Narra Eretria
Con Berlín íbamos llegando al vestíbulo, cuando nos cruzamos a Helsinki hecho una furia. Iba sujetando bruscamente el mono de Arturo Román, siendo seguido por Río, quien nos hecho una mirada rápida llena de nerviosismo.
Mire confusa a Berlín pero este solo me hizo un gesto de "Luego te explico" y seguimos caminando hasta llegar al borde de la escalera.
Mis ojos se posaron sobre todos los rehenes arrodillados, formando un pasillo uno al lado del otro y con los ojos vendados; no me sorprendió, después de todo habían intentado matarme y escapar. Nairobi se limpiaba las lagrimas -podía notar ese rostro lleno de frustración tan distinguido en ella- no tenía ni un poco de esa felicidad que la caracterizaba. Estaba agotada. Todos lo estábamos, cada hora allí adentro se hacía muy difícil de llevar. La tensión y presión aumentaban, las chances de salir vivos de allí disminuía con cada acto.
-Ha llegado la hora de ser prácticos. - gritó Berlín para hacer sobresaltar a los rehenes y avisar de su llegada a nuestra compañera. -La utopía de la colaboración ha fracasado. - Yo me mantuve al margen, mientras él se reunía a un lado de la morena. -Nairobi... te agradezco que me hayas permitido tomarme un tiempo de descanso en mis obligaciones. Pero... estamos todos preparados para que yo regrese al mando.-
-Todo tuyo.- cedió rápidamente la mujer, ya agotada de llevar ese cargo por algunos días. Se alejó, pero antes de desaparecer del lugar, se me acercó, nos dimos un rápido abrazo y luego siguió su camino. Ya hasta parecía no haber tiempo ni para consolarnos entre nosotros.
-Este es un momento maravilloso.- un gran suspiro de gozo salió de los labios de Berlín, cerró sus ojos y llevó su cabeza hacia atrás. Lo noté girarse apenas, dándome la orden de que me acerqué hacia él. -ayúdame con esto- dijo delicadamente mientras señalaba el vendaje que cubría su cabeza. Lo desaté y desenrollé, estirándolo al final ya que se había pegado apenas con la costra de su lastimadura. Me sonrió a medias y me dirigí a un tacho de basura cercano para arrojarlo mientras continuaba escuchándose su voz autoritaria.
-¡VAIS A PICAR EL TÚNEL HASTA QUE OS SANGREN LAS MANOS!- era la idea principal de todo su discurso. -Os rotareis en vuestra tarea sin descanso y sino, un castigo épico os espera. Como a vuestro líder...- dijo riendo y señalando al final de las filas, donde apareció Arturito por un empujón de Helsinki y Río. Lo miré con asco, pero me detuve en su torso. Entrecerré los ojos y creía que mi cerebro me engañaba.
Tenia tantos explosivos pegados con una cinta aisladora al cuerpo que era de no creer. Helsinki estaba loco, pero sin dudas fue una idea excelente; eso era lo que necesitábamos con Arturo, tenerlo agarrado de los huevos, que tenga miedo: de volver a molestar, de volver a revelarse, de moverse, de respirar.
-Un hombre... que si vuelve a traicionar mata, que si vuelve a tener ansias de libertad MATA! Que si suda mucho...- se reía provocativamente mientras se acercaba al rehén. -mata... "Un hombre con un carácter explosivo"- se burló en el rostro de Arturo, provocando en mí una sonrisa llena de satisfacción por al fin hacerle sentir miedo de verdad al imbécil. -¡Helsinki y todos los demás al túnel!- ordenó firmemente.
-Ahora les vas a dar miedo Arturo. - hablé fuerte mientras me acercaba a ellos. -Aunque todos siempre supimos que vos eras "la bomba". - no pude evitar burlarme en su cara una vez enfrentada a él. Berlín me miraba con una sonrisa ladina, estaba disfrutando este momento. Román por su parte, me miraba con odio, seguramente deseando haberme matado cuando tuvo la oportunidad. -Como sos un apestado te vas a quedar aquí aparte del grupo.- ordené finalmente mientras lo miraba inevitablemente con superioridad al lado de Andrés, ya que eso es lo que él provocaba en mí, siempre me daba ese tipo de "seguridad".
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Eretria || Berlín×Tú×Palermo
Random2400 millones de euros sonaba bastante tentador, y pasar 5 meses planeando el atraco no parecia ser un problema, el verdadero problema es cuando los fantasmas de tu pasado aparecen y en esos 5 meses te jodes la vida de mil formas distintas. Al fin y...