CAPÍTULO 25: LA FELICIDAD LLEGA

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N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar... Sin vuestro apoyo, no seguiría escribiendo...

Gracias a todos por llegar hasta el final de esta historia, de verdad que me encanta haberlo escrito... Aunque no sea de las mejores, es especial como las otras...

Por cierto, me ayudáis a elegir el siguiente fic Seblaine (el que sustituirá a éste), no me decido todavía...

1- Sebastian hace una apuesta con Hunter y tiene que seducir y enamorar a Blaine... Lo que no espera es caer en sus redes... Sé que suena muy típico pero tengo una vuelta a la historia que es el pasado de Blaine (no diré nada)... Es un fic muy angustioso (hay incluso intento de suicidio)... No sé...
2- Sebastian es un policía al que infiltran como alumno en Dalton porque hay un asesino que está matando a los Warblers y allí conoce a Blaine...
3- Los Anderson llevan a Blaine a Dalton porque la "elección" de su hijo de ser homosexual choca con su vida ultraconservadora (siento la expresión). Blaine llega allí con quince años, siendo un adolescente tímido, retraído y que intenta ocultar su sexualidad y sus gustos. Todo "choca" con su nuevo compañero de habitación en el internado, Sebastian Smythe...

De momento gana la opción 2, pero por un voto así que podéis votar todavía...

CAPÍTULO 25: LA FELICIDAD LLEGA

Blaine llegó al aula donde tendría su primera clase en la universidad. Estaba muy nervioso, temía no conseguir hacer amigos o que le juzgaran por ser gay o tener una hija con tan sólo dieciocho años. Decidió sentarse en la parte de atrás para pasar desapercibido por los demás. Durante un rato lo consiguió. Sin embargo, una chica rubia con unos ojos verdes hermosos se sentó a su lado.

– Hola. Me llamo Quinn. – La joven se presentó.

– Hola, yo soy Blaine. – El moreno saludó.

– ¿De dónde eres? – Fabray preguntó.

– De aquí, de Nueva York. ¿Tú? – El ojimiel la miró con una sonrisa.

– De Houston. – La rubia respondió.

– Has venido lejos a estudiar. – Anderson comentó.

– Me gusta Nueva York, es una gran ciudad.

Blaine llegó a su casa y la niñera le dijo que todo había estado bien antes de irse. Sin embargo, él no se sentía del todo bien dejando a su hija con una desconocida. Había extrañado a Lily durante todo el día, había sido un poco difícil para él pero sabía que Sebastian se lo había pedido por su bien.

Cuando el castaño llegó, se encontró a su pequeña en los brazos del amor de su vida. Él jamás pensó que sería feliz con una imagen tan sencilla, pero en esos momentos era así. Nunca fue una persona muy familiar, nunca pensó en formar una familia pero no la cambiaría por nada del mundo. Sólo esperaba poder ser lo suficientemente bueno como para no perderlos o decepcionarlos. El moreno levantó la mirada y vio a su pareja, dedicándole una sonrisa cálida, de esas que conseguían que su corazón se saltara un latido. Había pasado mucho tiempo desde que se dio cuenta de que estaba enamorado de esos ojos miel que lo miraban con tanto cariño que dolía. No quería volver a fallarle, no se lo perdonaría jamás.

– ¿Qué tal el día? – El ojiverde se sentó a su lado y dejó un suave beso en los labios de su novio para después besar la frente de su hija.

– Mejor de lo que esperaba. En la primera clase hice una amiga, Quinn y tenemos horarios muy parecidos.

– Me alegro mucho que todo vaya tan bien.

Blaine caminaba por los pasillos de la universidad junto a Quinn. Llevaba dos semanas de clases y aun estaba un poco agobiado y fuera de lugar. Los comienzos siempre son difíciles. Su teléfono vibró indicando que había recibido un mensaje. Frunció el ceño porque no esperaba que nadie se comunicara con él. Sacó el aparato del bolsillo de su pantalón.

"La princesa y yo hemos venido a buscarte a la universidad. Estamos en la puerta principal :D" Leyó dos veces el mensaje de Sam antes de ser consciente de lo que eso significaba.

– ¿Malas noticias? – Fabray preguntó.

– No... Es un amigo del instituto. Ha venido a buscarme con... – El moreno no terminó la frase, no quería confesarlo tan pronto.

– ¿Con tu novio? – La rubia movió las cejas de forma insinuante.

– No... Con mi hija. – El ojimiel aclaró un tanto avergonzado.

– ¡Oh Dios Mío! – La chica se tapó la boca asombrada y arrepentida. – Lo siento, había asumido que eres gay.

– Lo soy. – Anderson asintió. – Ven conmigo. Necesitarás mucho tiempo para que te explique todo. Tal vez podamos ir a una cafetería y allí hablamos los tres. ¿Te parece?

– Claro.

Los dos amigos llegaron a la puerta principal y se encontraron con Evans y la niña. El joven tenía en brazos a la niña en vez de haberla dejado en su carrito, que estaba a su lado.

– Lily... Aquí viene el papá... Salúdalo... "Hola papi" – El rubio puso voz infantil para la última frase mientras movía una de las mano de la niña a modo de saludo.

– Hola princesa. – Blaine rápidamente la cogió en brazos.

– Sam, te presento a Quinn. – El moreno se volvió hacia la chica. – Él es mi mejor amigo, Sam.

– Encantado. – Evans susurró mientras estrechaba la mano de la joven. Anderson se dio cuenta de las miradas que ambos se dirigían. No había duda de que había atracción.

Todos decidieron aprovechar los últimos días de calor del año haciendo un picnic en Central Park. Sam y Quinn caminaban de la mano, hacía dos días que habían empezado a salir juntos y todos estaban felices por ellos, hacían buena pareja. Brittany y Santana estaban muy felices juntas y caminaban tras la recién estrenada pareja con sus meniques entrelazados. Tras ellos iban Nick y Jeff, el rubio empujando el carrito de Eddie mientras su marido gesticulaba para acompañar sus palabras. Por último, Blaine llevaba el cochecito de Lily mientras Sebastian caminaba a su lado, con su mano en la parte baja de la espalda de su novio. Estaban felices porque todo entre ellos iba bien. Tal vez su noviazgo no había sido muy común, pero su amor había vencido cualquier obstáculo.

Eligieron un lugar y extendieron la manta. Esa vez estaban alejados de todo y nadie les molestaría. Pierce sacó a los dos bebés y los tumbó en la manta para jugar con ellos. La chica estaba encantada con los avances de los dos bebés. La pequeña empezaba a sujetar cosas con fuerza (Pierce lo comprobaba con su dedo) mientras que el niño se daba la vuelta solo si lo dejabas tumbado.

– Santana, creo que te tocará ser madre pronto. – El abogado comentó al ver a la rubia ilusionada.

– Tendrá que esperar a que sea una abogada de éxito. De todos modos, que disfrute ahora de Eddie y Lily ya que, cuando sean grandes y ya no sean tan adorables, será el momento de tener el nuestro. – La latina comentó.

– Por lo que más quieras, deja que Brittany sea la que done el óvulo. – El castaño pidió.

– ¿Algún problema con mis genes, cara de suricato? – La morena lo miró enfadada.

– ¿Dejaréis de pelear algún día? – Blaine preguntó cansado.

– No. – Los dos respondieron a la vez, haciendo que todos los demás rieran.

Todos disfrutaron de un gran día de picnic, sabiendo que quedaban muchas cosas por vivir pero que no estarían solos en ninguno de los pasos que la vida les traía. Habían formado una familia un tanto extraña, pero llena de amor, lealtad y apoyo. Poco a poco verían a los pequeños crecer, consentidos y mimados por todos sus "tíos" que los querían como si realmente fueran de su propia sangre. Porque tu familia no son las personas con las que compartes genes, son las personas con las que compartes tu vida.

Lo Que Quiera El Destino (Seblaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora