MITOCONDRIA

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Mi cabeza no paraba de darle vueltas al asunto del embarazo. ¿debería decirle cuanto antes a Berlín? ¿Qué tan jodido era entrar a un atraco estando embarazada? o ¿Qué tan jodido podría ser abortar en una puta finca? Esas y muchas mas preguntas aparecían constantemente en mi cabeza todo el día, interrumpiendo mi sueño, impidiéndome prestar atención a las clases del profesor, no poder mantener una conversación con naturalidad con cualquiera de los chicos, en especial con Andrés.

El profesor me había conseguido la pastilla y ahí estaba yo, en el baño mirándome al espejo. Tenia muy mal aspecto. Estaba ojerosa, mi piel morena había tomado un tono pálido, hasta mi rostro se veía mas delgado por pasármela abrazada al inodoro vomitando. Estaba como nunca, yo que siempre intento estar lo más esplendida posible, me encontraba en mi peor momento. No me mal interpreten, no quiero decir que estaba de esa forma porque el embarazo te pone así; a lo que me refiero es que estaba en ese estado por no poder dormir al menos 5 horas seguidas, por llorar cada que estoy sola sin saber que hacer y culpándome una y otra vez por haber roto una de las reglas tan básicas del Profesor. Que, si le hubiera hecho caso, ahora estaría tan normal como siempre.

Miré la pastilla un rato mas. La guardé de nuevo en su caja y salí del baño. Debía hacerlo cuanto antes, pero necesitaba mas tiempo para pensar.

-Que pintas traes joder- era Berlín quien apareció detrás mío mientras iba a mi habitación.

No lo culpo, yo estaba con el pelo hecho un desastre, pero intentando esconderlo en un rodete mal hecho, un pantalón de pijama y un buzo. Bastante distinto a como solía estar, al menos delante de Berlín. Detuve mis pasos y me di vuelta lentamente para mirarlo a la cara.

-Perdón por no estar a tu altura y vestir elegante todos los días- le hice una falsa sonrisa para poder irme de ahí cuanto antes.

-No no, tranquila, tu te ves bien con todo, hasta desnuda entre mis sabanas. - sonrió de forma picara de lado y se acercó a mi. Me tomó por la cintura y me acercó a él.

-Necesito decirte algo Berlín- susurre cerca de sus labios, intentando tomar todo el valor posible para decirle lo del embarazo. No me dejó continuar hablando y nos unió con un beso.

Todo se sentía diferente cuando nos besábamos. Cuando estaba con él, mis problemas desaparecían, me sentía protegida y amada. Sus brazos rodeando mi cuerpo generaban esa seguridad dentro mío, y sus labios me lo confirmaban. Quizás él si me amaba de verdad, aunque no lo haya dicho puntualmente, y podríamos afrontar juntos lo del embarazo.

Un hombre aclarando su garganta del otro lado del pasillo hizo que nos separemos abruptamente. Era el profesor. Ahora creo que ya sabe quién es el padre del ser dentro mío...

-¿Qué hacéis?- habló Sergio mirándonos con cara de pocos amigos.

-Aquí estamos hermanito, bailando samba- soltó irónicamente Berlín entre risas mientras yo intentaba aguantar la mía.

-Disculpe Profesor, yo ya me iba- intenté disculparme poniéndome un poco más seria.

-Yo creo que eres la menos indicada para hacer estas cosas, ¿No crees Eretria? - el Profesor frunció un poco el ceño, intentando que yo lea en sus palabras a que se refería de una forma discreta para que Berlin no se diera cuenta.

-¿Qué dices?- ahora hablaba Andres con el ceño fruncido para Sergio.

-Nada, quedáte tranquilo, después hablamos. - le regalé una sonrisa sin dientes tomándolo del brazo. Le di una última mirada a Sergio a modo de disculpas y me fui a otro lugar de la casa para poder cortar aquel incomodo momento que se había formado.

(...)

Ya era de noche, casi las 12. Intenté evitar a Berlín y al profesor. No se me hizo muy difícil ya que Martín y Andrés estuvieron todo el día juntos en una habitación, ni idea que estaban haciendo.

Eretria || Berlín×Tú×PalermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora