𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟏

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En el interior del templo todo estaba bien ordenado y decorado, caminaron por unos segundos hasta que una mujer de cabello corto apareció frente a ambos.

- Señorita pensamos que ya no vendría - Habló la chica sonriente - Su abuela se encuentra en el jardín.

- Gracias por el dato Myo - Correspondió a la sonrisa - Iremos al jardín ahora.

- ¡Oh, esperen por favor! - Los detuvo inmediatamente antes de que pudieran si quiera dar un paso - Recuerden que deben pasar por el baño purificador y usar la ropa adecuada, la señora Akiko es muy exigente.

- Tienes razón, casi lo olvido - Se golpeó levemente la frente - Profesor venga, iremos a la ducha.

Luego de dejar atrás a la chica de cabello corto y llegar al lugar donde estaba el baño, que por cierto era enorme, el peliblanco decidió hacer una de sus grandiosas jugadas para ver toda nerviosa y sonrojada a la pequeña pelirroja.

- ¿Nos vamos a purificar juntos? - Se quitó las gafas, observándola fijamente.

- Otra vez se está imaginando cosas en esa atrofiada cabeza suya - Presionó la frente de Satoru con su dedo índice - En fin, ahí está la ropa que debe usar - Señaló un pequeño estante y luego como por arte de magia desapareció.

- Maldición, hoy no funcionó... - Dijo derrotado, cerrando la puerta para ducharse.

La verdad era que aquello dicho por el albino, si hizo efecto en la chica, pues se encontraba recargada sobre la pared, varios pasos más adelante del baño, con el corazón palpitando como loco y un tono salmón que cubría desde su cuello hasta su frente.

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Tiempo después cuando ambos terminaron de ducharse y vestirse, se dirigieron al jardín, donde dulcemente fueron recibidos por la abuela, bueno al menos Anya fue recibida bien, ya que la mujer adulta clavo su mirada de forma aterradora en Satoru.

- Mi querida nieta, has crecido tanto - La abrazó fuertemente - Ya es hora de decirle a tu padre, que te busque un buen hombre para casarte.

- Abuela solo tengo veintitrés años - Cuestionó con algo de nervios.

- Mi niña, yo a esa edad ya estaba embarazada de tu papa - Sonrió - Ahora dime ¿Quién es este lagarto?

Anya no pudo aguantarse y se hecho a reír como loca, su abuela siempre se refería de forma graciosa a las personas que no conocía.

- Él...jajaja... el es Satoru Gojo... jajaja - Respondió casi sin aire.

- ¿Lagarto? - Preguntó confundido.

- Sí jovencito, solo mírate - La anciana se acercó hasta él, observándolo detenidamente - Estás flaco como un lagarto, sin duda, tú no serias un buen pretendiente para mi nieta.

- Señora puedo asegurarle, que sería un gran preten...

- Ahh no no, eso nunca pasará - Lo interrumpió y acto seguido tomo a la pelirroja de la mano, llevándola al interior del templo.

Satoru camino detrás de ellas, ofendido, ambas eran un calco perfecto, ahora ya sabía de quien Anya había heredado ese carácter y actitud arisca.

Con el pasar de las horas recorrieron cada lugar del templo, jugaron a las damas, almorzaron y ya pronto llego la hora de la siesta, la hora más esperada por los abuelitos y claramente para Akiko no era diferente, no tardó en despedirse de la pelirroja y darle nuevamente una mirada fulminante al albino, para luego irse a dormir feliz.

- ¿Tu abuela odia a los hombres en general o solo me odia a mí? - Preguntó desganado, apoyando su cabeza sobre una mesita baja.

- Mi difunto abuelo la engaño con una jovencita, desde entonces odia a todos los hombres.

- Me quedo más feliz al saber que no soy el único al que odia o llegara a odiar - Sonrió - Por cierto ¿Por qué hay tantas duchas y cuartos?

- Porque en verano las personas vienen aquí para disfrutar de las increíbles aguas purificantes de Akiko- Respondió - Éste templo es toda una fantasía veraniega.

Ambos continuaron hablando, de una forma tan calmada que era difícil de creer, el momento era tan perfecto que, si alguien les ofreciera hacerlo durar para siempre, los dos aceptarían sin titubear.

Un par de horas más tarde, Satoru dejo de hablar y la señalo repentinamente, esa acción hizo que la pelirroja frunciera el ceño, no entendía nada, pues hace tan solo un momento estaban hablando normal.

- ¿Qué ocurre? - Preguntó mirándose a sí misma.

- El kimono, te queda muy bonito - El halago del peliblanco hizo que la piel de la chica se erizara.

- Gracias - Dijo con el rostro un poco sonrojado - Usted también se ve bien con ropas tradicionales.

En tan solo segundos el albino se encontraba a su lado, mirando cada parte de ella con gran cuidado, y luego acarició su mejilla con delicadeza.

- Anya...- Se acercó a sus labios lentamente.

Ya había perdido la cuenta de todas las veces que había intentado besarla, siempre alguien interrumpía o incluso ella misma era la que lo detenía, pero esta vez no era así y eso lo incitaba a seguir.

Por otro lado, la chica estaba totalmente preparada para recibir los labios del chico en los suyos, no sabía cuánto lo había deseado hasta ese momento... Donde rogaba que nadie apareciera y acabara con la magia.

Pero lamentablemente no fue así, y es que una mujer con el rostro totalmente serio, los estaba mirando fijamente.

- ¡ANYA! - Grito la anciana, haciendo que se separaran abruptamente - ¿Por qué no me dijiste que el lagarto era tu novio?

- No...no es mi novio abuela - Respondió nerviosa.

- ¿Entonces como explicas lo que mis ojos vieron? - Cuestionó molesta.

- Señora Akiko, usted se está equivocando, ellos solo son amigos - Introdujo la chica de cabello corto que vieron al llegar, apareciendo de sorpresa - Además no puede decir con certeza que lo que vio es verdad, pues no está usando sus gafas y recuerde que su vista es mala.

- Oh, tienes razón querida ¿Podrías llevarme hasta donde están mis lentes?

La mujer de cabello corto tomo de un brazo a la anciana y comenzaron a caminar, antes de salir de la sala donde se encontraban le guiño un ojo a ambos y sonrió amablemente.

La chica de cabello rojizo respiro aliviada y Satoru igual, si por el simple hecho de tocar a una sirvienta del templo le cortarían sus partes, entonces no quería imaginarse lo que le harían por besar a la nieta de Akiko.

- Vaya, esa chica es realmente amable - Mencionó, retomando su posición junto a la pelirroja para continuar.

Anya se puso de píe y se alejó de el, dejándolo con el beso colgado - Si me disculpa señor lagarto, me iré a mi cuarto - Sonrió algo burlesca por la expresión del chico al no recibir lo que tanto quería.

- Qué mujer... - Susurró, mientras la veía alejarse - Me tiene condenado a desearla.

 - Susurró, mientras la veía alejarse - Me tiene condenado a desearla

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𝐀𝐪𝐮𝐢 𝐄𝐬𝐭𝐚𝐬 ━━ 𝘚𝘢𝘵𝘰𝘳𝘶 𝘎𝘰𝘫𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora