Parte 18

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Había dos cosas que al parecer le incomodaban a Regina. La primera era que vieran su cola y la segunda sus orejas. No era por un sentimiento de rechazo a su naturaleza no-humana, se sentía orgullosa al ser parte de una noble raza de hombres lobo, pero la cola y las orejas eran delatoras. Ambas partes mostraban su estado de ánimo, y que la gente pudiera leerla tan fácilmente, le incomodaba.

Por eso mismo es que Momonga puso a Regina en la posición ideal desde la cual podía ver estas dos partes de ella. Por supuesto, de perrito.

A Yuri y a Cixous les quito la virginidad mientras las miraba a los ojos directamente, pero a Regina, aunque podía ver sus ojos reflejados en el espejo frente a ellos, lo que seguramente Momonga vería mientras le arrebataba la virginidad, seria su trasero en forma de corazón y su ano que temblaba con anticipación.

Había algo, un sentimiento ineludible cada vez que Momonga ponía sus ojos sobre el enorme y carnoso trasero de la sirvienta. Era quizás un instinto, pero deseaba tocarlo, poner sus manos sobre esa carne morena, masajearlo con insistencia solo para crear un sentimiento de adicción.

Regina estaba lista, pero Momonga como siempre, necesitaba de confirmación, un "Sí" tan fuerte y claro cómo se pudiera.

Momonga acaricio la vagina de Reina, que por orden de su amo no tenia permitido hacer otra cosa mas que permanecer sobre la cama apoyada sobre sus rodillas y manos.

Estaba mojada, tan profundamente excitada que dudaba seria mente de que fuera a sufrir alguna clase de dolor al momento de romper aquella importante membrana.

Como con Cixous tomo su mano empapada y la puso frente a Regina. Cixous había lamido los dedos con pena, y finalmente los introdujo en su boca para succionarlos, imaginando que era el pene de su amo, pero Regina, fiel a su naturaleza, la pequeña e inocente perra lamio con ahínco sus propios jugos que bañaban la mano de su amo.

Su lengua era más larga y más dinámica que la de Cixous. Momonga se sentía tentado a ponerle su pene dentro para experimentar esos movimientos que ahora eran puesto a demostración en su mano. Pero no era momento.

Esto era definitivamente un si bajo la lógica de uno de sus amigos. Pero Momonga quería más, quería algo mas de esta sirvienta acostumbrada a burlarse de todo el mundo.

Nunca quiso decirlo, procuro nunca pensar en ello, pero Regina se comportaba como la diva de una oficina. Aquella coqueta mujer de gran belleza que era consciente de ella y la explotaba al máximo, ya fuera burlándose de sus compañeros con bromas subidas de tono, o directamente llamándolos pervertidos por ver el escote que ella misma había abierto y señalado a propósito para ellos.

Momonga dio una nalgada al trasero de Regina. El sonido que se producía, Momonga sentía que podía volverse a dicto a él. Había un cierto placer en golpear y escuchar el sonido a la par que el gemido de la sirvienta y el posterior temblor de su cuerpo.

-Regina ¿lo quieres?

Overlord: LujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora