Ijichi se percato de que Anya había desaparecido, y comenzó a buscarla, hasta que noto algo extraño justo frente al templo en ruinas, un bola de carne inmensa.
Enseguida se dio cuenta de que se trataba de una extensión de dominio, bastante asquerosa realmente, pero ese no era el problema, sino la pelirroja que estaba dentro y el peligro que eso significaba, porque tal parecía que la maldición era de grado especial, imposible de vencer para alguien de grado uno.
-¿Cómo puede ser esto posible?- se pregunto así mismo- la misión asignada para Anya, debía estar basada en su respectivo rango.
Corrió hacía el auto y comenzó el viaje de nuevo al colegio, a toda velocidad con el objetivo en mente de buscar ayuda. Solo Satoru podría venir, pero teniendo en cuenta su estado actual, tal vez no se lo permitirían.
Cuando llego a la escuela, se dirigió de inmediato al cuarto medico - ¡Anya esta en peligro!- grito desesperado, abriendo la puerta de golpe.
-¿Qué?¿como que esta en peligro?- pregunto alterado el albino, quería creer que solo era un mal chiste, pero a juzgar por la cara del azabache eso no podía ser posible.
-La lleve a su misión asignada, y una maldición de grado especial la capturo en una extens...
-¡Maldición Ijichi!- levanto la voz, bajándose molesto de la camilla y caminando hacía el, estaba dispuesto a golpearlo por no haber cuidado de la chica.
-No seas idiota, mejor piensa en como ayudarla- hablo Kaomi, tomándolo de un brazo y jalándolo hacía atrás.
-Primero me encargare de...
-Ijichi no tiene la culpa, no te desquites con el- lo interrumpió- vino lo mas rápido que pudo para avisarte, así que ya déjate de estupideces.
-¡Mierda! Iré por ella, ahora mismo- dijo, ignorando su herida y los dolores.
-¡Satoru espera! No puedes irte así nada mas, habla con el director y que envié a otro chaman en mejor condición, no estas recuperado aun- dijo la mujer a su lado, preocupada.
-Claro que no, iré yo mismo- respondió, mientras se colocaba un abrigo cualquiera, ya que andaba con ropa informal- no puedo permitir que algo malo le ocurra.
Cuando acabo de vestirse, salió del colegio y tomo el auto de Ijichi, sabía con perfección el lugar donde quedaba ese templo viejo - Anya por favor, resiste hasta que llegue - susurro, mientras conducía hacia el lugar.
MIENTRAS TANTO ANYA...
El hombre bajo de su trono y se acerco a ella, agachándose hasta quedar a su altura -Llegaste justo para el festín- susurro en su oído.
Aquello provoco que un escalofrió recorriera el cuerpo de la misma, no sabía muy bien que hacer, nunca había estado dentro de una extensión de dominio y tal vez si hacía un movimiento en falso, no viviría para contarlo.
Peor aun, solo tenía dos opciones, atacar o morir, la primera sonaba bien pero imposible, ya que su cuerpo no estaba reaccionando, debido a la escena frente a ella, en pocas palabras estaba asqueada.
-Debo salir de aquí- murmuro, en el preciso momento que movio su cuerpo, la maldición la golpeo fuertemente en el estomago, haciéndola tambalear.
-Nadie puede salir de aquí- la tomo del cabello y nuevamente la golpeo- estos cadáveres son un claro ejemplo de eso.
Cuando el hombre estaba apunto de atacarla, por tercera vez, Anya logro esquivarlo con facilidad aun que algo adolorida.
