Pequeños rastros de sangre se quedaban impregnados en el pene de Momonga. Yuri gemía, de una manera que bien podía significar dolor o placer. Era difícil saberlo, y lo húmeda que estaba la sirvienta, y lo fuerte que se aferraba la vagina de Yuri al pene de su amo, lo hacían aún más complicado.
En ese rostro, colmado con éxtasis, dolor y placer, era difícil encontrar que emoción era la que gobernaba. Pero cuando Momonga pregunto a su pareja si estaba bien, esta solo respondió "Siga"
Quizás dolía, quizás quemaba y Yuri sentía su cuerpo desgarrarse por el miembro anormalmente grande de su amo entrando en su estrecha vagina, que no conocía más compañía que la que le daban sus propias manos. Pero aun si, ella lo quería todo, y no deseaba compartirlo con nadie. La mayor de las hermanas, la chica recta a cargo del gran ejercito de sirvienta, hecha para servir, mostro sus deseos egoístas, en este momento que era solo de ella y su señor.
Era difícil, era complicado, y ciertamente Momonga no tenia conocimiento de como evitarlo, mas haya de su propio instinto, pero sentía que estaba por llegar al orgasmo y en esta ocasión, no podía simplemente moverse más despacio, pues aún si lo hacía, esta vagina le succionaba, intentando obtener de él cada gota de su semilla.
Era malo. Yuri no era como Cixous. No era un homúnculo incapaz de concebir, sino una Dullahan, que aun siendo un no-muerto tenía un corazón que latía dentro de su pecho, y casi seguramente el resto de ella era como la de un humano normal, especialmente considerando lo cálido que se sentía su interior.
-¡Siga! ¡Siga! ¡Ainz-sama!-
Yuri cerro los ojos y apretó los dientes. Parecía fuera de sí, y cuando su cuerpo sintió que Momonga quería salir de ella, retirarse y desperdiciar su semilla, las piernas de Yuri abrazaron a su amo, y lo hicieron penetrarla, tan profundamente, que la cabeza del pene estaba empujando el cérvix. Las manos de Yuri, que habían estado sosteniendo su cabeza, se aferraron al cuerpo de su amo.
-¡Espera, YURI!-
Momonga lucho por liberarse de las piernas que lo ataban, y le hacían imposible una retirada. Para hacerlo peor, esa sensación de tocar la parte mas profunda de la sirvienta, fue letal. Ya apunto de venirse, Momonga empujo sus caderas por voluntad propia, incapaz de luchas contra el placer, ante al que aun era un vulnerable novato.
Derramo su semen en el interior de la sirvienta. Puso su semilla en ese campo virgen, sin tener idea de lo que pasaría.
Fue solo entonces que las piernas de Yuri perdieron fuerza y lo soltaron. Esta sirvienta no era nada comparado a la anterior. Su fuerza, su inexperiencia que daba un aire de tabú al momento, y sobre todo, esa actitud completamente basado en su deseo e instinto...
Momonga se aparto, saco su sexo del de Yuri, y observo como un poco de su semen salía junto a la sangre, que de nuevo demostraba la pureza de la sirvienta, que, a pesar de haber experimentado el dolor de su primera vez, tenia la mirada perdida, centrada en el techo de la habitación. Su cabeza había rodado, ya no se encontraba sobre su vientre sino en la cama, al lado izquierdo de su cuerpo. Y mientras el pecho se movía, la cabeza jadeaba.
No eran dos personas, eran solo dos partes de un todo, mas, aun así, Momonga sentía lo contrario, de la misma manera que Yuri. Una vez el cuerpo era separado de la cabeza, era como si se convirtiera un juguete, una muñeca perfecta; y la cabeza, se sentía mas como un intruso, un observador incapaz de participar en el acto que tanto le excitaba presenciar.
Era emocionante, era verdaderamente emocionante el ser visto sin la vergüenza de que hubiera un tercero. Era una relación de dos personas, que podía gozar del sentimiento impúdico de mostrarse, sin que esto atentara contra su privacidad.

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Overlord: Lujuria
FantasyLa historia de Ainz conquistando a todas las chicas de su mundo. Actualizaciones cada viernes.