Lentamente comenzó a abrir los ojos, una luz blanca justo encima de el, lo hacia sentirse mareado y algo desubicado, hasta que de repente, recordó todo lo ocurrido y no pudo evitar sentarse de golpe en la cama, aquel movimiento tan abrupto le trajo un fuerte dolor, por lo que soltó una que otra queja.
-¡Al fin te despiertas eh!- hablo animada, una mujer a su lado- Dormiste mucho, pensé que ya estabas en el otro mundo.
-¿Kaomi?- pregunto confundido, observando hacia la otra cama- ¿Estamos muertos?
-¡Por supuesto que no!- sonrió alegre- Adivina quien fue a salvarnos ¡te sorprenderá!
-¿Anya?
-Si, ella fue por nosotros y adivina que mas hizo, metió a esos hombres a la cárcel ¡es mi heroína!
Satoru la observaba molesto - ¿te das cuenta de lo que hiciste?- pregunto serio -Los atacaste como si fueras una demente, por tu culpa casi morimos y encima, mi linda estudiante fue por nosotros ¡hasta ella pudo morir!
Satoru no tenía calma para nada, su voz subida de tono, regañando a Kaomi, era lo único que se escuchaba en la habitación.
-¡Satoru!- grito Anya entrando y abrazándolo con fuerza, la suficiente como para hacerlo quejarse de nuevo -¡eres un tonto, me tenias tan preocupada!
Aquel gesto de cariño, lo hizo calmarse un poco y corresponder al abrazo, por un lado se sentía feliz de tener a una mujer tan fuerte y astuta, pero por otro lado tenia una sensación extraña recorriendo su cuerpo, si algo malo le hubiese ocurrido solo por haber ido a salvarlos a ellos, se hubiese sentido terrible.
-Estoy bien, no te preocupes- acaricio su cabeza- y no me iré a ningún lado, así que no es necesario que me abrases tan fuerte.
-Oh, tienes razón, lo siento, olvide que estabas herido- sonrió y al mismo tiempo se alejo de el, pero no del todo, ya que tomo su mano.
Se quedaron hablando durante un rato, aun que cabe decir que Kaomi era la que mas hablaba, en tan solo minutos explico todo lo que había ocurrido desde principio a final y no solo eso, también conto su historia. Ahora Anya tenia cero dudas sobre la azabache, conocía hasta sus gustos y no era exageración.
-Dime niña ¿le diste el dinero?- pregunto seria.
-No, para nada- respondió- le hice creer que estaba en mi bolso, pero en realidad estaba vacío.
-¡Eres increíble!- sonrió- ¡hice exactamente lo mismo!
Los tres se sobresaltaron cuando la puerta se abrió, y entro el director junto a Shoko e Ijichi, estos dos últimos clavaron su vista de inmediato en las manos entrelazadas de la pelirroja y el albino, claro que cuando se percataron de esas miradas intimidantes, separaron sus manos con suma rapidez.
-¿Cómo te encuentras Satoru?- hablo Yaga, curioso.
-Estoy mucho mejor ahora- respondió, observando a su estudiante, ella lo hacía sentir sumamente bien - ¿Cuánto tiempo estuve dormido? Parece que fue una eternidad.
-Fueron exactamente dos días- contesto Ijichi.
- Nos diste un susto de muerte- menciono la mujer de ojeras, llamando su atención - no puedo creer que hayas sido tan despistado ¡el hechicero mas fuerte casi muere por una simple bala, que gracioso!- dijo, con sarcasmo.
Kaomi permanecía en silencio mientras el resto hablaba, observando hacía cualquier lado para no formar parte de la conversación, aun que sabía que no pasaría inadvertida ante los ojos de quienes estaban ahí. La conocían muy bien, sabían quien era y todo lo que había hecho, no hacía falta ser un adivino para nada.
-Ha pasado mucho tiempo Kaomi- hablo el director, caminando hacía ella - no te veía desde el día en que decidiste dejar el colegio de hechicería.
-Director, no se que decir, estoy muy avergonzada.
-No te preocupes, es bueno verte por aquí de nuevo- sonrió- veo que sigues siendo igual de problemática, y como siempre, metiendo a Gojo en el medio, espero que no vuelva ocurrir nada similar, no puedes causar estos problemas.
-Lo siento, de verdad no volverá a pasar.
Yaga asintió y acto seguido se despidió de todos, para volver a su oficina, Shoko entonces se tomo la libertad de entablar una charla con la azabache, después de todo eran viejas amigas.
Mientras tanto Ijichi se había empecinado en mirar con ahínco a los dos enamorados, los mismos fingían tener una casual charla entre profesor y estudiante, pero el albino estaba cayendo en estado de desesperación al ver al hombre de anteojos poniendo tanta atención en ellos.
-¡Ijichi por favor!- grito alterado, haciendo que las tres mujeres voltearan a verlo sorprendidas- ¡deja de mirarnos!
Inmediatamente el hombre se puso nervioso, y prefirió salir del cuarto, pero antes debía hacer algo muy importante, tenía algunas cosas dando vueltas en su cabeza y era algo que no lo dejaba en paz, de cierta forma apreciaba a Gojo y no podía evitar pensar en el gran lio en que se estaba metiendo, no era idiota, sabía que algo pasaba entre la pelirroja y el.
-Lo...siento, me iré ahora- hablo poniéndose de pie- solo necesito hablar con la señorita Anya, un momento.
-Claro, vamos- respondió al instante, saliendo con el -¿Qué pasa?¿es algo malo?¿que hice?
-Pues la verdad, no se que tramas- dijo serio, sin una gota de nervios- pero sea lo que sea, perjudicaras a Gojo, así que aléjate.
-Que estas dicien...
-No soy tonto, algo pasa entre ustedes, algo que no debería pasar por nada en el mundo- la interrumpió- eres lo suficientemente madura para saber que no esta bien lo que hacen, lo suyo no es posible.
Anya guardo silencio, estaba a duras penas conteniendo las ganas de llorar, no sabía como reaccionar ante lo dicho y además, tampoco podía negarlo, Ijichi sabía y eso la asustaba.
-Yo...- intento hablar.
-No digas nada, solo mantente en tu lugar y no hagas cosas que te jugaran en contra o mejor dicho que le jugara en contra a ambos- volvió a interrumpirla, para luego marcharse sin mas.
La pelirroja bajo su vista y comenzó a caminar hacía su cuarto, simplemente no podía volver a entrar a la sala donde estaba Satoru y mirarlo a los ojos, de alguna forma el de anteojos había sido hiriente, haciéndola sentir rota y patética.
"Eres mi secreto más evidente".
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