Capítulo 8

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Capítulo 8

—¿Estás seguro?

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—¿Estás seguro?

—Nunca antes lo había estado tanto.

—¿Y dices que ella tenía pinta se recién levantada?

—Diría de recién follada, más bien.

Miré a mi amigo largo y tendido. Me había llamado esa misma mañana, a primera hora, para citarme en la cafetería de la universidad una hora antes de que empezara nuestra primera clase. Había alegado que era un asunto demasiado importante como para decírmelo por teléfono.

Así que ahí estábamos, sentados frente a frente, con las bebidas humeantes a medio terminar. No sabía cómo sentirme con la noticia que me había dado Maxwell. Según él, se había encontrado ese mismo domingo a Destiny en una posición muy íntima, al parecer, con el mismo tío de la fiesta al regresar a casa de Minnesota.

—¿Y si solo es un amigo al que ha invitado a dormir?

Pero ni yo mismo me lo creía. Solo hacía falta ver lo guapa que era Destiny, con ese pelo rubio brillante, esos grandes ojos almendrados, su cuerpo de infarto y esa sonrisa irresistible. Si tan solo hubiese sido valiente y no me hubiese alejado...

—Tú y yo sabemos que no es eso lo que ha pasado. Él la estaba sujetando de la cintura y tenían las bocas casi pegadas. Eso no lo hacen los amigos.

Arrugué el morro.

—Ya, bueno. Pero, ¿no te parece extraño que Destiny nunca lo haya mencionado? Si fueran pareja de verdad, lo mencionaría, ¿no crees? Me refiero, cuando estabas en la etapa de «Luna de miel» no dejabas de contarnos lo que habíais hecho Venus y tú o los planes que habías pensado. Nunca la he escuchado mencionar nada parecido.

—Eso es porque no sois tan amigos —contraatacó. Admito que sus palabras me escocieron, porque eran verdad. Si bien habíamos quedado como solo amigos, no nos comportábamos como tal. «Los amigos no se besas», recordé con amargura—. Además, no dejas de perseguirla como el gato al ratón. No me extraña que no te cuente nada.

Durante unos segundos mantuve la cabeza gacha. El café que había pedido estaba medio frío cuando le di un sorbo. Al volver a clavar la vista en él, sentí que debía sincerarme. Por algo era mi mejor amigo.

—Hace unas semanas vi a Destiny sola en un parque cerca de donde vivo. Leía y no me pude resistir. Me acerqué a ella. No sé qué me pasa, pero siempre que la veo, que la tengo cerca, hago el tonto. ¿Te puedes creer que le quité el libro y me reí de sus gustos?

—¡Eres un imbécil!

Me llevé las manos a la cara.

—Soy un imbécil —repetí.

—¿Cómo se te ocurre tratarla así? Es que, tío, si tanto te gusta, deberías demostrárselo.

Me crucé de brazos.

Destiny. Escucha mi voz (Serie «Chicas guerreras» 2) (#PGP2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora