro siempre me pareció un buen chico y esa muchacha, Suki, no parece malvada tampoco —Soltó con pesar, la inseguridad de estar haciendo lo correcto volvía a consumirla.
—Existe una gran piedad dentro de tí, Rini —Respondió el mayor conectando sus miradas en la distancia que los separaba—, tan enorme que será solo un molesto obstáculo a superar para cumplir el último deseo de tu madre.
Ella suspiró con desánimo, recordando el cuerpo herido su madre aquella noche de su niñez, luego de la misión de secuestro fallida de la que ella fue testigo desde la lejanía. Su madre se había arrastrado hacia ella con sus últimas fuerzas, abrazándola y rogándole que siga las instrucciones de Keitaro.
“Será difícil, cariño, pero él te mantendrá a salvo.”
Sus ojos mieles se apretaron con fuerza, deseando que el escozor en ellos se detuviese. Si los miembros de su clan no fuesen unos desgraciados habría regresado con ellos, pero su madre era demasiado buena para estar entre ellos y eso la condenó al exilio. Jamás los perdonaría, no luego de todo el dolor que le causaron hasta su último día.
