27| Ulalá señor francés 🧠

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—Antes de que comience a gritarme— dijo Yoongi levantando las manos en forma de rendición mientras caminaba por la cancha hacia donde estaba Choi mirándolo enfurecido —Creo que en el partido me lesioné el hombro, no lo puedo levantar sin que me duela.

El entrenador relajó su expresión —¿Te revisó la enfermera de tu área?

El pelinegro negó con la cabeza, buscando alguna excusa rápidamente, pensaba ir antes de presentarse al entrenamiento, pero la llegada de Jimin provocó que eso fuera imposible —Estaba pensando en ir mañana, hoy no pude por un ensayo escrito que debía entregar antes de venir aquí— mintió.

Choi asintió con la cabeza sin darle mayor importancia. —Sería bueno que hoy solo vieras el entrenamiento— le dijo —Si tu hombro está lesionado no quiero sobre-exigirte.

Yoongi sonrió de medio lado, el entrenador podía ser un poco idiota en algunas ocasiones, e incluso no solía tener piedad con sus oídos. Pero dentro de toda esa masa gigante de grasa y músculos, el pelinegro sabía que Choi buscaba lo mejor para cada uno de ellos. —Gracias.

Pasó por su lado hasta llegar a la banca del equipo, donde se encontró con las prendas de sus compañeros esparcidas por todo el lugar, cuando tenían que cambiarse en los vestidores eran iguales, parecía una habitación compartida. Dejó su morral en el suelo y se sentó en el espacio vacío a descansar, el pómulo derecho aún le dolía producto del golpe que se dio contra el suelo en el partido, pero por fortuna no le quedó ningún moretón. Taehyung lo saludó desde uno de los aros, sonriendo travieso y haciendo muecas de amor, insinuando que había visto lo que sucedió hace unos segundos con Jimin, Yoongi solamente le mostró el dedo del medio y lo ignoró, dispuesto a sacar la tableta de su bolso para seguir editando el archivo de marketing que debía entregar en una semana más.

Y en eso se pasó casi media hora, oyendo los gritos de Choi y el rebotar de los balones contra el suelo de la cancha, disfrutando de los gestos de sufrimiento que hacían sus compañeros para intentar hacerlo reír, ser el capitán de ese equipo era algo de lo que Yoongi jamás estaría arrepentido. Unos minutos después, por el rabillo de su ojo notó que la puerta principal de la cancha era abierta, extraño, subió su mirada pensando que quizás se encontraría con Jimin, y sí, pero también venía acompañado por el presidente del Centro Estudiantil, Jeon Jungkook, ese crío tenía un aura peculiar, era de pocas palabras, muy educado y demasiado tímido, pero curiosamente logró ganarse la aprobación de casi toda la universidad. Yoongi no participó de las elecciones porque realmente no le interesaban, pero estaba conforme con tener a ese chico de representante.

Cerró el archivo que había estado editando y guardó la tableta en su morral para ir a recibir a sus menores, los vio bajar por las escaleras de las gradas mientras conversaban animadamente, casi coqueteando, hasta llegar donde estaba él —Buenas tardes, Yoongi hyung— lo saludó Jungkook con una leve inclinación —El Centro de Estudiantes le envía felicitaciones por su desempeño como capitán.

«Demasiada formalidad» pensó Yoongi frunciendo el ceño, no estaba para nada acostumbrado a eso, nunca se había rodeado con los altos mandos, ni de la universidad ni de los estudiantes. Alguien que le diera un manual sobre como responder, por favor.

—Jungkook-ah me preguntó donde podía encontrarte— dijo Jimin con simpleza, notando que su mayor se había quedado trabado y sin palabras —Tiene que hablar contigo por lo de la fiesta y eso, así que lo traje hasta aquí.

Al oír aquello, Yoongi juntó las piezas y pudo reaccionar —Toda la razón— levantó su índice y le dio una sonrisa de gomita para disculparse —Dame un segundo, llamo a los demás y podremos conversar sobre la fiesta.

Vio a Jungkook asentir algo confundio, pero aún así, se dio la vuelta y llevó sus dedos a la boca para silbar lo más fuerte que sus pulmones le permitían, llamando la atención de sus compañeros y dejando adoloridos los tímpanos de sus menores, debía trabajar en el manejo del volúmen. Les hizo una seña para que se acercaran, e incluso Choi entendió el llamado.

¡Hey, cerebrito! || JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora