37| Aquiles y Patroclo 🧠

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El sonido agudo de la cafetera le anunció que ya podía servir en ambas tazas que estaban sobre la encimera, era sábado por la mañana y Yoongi sentía que se iba a desmayar en cualquier momento productos de los nervios. Dejó las escrituras del ensayo que estaba preparando sobre la mesa de centro y se levantó a buscar el café, Hoseok apareció en la puerta del baño con los ojos semi abiertos, el cabello todo desordenado y la vestimenta que usaba para dormir —Hoy...— un gran bostezo lo interrumpió —¿Saldrás con Jimin?— le preguntó mientras se sentaba en la barra frente a él y recibía la taza de café que le tendía Yoongi, sus manos aún estaban húmedas luego de habérselas lavado al terminar de hacer sus necesidades.

—Sí, debe estar por llegar ¿dónde irás tu?

Hoseok bebió un sorbo y sonrió adormecido, el pelinegro sabía que algo se traía entre manos —Cuando ustedes vuelvan de donde sea que vayan, yo me iré a pasar la noche a casa de Taehyung para dejarlos solos.

Yoongi lo miró indignado y se sentó frente a él con su respectiva taza de café entre las manos. Luego de casi dos semanas, su hombro dejó de dolerle por completo, se integró nuevamente a los entrenamientos y se permitía disfrutar cada vez que veía a Jimin ingresar a la cancha para hacerles compañia desde las gradas. Su vida estaba yendo bastante bien, había logrado mantener en alto sus calificaciones en la universidad y sustentar gran parte de sus gastos económico gracias a todo el dinero que ahorró en los tres años que trabajó antes de ingresar a los estudios superiores. Los Jung lo habían ayudado bastante, pero él quería lograr independencia para no seguir siendo una carga, a pesar de que la familia siempre se había mostrado complacida de ayudarlo.

Tres golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos, se levantó e intentó ordenar un poco su cabello húmedo, sabiendo que era Jimin quien llamaba del otro lado. Cuando abrió, una linda sonrisa de mejillas abultadas y ojos pequeños lo recibió, su menor traía un bolso azul colgado al hombro, Yoongi supuso que ahí dentro tenía su ropa y demás cosas que necesitaba para pasar la noche con él. Lo hizo pasar al interior del departamento y le quitó el bolso de las manos para ir a dejarlo al interior de su habitación.

—Hola, Jimin— lo saludó Hoseok con los ojos cerrados y un rostro de muerto viviente, la noche anterior se había quedado hasta tarde resolviendo unos problemas matemáticos de su último trabajo.

Jimin le devolvió el saludo sin dejar de observarlo preocupado —Sería bueno que te coloques bolsas frías de té sobre los ojos— el menor se sentó a su lado y le bajó un trozo de cabello rojo que parecía no conocer lo que era la gravedad —Dicen que son buenas para aliviar las ojeras.

Yoongi volvió a aparecer en la sala con un morral entre las manos, listo para salir con su menor —¿Quieres tomar o comer algo antes de irnos?— le preguntó a Jimin, recibiendo una negativa como respuesta.

—Tendré en cuenta eso de las bolsas de té— dijo Hoseok, se despidió de Yoongi con unas palmaditas en el hombro y caminó hacia su habitación con la taza de café caliente entre las manos, Manchas se levanto del sillón en el que estaba durmiendo para seguirlo al interior de la estancia, jamás se separaba de Hoseok, y cuando el no estaba, solía quedarse sentado sobre la tapa del inodoro a la espera de su dueño —Diviértanse.

—Es un obsesivo compulsivo con sus ecuaciones matemáticas y planos arquitectónicos— habló Yoongi mientras buscaba las llaves del departamento —Le digo que puede hacerlo al día siguiente pero nunca me hace caso, y siempre termina así de agotado.

—Hay personas que no entienden la palabra "descanso", hyung.

El pelinegro guardó las llaves en su morral y caminó hacia la puerta —No sé porque me da la impresión que eres una de esas personas— Jimin lo miró con una sonrisa traviesa plasmada en los labios, llevaba una remera que dejaba a la vista sus atractivas y definidas clavículas, dándole un aspecto un tanto femenino y grácil.

¡Hey, cerebrito! || JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora