CAPÍTULO 1: EL EXTRAÑO DEL ASCENSOR
– Y aquí llega la última caja. Ya subimos todas, ahora queda ordenarlas. – Jeff comentó mientras miraba todas las cosas que habían dejado en el salón.
– ¿Qué? ¿No hemos terminado ya? – Se quejó Thad.
– No creo que la casa esté habitable. ¡Ni siquiera tengo las sábanas puestas en la cama! – Sebastian protestó.
– ¿Podemos hacer al menos una pausa para una pizza? – Propuso Nick.
– Creo que eso podemos hacerlo. – El castaño estuvo de acuerdo.
Rápidamente, el ojiverde llamó a su restaurante favorito y encargó suficiente comida como para no tener que preocuparse por unos amigos hambrientos. Mientras llegaba el repartidor, Sterling seguía repartiendo las tareas.
– ¿Por qué tengo que encargarme yo de todas las cosas de mi dormitorio? – Preguntó Smythe.
– Porque no quiero encontrarme con tus juguetitos o tus calzoncillos. Seremos tus amigos y te habremos perdonado muchas cosas, pero eso traspasa los límites. – El rubio informó.
– Vamos... ¡Eres gay! ¡Y en pareja! ¿Te asusta un vibrador o unos calzoncillos comestibles? De verdad que no os entiendo, no encajáis en el estereotipo gay. – Sebastian negaba con la cabeza.
– Estoy enamorado de mi marido desde los quince años. No he estado con otro hombre y no lo necesito. Tampoco he necesitado jamás un juguete sexual porque con Nick tengo más que suficiente. Gracias por tu preocupación por mi vida sexual pero yo en tu lugar me preocuparía por tu vida amorosa, es un auténtico desastre. – Jeff puso su pose más orgullosa y altiva.
– Chicos, hay un heterosexual en la sala, controlad ese tipo de charlas. No necesito saber lo que Niff hacen en la cama, gracias. – Harwood se quejó.
– No te pierdes nada, son unos aburridos. – Añadió el castaño en tono de burla.
El timbre sonó antes de que esa conversación acabara en una batalla campal. Nick, Jeff, Sebastian y Thad eran amigos desde que se conocieron en Dalton, una prestigiosa academia para varones situada en Westerville, Ohio. Tras la graduación, los tres primeros se fueron a estudiar a distintas universidades de Nueva York. Por su parte, el otro se trasladó a Chicago. Sin embargo, ese fin de semana había acudido a la ayuda de Smythe. El castaño había conseguido un ascenso en "Crawford e Hijos", un importante bufete de abogados y decidió mudarse a un mejor apartamento y, como era de esperar, sus molestos pero apreciados amigos habían acudido a su ayuda. No todos porque algunos vivían lejos de la ciudad, pero sí los más cercanos. Aunque su relación era siempre así, los amaba con locura y no permitía que nadie los dañase. Siempre habían sido su apoyo a pesar de que había hecho muchas estupideces y todas habían sido perdonadas.
Los cuatro amigos se pusieron a comer y charlar animadamente de lo que habían pasado en sus años de adolescencia. Ya no eran niños. A sus veintiocho años tenían sus vidas muy bien organizadas y, a pesar de que a veces parecían críos, realmente eran responsables. Era cierto que Sebastian estaba muy descentrado en el amor ya que sólo buscaba relaciones de una noche, pero esa era la excepción.
Después de terminar con todas las pizzas, siguieron con la tarea de preparar el apartamento de Smythe. Al final, el castaño sacó todos sus juguetes eróticos y bromeó con Jeff y Nick. Mientras el rubio se mostraba irónico y altivo, el moreno estaba tímido y avergonzado. A Duval no le gustaba hablar de esos temas porque pensaba que lo que pasaba en la intimidad de su alcoba era algo que sólo les pertenecía a ellos dos.
– Hola, Mi Boo – Una asiática saludó a su novio cuando entró en la habitación del joven. Bueno... Eso de novio era mucho decir.
– Tina. – Blaine dijo cortante. No le gustaba nada la situación.
– No tienes que ser borde conmigo. Yo no tengo la culpa de que tus padres y los míos quieran que seamos novios y nos casemos pronto. Yo sólo obedezco lo que me dicen. – La chica mintió. Realmente a ella le encantaba la situación ya que estaba enamorada del ojimiel.
– ¡Estamos en el siglo XXI! ¿Quién tiene un matrimonio concertado estos días? – Anderson se levantó de la cama furioso. – Además... ¡Con dieciocho años! ¿Qué se han creído? ¿Que vivimos en 1902?
– ¿Te molesta que te obliguen a casarte o que lo hagan conmigo? – Cohen Chang preguntó enfadada.
– Tina... ¡Soy gay! Mis padres han montado todo esto porque les dije que me gustan los chicos. Creen que eso es humillante y me van a comprometer contigo por eso.
– Yo... No lo sabía...
– ¡Claro que no! Tú y yo no somos amigos y no tenía por qué contarte nada de esto. Ya te puedes alejar de mí como si fuera un asqueroso depravado, ya me he acostumbrado.
– Blaine, yo...
– ¡Largo!
El moreno echó de su habitación a la joven sin importarle nada. Estaba cansado de su situación. Si al menos pudiera subsistir por sí mismo. Sin embargo, no tenía nada y solo no duraría ni un día. Además, nadie lo amaría, eso ya lo sabía. O fingía ser quién no era o lo rechazaban por marica y un monstruo que debía ser ocultado a la sociedad.
Sebastian salió a trabajar y cerró la puerta antes de avanzar por el pasillo. Aun no había recorrido cuatro pasos cuando alguien salió del apartamento de al lado.
– Buenos días. – Saludó el castaño.
– Buenos días. – Respondió el desconocido.
Los dos siguieron por el pasillo hasta la zona de ascensores. El ojiverde presionó el botón para que subiera el ascensor y mientras esperaba se dispuso a observar al moreno. Llevaba en sus manos un libro de biología, por lo que dedujo que era un estudiante de instituto. Movía sus labios con prisa mientras movía sus dedos como si enumerase algo. Tal vez estaba estudiando para un examen o algo así. La puerta automática se abrió y ambos entraron en el ascensor. Nuevamente fue el más alto el que presionó el botón de la planta baja. El ojimiel seguía inmerso en su libro, ignorando la mirada del adulto. Smythe observaba al chico con intriga. Todo parecía indicarle que era gay, la pajarita roja que, tan pulcramente colocada, adornaba la camisa a cuadros grises que el joven llevaba, los zapatos sin calcetines, los pantalones rojos, el bolso que llevaba para sus libros, el pelo con exceso de gomina con olor a frutas del bosque porque sí, debido a lo pequeño que era el ascensor estaba demasiado cerca del chico.
Salieron del ascensor y los dos se dirigieron hacia la salida del edificio, saludando al portero por el camino. Una vez en la calle, giraron a la derecha. El menor iba por delante del más alto, permitiendo que el adulto disfrutara de la vista que el trasero del joven le otorgaba. Desde luego que para el castaño ese era un trasero deseable y quería saber como se sentiría estar dentro de él... Pero necesitaba saber si era menor de edad. Por lo que sabía, estaba en el instituto y eso no lo tranquilizaba nada. Salvo que fuera alumno de último curso, él sería menor y eso podía traerle problemas. Y aunque fuera mayor de edad, diez años de diferencia y tan sólo un deseo de satisfacer su deseo carnal no era lo suficientemente bueno para poner en peligro la convivencia en el edificio. Los padres del chico podrían enloquecer. ¿Cómo alguien podía parecer tan adorable, inocente, sexy y prohibido a la vez?
Los nervios de Sebastian aumentaron cuando comprobó que el desconocido bajaba las escaleras que le conducirían a la estación de metro. No le quedó otra alternativa que seguirlo.
Los dos esperaban en el anden y las miradas del adulto se volvieron más continuas mientras el adolescente lo ignoraba completamente y seguía inmerso en sus estudios hasta que el tren llegó. Ambos se montaron y permanecieron de pie. Esa vez el moreno había guardado el libro y se dedicaba a observar a las personas que lo rodeaban. Smythe no sabía por qué pero algo en la mirada del chico le rompía el corazón, le hacía desear abrazarlo y no soltarlo nunca. Su mente recordó lo mal que lo pasó él mismo de adolescente, con todas las hormonas revolucionadas, los cambios físicos y las decisiones importantes que hay que tomar y que definen el resto de tu vida. Pero sobre todo, recordó los problemas que tuvo con su sexualidad hasta que entró en Dalton, una academia con tolerancia cero a los abusos. ¿Acaso ese chico estaba sufriendo por ser homosexual? El castaño se prometió a sí mismo estar atento para ayudar al joven. No podía permitirse que le pasara lo mismo que a Dave... No, esta vez debía hacer algo...
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Lo Que Quiera El Destino (Seblaine boyxboy)
ФанфикSebastian es un abogado de éxito que consigue un ascenso y decide mudarse a un apartamento mejor. Allí conoce a Blaine, un vecino diez años más joven que él pero que cambia su mundo... Porque a veces el destino elige por ti...