11| No es mi novio... 🧠

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Un rebote, dos rebotes, tres rebotes. Pase.

Recibe.

Un rebote, dos rebotes, tres rebotes. Pase.

-¡Hyung!- el grito que profirió el castaño le quitó la concentración y todo el ritmo que había logrado forjar hace apenas unos minutos -¡Cuidado!

Giró su cuerpo y en un acto reflejo alcanzó a recibir el balón que iba directo a su rostro. Taehyung trotaba hacia él desde el otro extremo de la cancha, muy preocupado -Lo siento- le dijo cuando llegó a su lado -Le salieron patitas y salió corriendo.

Yoongi no pudo evitar sonreír con ternura, sabía que Taehyung solo intentaba animarlo. Luego de la conversación que había tenido con Jimin en el baño, llegaron al acuerdo de que pasara el resto del día con ellos, y a pesar de que ninguno de los dos le mencionó algo a Taehyung, él logró darse cuenta de que Yoongi estaba triste por algo. No preguntó ni mucho menos indagó en el tema, sólo se dedicó a soltar ocurrencias de vez en cuando para intentar animarlo y hacerlo reír, justo como ahora.

Le devolvió el balón, lanzándolo por el aire -¿Cómo llevas el primer día?

Taehyung no alcanzó a responder pues el silbato que hizo sonar el entrenador lo interrumpió -¡Cambio!- aquello significaba que debían dejar la actividad que estaban haciendo anteriormente y comenzar una nueva, en este caso, encestar. El castaño formuló un "despues" silencioso con sus labios y salió corriendo hacia el aro que le quedaba más cerca. Yoongi negó con la cabeza e imitó la acción, corriendo hacia el aro contrario para evitar chocar con sus demás compañeros de equipo.

Cuando llegó, vio como un pequeño haz de luz se filtraba desde la puerta de entrada hacia la cancha, levantó su vista con curiosidad y se topó con la figura esbelta de Jimin, quien estaba tratando de sacar un tercer brazo para sujetar la puerta y evitar que esta provocara un estruendo horrible al cerrarse. Llevaba en su hombro la bata de laboratorio junto con su morral, y en ambas manos traía dos botellas de agua y pequeños snacks de golosinas, cuya marca comercial Yoongi no lograba identificar por culpa de la distancia que pp los separaba.

Luego de meditarlo un par de segundos, se las ingenió para cerrar la puerta sin hacer tanto escándalo y sonrió victorioso, contagiando a Yoongi en el camino y dejándolo con una sensación extraña en el pecho. Su difunto padre siempre solía decir que las sonrisas eran una de las cosas más hermosas que una persona podía llegar a crear.

Y al parecer tenía razón, porque gracias a las múltiples sonrisas que le otorgaba Jimin, él no estaba tan triste como se supone que debía estar con el asunto de su madre. De alguna forma, el menor estaba alivianando ese dolor.

-¡Mueve tu trasero!- sin percatarse, el entrenador llegó a su lado y prácticamente le gritó al oído -¡Después observas a tu novio!- aplaudió con las manos, casi empujándolo para que siguiera el ritmo que llevaban sus compañeros de equipo. Yoongi refunfuñó y dio un último vistazo hacia donde estaba Jimin, llevaba las manos ocupadas y venía bajando por las escaleras de las gradas para llegar hasta las bancas, el pelinegro sentía que en cualquier momento lo vería rodar por ahí.

-No es mi novio...- murmuró por lo bajo antes de continuar con la actividad.

El resto del entrenamiento se basó en escuchar los gritos del entrenador hacia Yoongi por estar distraído, ver a Taehyung trastabillar en la cancha, sentir las respiraciones agitadas de todo el equipo y oír las exclamaciones de júbilo que lanzaba Jimin cada vez que los veía hacer algo impresionante, como por ejemplo, encestar desde la mitad de la cancha.

Luego de dos horas, el entrenador Choi detuvo los ejercicios y los llamó al centro, siempre que solía hacer eso era para dar por terminada la práctica -Hace un par de días les comenté que estaba intentando organizar un partido amistoso con otra universidad- todos asintieron en silencio, ya que el cansancio superaba las ganas de hablar -Pues bien, será dentro de dos semanas, por lo tanto los entrenamientos subirán de intensidad y serán tres semanales- apuntó con el dedo índice a Chan y a Yoongi, el escolta y la base del equipo, siempre que había un partido, Chan debía proteger a Yoongi y asegurarse de que llegara con el balón al aro enemigo para que lograra encestar -Ustedes dos tienen que concentrarse, no quiero errores en los entrenamientos o se quedarán en la banca.

El pelinegro frunció los labios y asintió, quedarse en la banca era el peor castigo que puede existir para alguien que práctica un deporte.

-Pueden irse- algunos terminaron de estirar y otros se fueron a los vestidores. Yoongi buscó a Taehyung con la mirada y lo encontró un par de metros más allá, tirado en el suelo. Minki estaba inclinado sobre su rostro, muy sonriente, al parecer estaban conversando y bromeando sobre una algo.

Una cosa helada se posó sobre su mejilla y lo hizo pegar un respingo, cuando se volteó, se encontró con la sonrisa juguetona de Jimin y una botella de agua con un hielo flotando en el interior -¿Cómo estas?- le preguntó.

-Mejor...- tomó la botella y le sonrió de vuelta, quedaría endeudado de por vida con Jimin si él seguia comprándole cosas -Aunque cansado.

-Taehyung está peor que tú- dijo mirando sobre su hombro -Tendrás que ayudarme a cargar con él.

Yoongi rio bajito y regañó a Jimin con la mirada -No seas cruel, podrá levantarse, dale un par de minutos- se acercaron al menor, viendo como seguía jugueteando con Minki, él era una de las personas más agradables y carismáticas que habían dentro del equipo. Su rostro era muy parecido al de una chica, adoraba pintar sus uñas de colores claros y vestir ropa que fuera el doble de su tamañano.

-Tengo curiosidad por saber que universidad será -les comentó cuando los vio llegar, deteniendo el ataque que tenía sobre Taehyung y mirándolos con una linda sonrisa.

Yoongi asintió -Es mejor saber a qué nos enfrentamos desde antes. Lástima que el entrenador nunca nos dice hasta que llega el día.

Taehyung gruñó desde el suelo -¿Acabo de entrar y ya tenemos un partido? Dios, no voy a salir vivo de aquí- movió su cabeza de lado a lado, frunciendo el entrecejo y lloriqueando infantilmente.

-Sólo hemos perdido tres veces- dijo Minki mientras se enderezaba y tomaba sus cosas para irse a los vestidores -Esta no tiene que ser la excepción- Taehyung hizo un puchero y se despidió de él con un movimiento de mano, Minki les hizo una leve inclinación antes de irse y desapareció por la escalera.

-Levántate- dijo Jimin -No puedes comer ni beber en el suelo- Yoongi miró el perfil del menor y los pequeños aritos que parecían ser de plata seguían ahí colgados, balanceándose hacia todas partes cada vez que él movía la cabeza.

-Cinco minutos más...-murmuró el castaño. Jimin sólo rodó los ojos y se giró hacia donde estaba Yoongi, encontrándose con la mirada curiosa del mayor. Ninguno de los dos supo cómo reaccionar, tenían la intención de apartar la vista debido a la vergüenza -sobre todo Jimin- pero sus sistemas nerviosos parecía no querer responder.

-Hyung...- habló el menor con un hilo de voz, intentando disipar el ambiente algo tenso que se había formado de un segundo a otro-¿Harás algo los próximos días?

Yoongi parpadeó repetidas veces ante la pregunta, logrando apartar la vista de los astutos y resplandecientes ojos castaños que poseía Jimin -Aparte de seguir viviendo y asistir a la universidad, no haré nada- se encogió de hombros y abrió la botella de agua que le había entregado el chico frente a él hace un par de minutos.

Y mientras ingería el líquido, por el rabillo de su ojo percibió la pequeña sonrisa que se formaba en los labios del menor -Eso es bueno. Cuando sea hora de almorzar siéntate con nosotros- le tendió un paquete de galletas, una de las mejores y más caras que existían en Corea debido a su alto contenido en proteínas, fibras y minerales, todo lo que necesita alguien que practica deporte -Me haría feliz...pasar un poco más de tiempo contigo, sólo si quieres, claro. No es obligación.

Yoongi soltó una pequeña risita, haciendo que sus encías salieran a la luz y le dieran un aspecto aniñado e infantil, como el de un niño que está siendo consentido por sus padres. Jimin era el ser más tierno que había conocido en su corta existencia -Sí quiero- le dijo, admirando como la sonrisa del menor se volvía aún más ancha y convertía ambos ojos en dos medias lunas que resplandecen de la misma forma cada vez que el sol se oculta.











¿En qué se asemejan una sonrisa y un atardecer? En que ambos brillan con la intensidad de mil estrellas.

¡Hey, cerebrito! || JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora