Capítulo 4

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Izuku

Es lindo.

Muy lindo.

Kacchan tiene un rostro bastante agraciado. No debería ponerse un antifaz. Interrumpe la visión de sus ojos.

También se ve lindo en su traje de héroe.

Y se ve aún más bonito gritándole a todo el mundo.

—Izuku.

No levanto la vista de mi celular.

—Estoy ocupado.

—Pero, Izuku...

—Himiko, por amor al cielo, ¿qué no ves lo realmente ocupado que estoy?

—¡Llevas viendo las fotografías de ese héroe tonto desde ayer! —reclama la rubia, haciendo un puchero—. ¡Yo también quiero ver!

Mis ojos chocan con los suyos.

Aparta, loca, consíguete el tuyo.

—Es mío. Solo yo lo voy a ver.

—Egoísta —murmura, sentándose en mi cama—. No quieres compartir con una amiga.

—Dice la que le reclamó a Dabi por ocupar sus cuchillos —replico—. Tú no sabes compartir. Ahora déjame admirar la belleza de mi Kacchan.

—¿Por qué estás tan obsesionado con ese héroe?

¿Has visto a ese héroe? Sería un pecado no obsesionarse.

—Porque es lindo.

—Si sabes que te quiere atrapar para enviarte al Tártaro, ¿verdad?

—Eso no le quita lo lindo.

—Izukuuuuu, deja ya a ese héroe tonto y quiéreme. —La sonrisita no se aparta de su rostro—. Tú y yo somos del mismo tipo.

—¿Del que está loco por el katsudon?

—Del que adora ver el caos expandiéndose y la sangre fluyendo dulcemente.

Ruedo los ojos. —Nah. Él es mi tipo.

—¿Rabioso, explosivo y muy pero muy gritón?

—Y que se llame Katsuki. —La fotografía que lo obligaron a sacarse para una de las revistas tontas me aparece en la pantalla. El lindo rostro enojado de Kacchan se ve perfecto—. Ya déjalo. Consíguete una novia o algo.

—Pero te quiero a tiiiii.

—Lo que tú quieres es volver a verme golpeado porque te encanta mi sangre, así que déjalo.

—Ugh, amargado. ¿En que momento dejaste de ser una ternurita para ser tan antipático?

—¿Sabes? Tengo veintitrés años, ya no soy ese adolescente de dieciséis que conociste. La única que parece no madurar eres tú —la señalo, con burla.

—Soy muy madura —responde, frunciendo el ceño—. Pero bueno, no sigamos hablando de esto o uno de mis cuchillos irá a parar a tu lindo brazo. Mejor dime si aceptas o no unirte a la Liga. Shigaraki quiere que seas parte. Le caes bien.

Suspiro, apagando el celular después de todo. Mi mirada fija se mantiene en ella.

—No. Es la quinta vez que te respondo. No quiero. Soy un villano solo, trabajo conmigo mismo y soy mi propio jefe. No necesito absolutamente nada de ustedes.

—Buh, apuesto todo a que si ese héroe con tendencias de villano estuviera en la Liga, entrarías sin pensarlo.

—Claro que sí. Pero no está ni tampoco lo estará. —Entrecierro los ojos al ver la sonrisa traviesa de Toga—. Que no se te ocurra ocupar su sangre para fingir ser él.

—Le quitas lo divertido a la vida, Izuku.

Ese condenado puchero. Sirve en Twice, pero no en mi.

—Me quitas el tiempo que podría pasar stalkeando a Kacchan.

—Acosador —farfulla. Se levanta de mi cama, poniendo las manos en su cintura. Sigue usando el mismo uniforme escolar—. Hablando en serio, usar la ilusión para algo así no es bueno. Podría terminar mal.

—All for One me la dio para usarla por algo, ¿no? Es una ilusión. En algún momento va a dejar de correr la cinta de falsedad. Cuando eso pase, ya estará todo bien.

Esboza una sonrisa lobuna, ladeando su cabeza.

—Eres tan cruel, me encanta.

—Va, ya vete. Chu, chu.

—Nos vemos, Izukuuuu.

En cuanto se va, por fin veo la paz y tranquilidad. 

Himiko Toga es una chica que conocí cuando estaba en la preparatoria.

Fuimos juntos.

En nuestros tiempos, ella era la fachada perfecta de una chica que jamás haría algo malo. Amable, adorable y teniendo un montón de amigos. Entonces me metí en una pelea. A este paso, ya no recuerdo porqué comenzó esa pelea, pues solo sé que cuando estaba en la enfermería, ella se mantenía a mi lado, quitándome la sangre de los labios con sus manos.

Desde ahí no me soltó.

Y es una amistad rara.

En fin, eso no es relevante.

Lo que sí es relevante es el hermoso ser que está en mi pantalla. 

Uh, un video.

—Héroe Dynamight, ¿qué podría decir sobre el villano que ha estado causando disturbios últimamente en su zona? —pregunta la periodista.

Kacchan tiene cara de pocos amigos.

—Qué prepare esa cara estúpida porque en cualquier momento lo voy a atrapar. Y va a pedir piedad para que lo deje ir.

Suelto una risa, negando una y otra vez.

Esa voz segura no suena muy parecida a la casi tartamudeante que uso cuando nos vimos.

Fue gracioso verlo persiguiéndo a Tomura y a mi.

La ilusión de rehén sirve mucho.

Pero me sorprendió que no hubiera lanzado la explosión de todos modos. Pudo ganar por ello.

Tomura dijo que era un villano que quería jugar a ser héroe. Que no le importaba en absoluto alguien más que él.

Sin embargo, no disparó su fatídica explosión.

Porque había un rehén. Una persona.

Supongo que eso es lo que lo hace un héroe.

Doy un brinco cuando mi celular comienza a sonar. El nombre de Himiko se ve en la pantalla y suelto un suspiro antes de contestar. ¿Qué quiere ahora?

¡Izuku! ¡Vete de ahí ahora! ¡El maldito héroe que te gusta está yendo directo a donde estás! ¡Pude escaparme apenas fingiendo ser una niña a la que le quité sangre, pero ahora tienes que irte tú!

Ah.

Está aquí.

—Me iré, no te preocupes —murmuró, acomodandome la corbata con una mano. Miro mi reflejo en el espejo.

Uh. Me veo bien para no dormir hace más de cuatro días.

No te quedes a conversar, Izuku. Sal de ahí. Tiene rostro de que va en serio.

—Corre lo más rápido que pueda, Himiko —y cuelgo.

En cualquier momento va a llegar.

¿Será que me atrapa?

Mejor que nos bese. Sí, mejor.

Le advertí a Kacchan que no siguiera buscándome.

¿Cómo me resisto a esos ojos que me examinan por completo? Soy un simple y pobre humano.

Se va a enamorar. Demasiado. Es imposible pensar que no se enamorará.

Lo que no sé es si servirá mi truco para no caer yo también.

Incorrecto (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora