Llegas a los dieciséis años. Tal vez y ya empiezas a cansarte de tantas preguntas sin sentido. ¿A quién le interesa atormentarse? Solo quieres empezar a vivir el momento.
Ya todos sabemos que la realidad de la vida. Es una cadena que no se detiene...
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Afrodita
Me encuentro en la tina del cuarto de baño.
El agua recorre cada centímetro de mi cuerpo semidesnudo.
Es muy ingenioso decir que un baño te hace sentiría una paz inmensa.
El agua tibia relaja mis músculos. Pero la paz no está, es todo lo contrario. No estoy tranquila y mucho menos tengo paz en mi vida.
Me carcomen el alma aquellos pensamientos por los que jamás creí atravesar, pero he tomado una decisión.
Miro a todos lados y la vista recae nuevamente en lo que hice. No hay marcha atrás. Lo hecho ya está después de repasar el "plan" los últimos días, la decisión fue tomada.
Observo en mi mano una reliquia adquirida años atrás. Mí pluma mágica ha sido mi mejor compañía a lo largo de los dos últimos años. Que me ha saciado en grandes ocasiones. Como dicen; "Me ha liberado".
El dolor que me consume por dentro ha sido inevitable controlarlo.
Tengo tanto en mí, que me es imposible concentrarme. Mi cabeza palpita, da vueltas, divagó tanto que ya no se si es un espejismo o es la simple realidad de esta cruel vida.
"Concéntrate" repito una y otra vez.
Mi noción de tiempo es tan vaga.
Logro entrar en si por alguna razón y percibo el toque repetitivo que taladra mi cabeza. "Quiero que esto termine ". Mi cuerpo empieza a pesarme al igual que la respiración.
Cierro los ojos y no sé si pasaron minutos o segundo porque ya no siento el taladro en mi cabeza. Ya no hay fuerzas, simplemente se siente pesado y empieza arder cada centímetro de mi cuerpo, al igual que mi propia respiración...
Medio abro los ojos al sentir un leve tacto en mi hombro. Todo es borroso, se siente tan irreal y un poco familiar la persona frente a mí.
Podría identificar más allá... pero es que, todo se siente raro e inexplicable.
Estoy intoxicada hasta la medula y con mis muñecas maltratadas, mientras el agua se va pintando a un leve carmesí.
―Permíteme― Habla con sutileza y con temor en la voz.
Esa voz... la reconocería en cualquier lugar y hasta en esta situación tan desafortunada.
Toma mi pluma con cuidado y pese a que mi vista se encuentra super desviada e ida sé que es una de mis personas especiales en la vida.
Inconscientemente poso mi mejor sonrisa, pero siendo realista él se lo busco al entrar y no dejar terminar esta situación.
Toma entre sus manos mi rostro. ―Escúchame bien. ―esclarece y por más que intente mantenerme todo se siente tan mal.
―Por nada del mundo cierres esos hermosos ojos.
"Hermosos ojos"
Sus palabras hacen eco en mis oídos y quedan guardadas en mi memoria.
―Nunca te dejare sola, me entiendes mi Sol.
"Mi sol..."
Adore ese sobrenombre desde que era niña.
― ¿Me lo prometes? ― Pregunto como una pequeña al verlo con los ojos cristalinos llenos de terror y sentir el hilo en su voz entre cortada con cada una de las palabras que salen de su boca.
―Por supuesto, tú sabes que jamás rompo una promesa.
―Nunca...
Solo asiento con la cabeza y me dejo envolver por sus brazos y por su colonia.
De un momento a otro se aleja.
Siento que pasa por mi cuerpo una toalla e intentando cubrirlo todo.
Intenta pararme, pero es imposible. No tengo las fuerzas, solo siento que me derrumbo con cada segundo que pasa.
Mi corazón empieza a palpitar con más fuerza, la respiración entre cortada. Arde cada vez más y creo que estoy lista para partir y dejar de ver al moustro que tanto me carcome y atormenta en vida.
Puedo decir que mi última vista fue maravillosa. Ver los ojos de aquel niño que tanto me movía desde años pasados.
―Luca, no puedo más. ―Tartamudeo en mis últimas palabras mientras lagrimas involuntarias caen.
Es lo último que le logro decir antes de derrumbarme en los brazos del chico de ojos color miel que siempre he querido.
Los recuerdos pasan como un ir y venir. Los mejores y los peores recuerdos, las pesadillas que logran carcomerte entera y las cuales me llevaron a la decisión de terminar con mi vida.
Solo tengo dieciséis años y me siento jodidamente rota.
☼
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