50| Santos cielos, mamá 🧠

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La señora Jung se acercó a él y le besó las mejillas con cariño, tenía los labios helados y un poco resecos. —Mi niño...— esas palabras fueron suficientes para que Yoongi sintiera sus ojos humedecerse otra vez, se sentía débil, afligido, y no podía hacer nada para retener sus emociones —Perdóname...yo no sabía que Han se iba a presentar de esa forma.

Han, ese era el viejo apodo de su madre, quizás desde cuando que la señora Jung tiene contacto con ella.

El aliento cálido de la mujer le golpeaba el rostro, siempre olía a menta, a ella le encantaba el masticable de menta. Elevó sus manos hasta tomar la diestra de la señora Jung, estaba sentado sobre su cama y la chaqueta de Jimin seguía sobre sus hombros —Gracias por venir, nona— fue todo lo que pudo decir, el calor de madre que conocía era el de ella, jamás podría culparla de algo, aunque eso no quería decir que no estuviese un poco molesto con ella por permitir que todo llegara hasta este punto tan complicado.

Se recostó en el hombro de la mujer, observando a través de la puerta abierta de su habitación que Taehyung y Hoseok estaban conversando, el castaño estaba moviendo las manos, parecía estar sugiriéndole algo, mientras que su amigo -con el rostro serio y los brazos cruzados- sólo se limitaba asentir con la cabeza. Al cabo de un rato, Jimin se cruzó en su campo visual, pasando por al lado de los dos hombres con una taza de té caliente entre las manos.

—Es de manzanilla— le dijo cuando llegó a su lado y se hincó, quedando a la altura de sus rodillas —El compuesto químico apigenina induce a la somnolencia cuando se une a ciertos receptores que tiene tu cerebro, es por eso que a esta planta se le asocia un efecto sedante en el sistema nervioso, es más sano para tu cuerpo que las pastillas.

Yoongi curvó sus labios en una media sonrisa y recibió el líquido amarillento que le ofrecía, incluso en estos momentos, oír a su menor hablar de ciencia le resultaba reconfortante, porque se había vuelto parte fundamental de día a día. La señora Jung lo separó de su cuerpo para que pudiera tomarse el té con precaución, no hacía falta un accidente con agua hirviendo en estos momentos.

—¿Cómo te llamas, cariño— le preguntó a Jimin —Hoseok no me había dicho que tenían amigos nuevos.

—No tengo que contarte todo, mamá— murmuró por lo bajo el pelirrojo cuando entró a la habitación para buscar unas cosas.

Jimin rio divertido y se acomodó un mechón de cabello que caía rebelde por su frente. —Soy Jimin.

—Oh...— la señora Jung se inclinó, entrecerrando los ojos —¿Tu padre es Park Jihyung?— tenía el mismo mal que su hijo, no sabía guardar silencio, hablaba incluso cuando no debía. Pero a decir verdad, los secretos corren la misma suerte en el mundo de los ricos que un pueblo pequeño, se esparcen igual de rápidos que el viento.

—Mamá...— la regaño Hoseok sin mirarla, estaba concentrado en sacar unos planos atascados detrás del estante. Yoongi no tenía idea de como llegaron esos planos a su habitación.

—No te preocupes, Hoseok hyung— Jimin descansó su mano sobre los nudillos del pelinegro —Sí, mi padre es Park Jihyung— por primera vez lo decía sin culpa, sin remordimiento alguno.

La señora Jung se percató de la acción del menor y volvió a inclinarse, esta vez, mirándolo cómplice —¿Ustedes dos están juntos?

—Santos cielos, mamá— volvió a murmurar Hoseok con una mezcla de diversión y exasperación, no sabía como callar a su progenitora —Estamos aquí para animar a Yoongi hyung, no para interrogarlo sobre su vida privada. Ni a él ni a Jimin— un estruendo se dejó oír cuando logró sacar los planos que quería, no sin antes derribar un cajón y safar media puerta del estante.

—Tu pagarás el arreglo— murmuró Yoongi, llevándose la taza a los labios y mirando con lástima la puerta que quedó colgando.

—Sí, ya lo sé.

La señora Jung no siguió preguntando, pero la pequeña sonrisa en sus labios resecos, le indicó a Yoongi que ya sabía sobre la relacion -no formal, aunque quizás ella pensaba que sí lo era- que mantenía con Jimin, el pelinegro esperaba poder presentárselo a los Jung como su pareja, en algún futuro, cuando el desastre en sus vidas logre arreglarse. 

Jimin levantó las tapas de la cama para tenderse junto al pelinegro

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Jimin levantó las tapas de la cama para tenderse junto al pelinegro. Se acercó por detrás y coló su mano izquierda sutilmente por la cintura hasta dejar que descansara sobre el vientre del mayor, no era de noche, sólo era media tarde, pero no habían encontrado ninguan forma de que el pelinegro quisiera hacer otra cosa aparte de acostarse y llorar, y según los tres amigos, era mejor que estuviera llorando en la cama, a que estuviera llorando en el balcón, casi congelandose por el viento helado que corría.

Yoongi se removió, acurrucándose aún más en el cuerpo de Jimin, sintiendo en su espalda el pecho firme del menor —No sabía que estabas con Hoseok— murmuró bajito, refiriéndose a que solo llamo a su amigo con la llegada de Haneul, y terminaron apareciendo sus dos menores sin previo aviso.

—En realidad no estaba con él— acarició con la yema de sus dedos la tierna piel del vientre, disfrutando del olor a shampoo que emanaba del cabello negro de Yoongi —¿Recuerdas que te dije que iría a hablar con Taehyung?— él asintió —Bueno, cuando iba llegando a su casa, Hoseok iba saliendo de ahí y chocó conmigo sin querer. Cuando se dio cuenta de que era yo, me tomó del brazo y me arrastró a su auto, Tae nos siguió al oír que se trataba de ti, y al final, terminamos los tres arriba del auto de tu amigo. En el camino hacía acá, me explicó que tu mamá había vuelto. 

—No sabía que Hoseok estaba hablando con Taehyung.

Jimin rio bajito ante lo desconcertado que parecía el pelinegro —Nunca te enteras de nada, hyung. 

Yoongi lo golpeó con el codo. Al rato sintió como Jimin subía su mano, recorriendo la boca de su estomago y el incio de sus pectorales, hasta finalmente detenerla justo en el lugar donde estaba su corazón, latiendo despacio y tranquilo, descansando ante la presencia de alguien que no lo iba a soltar, por muy feas que se pusieran las cosas. —¿Qué piensas hacer ahora, hyung?— acarició con serenidad él lugar, como intentando suavizar aún más la pregunta, pero lo que Jimin desconocía, es que el solo hecho de oír su voz, hacía que el cuerpo de Yoongi entrara en un estado apacible. 

—No tengo idea— le respondió, permitiéndose ser totalmente sincero con su menor —Cuando era adolescente siempre imaginé esta situación, siempre creí, e incluso quise, que ella volviera. Pero ahora...ahora era lo que menos quería. 

Jimin le besó la nuca, antes de entrar a la habitación, se había quedado hablando con su amigo para que le consiguiera una hora a la peluquería lo más pronto posible, necesitaba lograr que Yoongi se distrajera de algún modo, y pensaba utilizar su cabello para ese fin —¿No has pensado en que quizás hablar con ella, aunque sea escucharla, te de un poco de tranquilidad?— no obtuvo respuesta a cambio, sabía que su mayor a veces hacía eso, dejaba que la otra persona hablara y él sólo escuchaba —Hyung...algo que aprendí de ti, algo que me enseñaste, es que las cosas se hablan. Durante estos siete años tú siempre quisiste que ella te explicara el porqué se fue sin decirte nada, quizás por fin logres obtener esa respuesta.

—¿Y qué haría con esa respuesta?— las palabras se le cortaron a medio camino, Jimin lo abrazó aún más fuerte, como si con eso pudiera impedir que sintiera dolor —N-no te vayas, Jimin, por favor. 

—No me iré— las manos del mayor se posaron sobre la suya, ambas diestras sujetando lo único que lo mantenía en la tierra, el firme y decidido tacto de Jimin —Aquí voy a estar cuantas veces me necesites, tranquilo.


¡Hey, cerebrito! || JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora