34| Deseo a las estrellas 🧠

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Maratón 4/4

Yoongi se montó con cuidado sobre el regazo de Jimin, disfrutando del suave aroma masculino que desprendía el cuerpo de su menor. Estaban ebrios y ninguno de los dos calculaba bien sus movimientos, pero el pelinegro no podía pedir otra ocasión más perfecta para estar de ese modo tan íntimo con él. —¿Conoces alguna forma de hacer que una noche sea eterna?— le preguntó al separar sus labios húmedos por la saliva. Los ojos castaños de Jimin lo miraron de la misma forma en que un marino ve el mar luego de un largo tiempo sin navegar, absorto en la perfección y belleza de algo que amaba.

—Desgraciadamente no— susurró bajito. Se levantó de la cama llevando a Yoongi sobre sus brazos, lo dejó bajo las tapas y luego se recostó a su lado. El pelinegro se negaba a dormir, quería detener el tiempo y guardar ese momento en un frasco de vidrio, únicamente para poder revivirlo cada vez que sienta que su mundo se viene abajo, Jimin se había convertido en su camino brillante, en su espacio fuera del mundo real, lejos de su madre y del recuerdo de su padre.

Tomó una mano del menor y la llevó entre la oscuridad de la mantas hacia su muslo descubierto, notando como su piel se erizaba bajo el toque ajeno —Ojalá las estrellas pudieran hacerlo— vio una sonrisa aparecer en el rostro de Jimin y sintió la mano recorrer la extensión de su piel con infinita parsimonia, solo disfrutando de la calidez que otorgaba el cuerpo humano.

—No le pidas deseos a las estrellas, hyung— susurró Jimin muy cerca de sus labios. Estaban frente a frente, mirándose a los ojos con la luz de los astros ingresando traviesamente por la ventana, la luna no se veía por ninguna parte, pero el cielo de Seúl estaba lleno de estrellas, que gracias a la altura del edificio, podían apreciarse bastante bien.

—¿Por qué no, cerebrito?— cuestionó Yoongi, suponiendo de antemano que eso tendría una explicación científica. Subió sus dedos hasta la oreja de Jimin para juguetear con los dos aretes de plata que colgaban de ella, esperando una respuesta.

—Porque puede que la estrella a la que le estés pidiendo el deseo se encuentre muerta*

—¿Cómo así?— Yoongi lo miró confundido, tratando de no distraerse con la suave caricia en su muslo.

—Se dice que mirar las estrellas es mirar al pasado— Jimin subió su mano hasta llegar a las caderas de Yoongi, disfrutando de como este se removía ansioso por el toque —Supongamos que la luz de esa estrella que se ve ahí— apuntó con su barbilla la ventana que estaba a su espalda —Tarda una hora en llegar a la tierra para ser vista por nuestros ojos, entonces si esa estrella muere justo en este momento, nosotros nos enteraríamos después de una hora, porque la luz que está proyectando ahora, es de hace una hora atrás, entonces recién al cabo de una hora, ya no habría nada.

—Ni en tu mirada me pierdo tanto— bromeó Yoongi dejando ver una tierna sonrisa en sus labios, se había mareado bastante con la repetición de la palabra "hora". Levantó los brazos de Jimin y se ocultó en su pecho, sintiendo por sobre la tela de la remera la marca de unos medianamente definidos pectorales, la ciencia nunca fue su fuerte, pero adoraba oír a ese hombre hablar acerca de lo que le gustaba.

—Aunque claro...la luz de las estrellas no tarda tan poco tiempo en llegar, por lo general tardan millones de años debido a la distancia a la que se encuentran, por eso también es que se ven tan pequeñas— Jimin profundizó el abrazo y metió una de sus piernas entre las del mayor, intentando acaparar todo el cuerpo ajeno para poder disfrutar de su aroma, tacto y calor hogareño —Así que tal vez le estés pidiendo un deseo a la nada.

Yoongi hundió su nariz en el cuello del menor, respirando profundo al sentirse seguro en los brazos de alguien —Entonces te lo pediré a ti— dejó un pequeño beso en el lugar, justo a la altura de las clavículas —Quedémonos así para siempre, por favor.

¡Hey, cerebrito! || JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora