Incorrecto (Katsudeku)

Capítulo 22

Katsuki

Estuve en esta cafetería al menos dos veces. Una con la bruja que tengo por madre y otra con Deku.

Con esta, serían tres.

—No sé si lo sabes, pero no estoy en la edad de estar perdiendo tiempo, jodida cara redonda.

—Ochako, Katsuki. Me llamo Ochako, no «jodida cara redonda» o «bastarda cara redonda». Aprende a tratar con personas, neandertal.

—Jódete, perra.

Suspira con fuerza. —Vale, iré directo al grano. —Revuelve con la cucharita la taza de té—. Himiko Toga me dio lo necesario para reunir pruebas de que los asesinatos e ilegalidades de Deku no fueron al azar. Puedo unir los cabos y demostrar que, a pesar de que sus métodos no fueron los mejores, cumplía el papel similar al de un héroe. Librar al mundo del mal.

—¿Y qué se supone que eso tiene que ver conmigo o el hecho de que ya está capturado?

—No seas imbécil, Katsuki. Tendría que ser estúpida como para no darme cuenta de que si hubieras querido atraparlo en serio, desde hace mucho tiempo que lo hubieras hecho. —Una sonrisita ridícula se posa en sus labios—. Te digo esto, porque sé perfectamente que él te gusta y que aunque sea en contra de tu deber, lo quieres libre. Por esa razón estoy aquí, diciéndote esto. Lo puedes ayudar.

Mierda. Estúpida cara redonda. La odio.

—¿Qué ganas tú con esto? —pregunto, inquieto.

Tiene que haber una razón para que ella esté tan dispuesta a ayudarme.

Para mi jodida sorpresa, su rostro se tiñe de un color rojo. ¿No será que...?

—Um... Es un favor... Yo... Este...

—No jodas. ¿Te gusta la perra loca que se cree vampiro?

Su rostro se vuelve aún más rojo y yo me siento malditamente idiota después de que asiente, afirmando su respuesta.

Yo, sintiéndome medio culpable porque me gusta un villano, mientras que esta desgraciada se daba la gran vida haciendo lo mismo que yo. Perra bastarda. La voy a matar.

—Bueno, mi vida amorosa no importa. Solo dime si vas a ayudarme o no, Katsuki.

¿Ayudarla a que Deku sea libre?

¿Ayudarla para que ese bastardo que tanto me gusta sea libre?

—Dime el maldito plan, y más te vale que sea convincente, porque si no, lo haremos según mis condiciones.