Capítulo 11

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Katsuki

Mentiría si dijera que no estoy hecho un manojo de nervios.

Esto es ridículo.

Yo, el grandísimo Katsuki Bakugo, nervioso por un tipo que, para variar, es un villano.

Necesito darme en la cara con un bate. O un ladrillo.

El que sea más efectivo.

Doy una última mirada a mi reflejo. Va, no me veo como que me hubiera arreglado, ¿verdad? Solo tengo mi camiseta sin mangas y el buzo negro mas nuevo que tengo...

Eso no significa que me arreglé, claro que no.

No tenía más ropa.

Si.

Eso.

—Mierda —suelto, levantándome del sofá, caminando a mi habitación. Definitivamente voy a cambiarme. Me voy a poner pijama. Para que no crea que me preparo por que él.

Mi plan se ve arruinado cuando abro la puerta del lugar donde duermo y lo encuentro a él, felizmente recostado en la cama con un libro mío en su mano.

—¿Qué demonios...?

Sus ojos se posan en mi y manda a volar el libro al otro lado de mi cama, sentándose de golpe y sonriendo.

—¡Kacchan! —exclama, ladeando su cabeza de esa forma que tanto me gusta—. ¡Tu habitación es muy linda! ¡Y tienes libros muy buenos!

Tú eres lindo y estás muy bueno, maldito Deku.

—¿Cómo carajo entraste? Este complejo departamental tiene la mejor seguridad, casi comparada con la de la U. A.

Suelta una carcajada. —¡Fue fácil! Solo use mi ilusión y me convertí en uno de los residentes. ¿Sabes? Es raro ser una chica, ese guardia de seguridad me miraba mucho. Tuve muchas ganas de cortarle la garganta por su lascivia con la chica que fingía ser.

—¿Por qué hablas de matar a alguien y no suena tan mala idea?

—Porque soy yo, dah. —Aplaudió feliz y me señaló—. Ahora vayamos a lo importante. ¿Veamos una película? —Se levanta, acercándose a mi—. He estado todo el día aburrido, esperando este momento como para que hablemos de algo más aburrido como el drama entre los villanos y héroes. ¡Hoy solo somos Kacchan y Deku!

Toma mi mano y me jala de vuelta a la sala de estar, como si conociera mi casa al revés y al derecho, sin dejarme más opción que seguirlo.

Mientras va delante de mi, observo algo raro. En su nuca, lo poco que se puede ver, hay una marca. ¿Un tatuaje?

Acerco mi mano a su piel, quitando los cortos mechones de cabello que osan interrumpir mi visión.

Deku se queda estático al sentir mis dedos en su piel, acariciando el tatuaje.

Es una mariposa. Pequeña, y de color rojo.

Espero que él intente apartarme, pero no lo hace. Solo se queda quieto.

Puedo sentir el ligero temblor en su cuerpo al momento de apretar la mano con la que me estaba tirando para seguirlo.

No se gira para verme.

—¿Que significa? —pregunto, sin dejar de acariciar.

—Libertad.

Esa palabra me confunde. ¿Libertad de qué?

—Kacchan —susurra, acercando su mano derecha para atrapar la mía en su nuca—. Se siente bien. Tu toque. Me gusta.

Eso hace que mi corazón palpite de forma rápida. Y que automáticamente siga mi camino por su cuello, bajando a sus hombros. Para este punto, ambas manos están liberadas y me veo libre para seguir tocandolo.

Entonces, sin decir nada, acercó mi cuerpo al suyo, pasando mis manos por su cintura y abrazándolo cn fuerza.

Esto se siente extraño.

Nunca había abrazado a una persona de esta forma e, inexplicablemente, siento que debería quedarme así por siempre.

—Siempre quise que alguien me abrazara de esta forma. —Escucho que dice. Escondo mi rostro en su cuello, a lo que suspira—. Eres cruel. Me das esta sensación de cariño y después querré tenerla siempre.

—¿Eso está mal? —inquiero, respirando el suave aroma a lavanda que desprende su cuello.

Desde hoy, es mi aroma favorito.

—Sí, me harás depender de ti y eso no es bueno. Voy a anhelar demasiado un abrazo así.

—Entonces quédate conmigo siempre. Te abrazaré todo lo que quieras aunque no sea parte de mi naturaleza estúpida.

Recarga su cuerpo sobre mi, acariciando mis brazos con sus manos.

—Es gracioso que actúes así, aun cuando solo llevamos un poco de tiempo de conocernos —susurra—. Imagina si nos conociéramos de toda la vida.

—¿Quién mierda dicta cuál es el tiempo necesario para que alguien te guste como me gustas? Porque se puede ir muy a la mierda. En todos los años de mi vida jamás me sentí así con nadie y ahora que lo siento, no quiero dejar de sentirlo —respondo.

—¿Esa fue una declaración?

—Tómalo cómo una advertencia. No me hago responsable de futuros imprevistos por un Katsuki enamorado. Solo tú tendrás la culpa de que ese monstruo empalagoso salga a la puta luz.

Se ríe.

Maldita sea, esa risa me trastorna. Quiero grabarla y guardarla para mi.

—Tampoco me hago responsable de un Izuku enamorado. Tú tendrás que lidiar con ello.

—Un jodido placer hacerlo, maldita sea.

Incorrecto (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora