AFRONTAR LOS PROBLEMAS

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Pasó como una semana desde que me enteré del embarazo. Los días seguían pasando, y yo no tenía manera de conseguir la pastilla. El profesor no me dejaría ir a comprar a menos que sea por algo importante.

NADA DE RELACIONES PERSONALES.

Ya de por sí se enojó bastante cuando se me escapó que tenía algo con uno de la banda, aunque él creía que solo fue una vez y no sabe ni con quien. Ahora, imagínense mi situación. Como carajo iba a decirle QUE NECESITABA UNA PASTILLA ABORTIVA?????.

Estaba en la mierda, no se me ocurría una buena excusa para que deje ir a la ciudad y encima las alacenas estaban llenas, así que hasta el atraco no sería necesario volver a ir.

No podía dejar pasar más tiempo, cada día nuevo, era un día más para que lo que tenía dentro se siga desarrollando y sería cada vez más difícil y doloroso sacarlo.

Las chicas insistían con que le diga a Sergio, aguantándome la cagada a pedos, pero así de una vez se me terminaría el problema. Además, él sería el que más podría ayudarme ante esta situación. Tenían razón, pero temía que, como castigo, se enoje tanto por romper sus reglas, y encima de esta forma, que acabe por sacarme del plan.

Luego de una de las tantas cenas, decidí tomar coraje después de estar días y noches enteras pensándomelo bien en si pedir la ayuda del profesor o no. Esperé a que todos estén en sus habitaciones durmiendo para acercarme a él. Berlín insistió en "dormir" conmigo, pero busqué alguna excusa creíble para evitarlo. Por cierto, él aun no lo sabe...

No se si hago mal en no decírselo, pero por ahora no encuentro ni el momento, ni las palabras para hacerlo. Tampoco las razones, bueno, eso si lo tenía, pero me convencía a mi misma de que no.

Tomé coraje de una vez, salí de mi cuarto, y me acerqué a la habitación donde estaba el Profesor.

Intenté calmar mi respiración.

Me limpie la gota de sudor que caía por mi frente.

Tomé una buena bocanada de aire y me llené de valor.

Toque 2 veces la puerta. Nada. Volví a tocar. Un segundo después la puerta se abrió, dejándome ver al hombre con cara de dormido y un pijama de bibliotecario.

-Wow profe, que lindo pijama, seguro se lo regaló su abuela...- pobre, estaba tan dormido y yo me reía de él. No sé con que cara la verdad. Si supiera a lo que vengo...

-Señorita Eretria, son las...- miró al reloj de su muñeca -2 de la madrugada, ¿Por qué no esta durmiendo como todos sus compañeros?- bostezó y se frotó los ojos para poder despertarse del todo.

-Yo... no quiero molestarlo, pero necesito hablar con usted. -

-¿Ahora?- si Sergio ahora, si quisiera hablar mañana, me hubiera acercado mañana. Dios.

-Si, por favor, es importante. - junté mis manos a modo de suplica y le hice un puchero.

Sacó la cabeza por el pasillo para corroborar que no haya nadie, me tomó del brazo metiéndome hacia la habitación y cerró la puerta.

No quería empezar diciéndole lo del embarazo así que preferí primero tantear el terreno y fui de a poco. Si preguntaba mucho, debía decírselo.

-¿Qué ocurre?- me miró cruzando los brazos sobre su pecho.

-Estaba pensando... ¿me podés prestar el auto mañana para ir a comprar unas cosas a la ciudad? - mientras más rápido hable, mas rápido me sacaría la presión de encima.

-¿Qué? No, por supuesto que no.- MIERDA. -Y mucho menos ahora, cada vez estamos mas cerca del atraco, ya nos arriesgamos bastante con todas las veces que salimos porque vosotros queréis ir a comprar tonterías todo el rato.- otra vez apareció ese tic de acomodarse las gafas golpeando sobre su tabique.

Eretria || Berlín×Tú×PalermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora