Parte 25

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Kenno, Evil Eye, la aventurera, la princesa caída en desgracia de un país destruido, era ahora una dama enamorada.

Su yo del pasado podría sentirse feliz al saber que algún día su mayor preocupación fuera gustarle a la persona que amaba, pero su yo actual no podía tolerar la situación.

Evil Eye estaba en la cama de su habitación al interior del pabellón dorado. Llevaba tiempo aquí, sola, reflexionando. Acaba de tener el atrevimiento de robarle un beso a su amado Momon, le agrado ver la cara llena de celos de Nabe.

¿Pero ahora que seguía?

Por lo que sabia Momon era un hombre fiel. Cada vez que buscaba información de su amado Momon, escuchaba las historias de bellas y voluptuosas mujeres que eran rechazadas por el aventurero.

EvilEye le había robado un beso, era cierto ¿Pero y si solo lo vio como la broma de una niña?

EvilEye se tocó el pecho, no había nada ahí. Al mirarse al espejo vio caderas estrechas, un cuerpo delgado en el cual incluso se marcaban las costillas. Su cuerpo mostraba la promesa de lo que en algún día debió convertirse. Una hermosa mujer, con atributos incluso superiores a los de su madre, pero ese día, en el que viera curvas en su cuerpo ya nunca llegaría.

EvilEye toco de nuevo su pecho. No era nada. Un hombre no podría sentir nada sexual por ella.

Su cuerpo no se comparaba al de Lakyus o al de las mujeres que Momon ya había rechazado. Y como hechicera seguía siendo inferior a Nabe. Kenno apenas y había podido con dos de las sirvientas que pelearon en Re-Estize, y ella se enfrentó a tres al mismo tiempo.

Como mujer y como guerrera era inferior, pero aun así...

-Momon...sama...-

Decirse a si misma que era inútil, no paraba la comezón.

Después de besar a Momon Kenno se encerró en su habitación, y sus compañeras tuvieron la decencia de ponerse tapones en los oídos. Esa hechicera creía ser silenciosa como un rato, pero cuando se perdía en sus fantasías, era casi como si quisiera ser escuchada.

Al recordar el tacto de esos labios, EvilEye sentía algo que no podía calmar, una comezón en lo profundo de su ser que sus dedos no podían alcanzar.

-Momon-sama...-

Se tocaba los labios intentando recordar la sensación, mientras frotaba lentamente, imaginándose que era su amado quien la tocaba mientras le besaba con pasión.

-Mo...mon...-

Sus caderas comenzaban a moverse junto con sus dedos, mientras ella se imaginaba como era tomada. Se mordió los labios por la frustración, nunca antes, nunca antes había experimentado un sentimiento así por alguien, por nadie, y ahora ese himen que durante siglos le pareció tan insignificante, se volvía un obstáculo.

Quería meter sus dedos y alcanzar aquello que le picaba, quería hacerlo, pero la aventurera no se rendiría, no sedería algo tan importante a sus dedos. Quería que fuera él... esta cosa que le pareció tan irrelevante en su profunda soledad, en sus años como aventurera, quería que fuera de él...

-¡Momon-sama!-

Su espalda se curveo mientras llegaba al orgasmo. La fantasía de ser tomada, el deseo de ser poseída le hizo sentirse mujer, pero ese sentimiento no hizo mas que hacer peor lo que sentía.

A pesar de haber alcanzado el clímax, no se sentía satisfecha, pero solo una vez estaba bien por un día. Si no tenia cuidado, gracias a su resistencia de no-muerta, podría seguir aquí todo el dia sin poder parar.

Días después de conocer a Momon fue lo mismo. No pudo detener su sesión de masturbación sino hasta que Gagaran irrumpió en su cuarto y le dio a conocer que habían pasado ya tres días desde que empezó.

Le daba asco todo esto... se daba asco así misma. Era solo una niña fantaseando con un héroe, no era diferente a todas las mocosas de la ciudad, y quizás ella tenia la misma oportunidad que ellas para estar con Momon, y esa posibilidad era 0.

Kenno comenzó a vestirse. Quizás practicar algo de magia en su encierro le haría pensar en otra cosa. Pero cuando Kenno estaba preparada para salir de la habitación.

-¡Ahhhhhh!-

Un gemido femenino, colmado de placer vino desde el otro lado de la pared.

-Que desvergonzados... ha esta hora del día...- dijo EvilEye en voz baja, llena de hipocresía.

Los gemidos venían de la habitación al lado de esta. La mujer que gritaba seguro debía de estar divirtiéndose, gimiendo tan fuerte, como si de hecho quisiera ser escuchada.

-¡Momon-sama!-

Al escuchar la voz que gritaba el nombre, EvilEye se congelo.

-¿Eh?

-Momon-sama... Momon-sama...- seguía gritando la mujer de al lado.

La voz que gritaba, era la de Nabe...

Overlord: LujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora