Parte 5

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Este era por mucho uno de los momentos mas satisfactorios en la vida de Ainz. Hoy podría tomar el cuerpo de la sirvienta sin ninguna culpa. No seria como la ultima vez, cuando lo hizo impulsado por la locura, y lo termino lleno de arrepentimiento.

Esta vez sabía que Cixous lo quería, y que hacerlo no significaría ningún peligro. El secretismo con el que se manejaban las sirvientas era admirable, y la infinidad de detalles que incluyeron el trio adorador de las maids lo era igualmente.

Hoy no había ninguna emoción negativa en el aire, Ainz no sentía que estuviese haciendo algo malo. Muchos lo llamarían la situación ideal.

¿Pero entonces porque tenia este extraño sentimiento? ¿Por qué pese a gozar de confianza y un físico extraordinario, su amigo se negaba a entender la situación?

El pene de Ainz estaba flácido, no conseguía una erección. Aun si imaginaba a Cixous gritando salvajemente, aun si recordaba su aroma, no conseguía ninguna reacción bajo su cintura.

Asustado, el señor de la tumba se transformo en esqueleto y regreso al cuerpo humano, pensando que era un problema de la transformación, pero este método no resolvió nada.

El tiempo, además, se había terminado. Tímidamente Cixous entro a la habitación. Y vio a su señor con una expresión preocupada.

Ainz vio entrar a la sirvienta, completamente desnuda. Se concentro en sus enormes y bien formados pechos, en su estrecha cintura, en aquellas amplias caderas; devoro a aquella diosa con la mirada, pero pese a tener a una ensoñación frente suyo, no conseguía una erección.

Intento de todo después de ver la expresión preocupada de la sirvienta. Imagino a Shallter y Albedo, olvidando que debía verlas como hijas, lo mismo con las Pléyades y cada mujer hermosa que hubiese conocido hasta ahora. Cuando las fantasías se mostraron inútiles, Ainz comenzó a agitar su pene como si fuera a masturbarse, intento un estímulo físico, pero ni eso le funciono.

No entendía que pasaba. Su cuerpo era el de un nivel 100 con la estamina alta, este cuerpo era capaz de mantener un ritmo sobre humano, como bien había demostrado aquel día ¿Pero entonces porque ahora resultaba tan difícil?

-Yo... yo no se porque...- el rostro humano de Ainz se puso pálido, y corazón di un vuelco cuando vio a la sirvienta darle una tierna sonrisa, que el creyó era por lastima.

Vergüenza; vergüenza era todo lo que el amo de la tumba podía sentir.

-Lo entiendo...- dijo Cixous mientras mantenía una mirada compasiva que no ayudaba para nada a Ainz.

Por un momento, el overlord pensó que la sirvienta tomaría esto como una negativa, que saldría y mantendría una fuerte herida en su corazón. Eso hizo sentir aun peor a Momonga, pero entonces... Cixous camino hacia a él y acaricio su rostro humano, con suavidad y ternura.

-¿No esta seguro de esto verdad?-

-¡No! Te equivocas, yo si quiero hacer...-

-No me refería a eso, Ainz-sa... Ainz-

Por un momento, Ainz pudo ver en los ojos de Cixous una determinación admirable, y después la escucho decir su nombre, pero de una manera impensable para cualquier habitante de Nazarick. Ser tratado de esa manera... tan personal por una npc, tranquilizo el confundido corazón de Ainz.

-Lo entiendo- Dijo Cixous y abrazo con ternura a su señor.

Con delicadeza, la sirvienta puso la cabeza de su amo contra su pecho, pero no con un sentimiento de lascivia, no era un intento por causar excitación en su amo, por el contrario, tenia la firme intención de calmarlo.

Overlord: LujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora