Capítulo 7

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Izuku

Dios mío.

Voy a morir.

No, más que eso.

Moriré, reviviré y luego volveré a morir por segunda vez y así hasta que todo esté en su orden específico.

Un orden en el que Kacchan jamás me habría dicho esas cosas. Un orden en el que se suponía yo tendría el control.

¿Qué salió mal? Iba bien, y de pronto estaba siendo acorralado, sin escapatoria, con su respiración en mi oreja y su voz ronca diciendo un montón de cosas que apenas escuché porque maldecía internamente la reacción de mi cuerpo.

Y ahora estoy aquí, en la cafetería, nervioso como nunca y pidiéndole al cielo que Kacchan no llegue y todo sea mentira.

Ya no tengo la valentía para hacerme el coqueto. Se fue corriendo al ver el tremendo depredador observandome como si qusiera tomarme en sus brazos y no soltarme jamás.

Dios mío.

El solo recordar como su mano apretaba mi cintura me deja sin aliento. Ay no. Ya estoy rojo otra vez.

Escondo mi rostro entre mis manos.

Estúpido Kacchan.

Arruinó todo mi plan de escaparme sutilmente después de darle esa información.

Y yo, tan sumiso que acepté sin siquiera dudar.

Que villano tan patético soy.

—Eh, Deku.

—¡Kacchan!

No, no, no, no, no, no, no, no, no.

Si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si.

La voz de Kacchan se hace más cercana mientras me llama. De pronto está enfrente de mi. Tiene el ceño fruncido.

Y yo estoy muriendo lentamente al verlo tan de cerca. Lleva una simple camiseta negra y unos pantalones a juego, que lo hacen ver como el dios de todo el maldito universo. ¿Se verá así de bien con cualquier cosa? Probablemente.

Juro que cuando estoy enfrente de él mi personalidad cambia en milisegundos.

—Que precioso, mis ojos se sienten bendecidos —suelto, sonriendo coqueto.

Ya está, tan sincero como siempre, Izuku.

Quiero morir.

—¿Por qué mierda no estas disfrazado de algo? Todo el puto país conoce tu rostro, jodido Deku —dice, tan amable como siempre, sentandose enfrente de mi.

Ayúdame, Dios, a salir intacto de esta... ¿Cita? ¿Matanza a mi pobre ser?

—Estoy utilizando mi don —le digo, señalandome—. Nadie me está viendo realmente. Solo ven a un chico normal, sin mi rostro. No lo estoy utilizando en ti. Por ello puedes verme.

—Ese don jodido es útil. Así me engañaste la primera vez.

—Era una prueba...

Frunce el ceño.

Se ve tan lindo frunciendo el ceño. Siempre lo hace.

—¡Hola, buenos días! —exclamó una mesera, enfrente de nosotros—. ¿Qué van a pedir?

—Un café simple —pedí, dándole una sonrisa.

—Lo mismo —farfulló Kacchan.

—Va, en unos minutos lo traigo. Si quieren algo más solo pidanlo.

Incorrecto (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora