Capítulo 12

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Capítulo 12

Almorcé en la barra de la cocina

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Almorcé en la barra de la cocina. Todo estaba sumido en un completo silencio. Miré a mi alrededor. Todavía era capaz de escuchar el eco de su risa, su voz retumbando por cada estancia. Había sido una locura, si lo pensaba en retrospectiva. ¿En qué momento se me ocurría invitarla a dormir? ¿En qué momento ella había aceptado?

La noche anterior la veía envuelta en una bruma colorida, donde ambos nos habíamos acercado, sin querer, el uno al otro. Nunca antes me había sentido tan atraído hacia una mujer, nunca antes había sentido tantas ganas de besarla. ¿Qué tenía ella que me hacía no poder dejar de pensar ni un segundo en ella?

Inteligencia, atractivo y personalidad.

Nunca antes había conocido a una chica como Destiny. Era ingeniosa, guapa, inteligente... y podría seguir con la lista. Había algo en su manera de ser que me hacía querer no separarme de su lado. Quería conocer cada una de sus facetas, aquello que parecía esconder tras esa sonrisa radiante, esa tristeza que a veces veía en sus ojos. Me encantaría cubrirla con mis brazos, acariciar su piel con las yemas de los dedos y besarla como se merecía.

¿Cuándo me entraría en la cabeza que lo nuestro no podía ser?

Ahora repítetelo hasta que te lo creas.

Tiré a la basura los restos del almuerzo, un tanto avinagrado por el sentido que iban tomando mis pensamientos, y decidí darme una ducha. Ya bajo el chorro de agua dejé la mente en blanco, o eso intenté, pues, de la nada, mi mente empezó a fantasear con la idea de tener a Destiny allí, conmigo. Mis dedos acariciaban su cuerpo con devoción y mi boca no se separaba de la suya. En algún momento ella jadeaba y yo me deleitaba con ese ruidito sexy que brotaba de lo más profundo de su ser.

Dios, tenía que dejar de pensar de esa manera. No podía tener otra erección, no podía pensar en guarradas. Éramos amigos, joder.

Pero no la ves como a una amiga.

Cierto, muy cierto.

Debía calmarme. Debía mantener la mente en blanco. Pero no pude. Su risa estaba ahí, su sonrisa preciosa, esos ojos marrones intensos que me invitaban a pecar con solo una mirada, su forma adorable de arrugar la nariz.

Y su olor. Su fragancia estaba en cada esquina... incluso en mi habitación. Mi cama olía a ella, esa mezcla sutil de flores que era incapaz de identificar.

Ya con el pantalón deportivo que usaba cuando estaba en casa y la camiseta de algodón, vi un par de capítulos de una serie que tenía pendiente. Me gustaba estar solo, pero cuando hacía unas horas la mujer de la que estaba enamorado —porque lo que sentía era amor, eso estaba claro. Dejemos las chorradas a un lado— había estado rondando por ahí, quería más de su compañía.

No podía quitarme el beso de la cabeza. Tenía muchas ganas de volver a probarla, de pasar mis manos por su cintura, de atraerla hacia mí. Quería hacerle el amor sin descanso, aunque una parte de mí me decía que aquella rubita era de la clase de mujer que prefería ir despacio. Por mí perfecto. Solo quería tenerla entre mis brazos y decirle lo importante que era para mí.

Destiny. Escucha mi voz (Serie «Chicas guerreras» 2) (#PGP2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora