Eretria || Berlín×Tú×Palermo

LAS DAMAS PRIMERO

¡¡ATENCION!!
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Capitulo con contenido algo explicito, no altera la trama de la historia si no lo leen. Y si lo leen espero que lo disfruten, es la primera vez que hago uno de estos :)
QUEDAN AVISADOS
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Las mariposas volvieron a mi. Mi cuerpo volvió a paralizarse. Sentia que me pesaba hasta la sangre y esta me hervia.

Se quedó en silencio por unos segundos, lo que me dió tiempo a observar muy detenidamente su rostro. Parecia tallado por los dioses, con esos finos labios pero bien definidos, las pequeñas marcas por toda su cara como si reflejaran su edad en ellas. Sus arrugas que se formaban a los costados de sus ojos cuando estos se entrecerraban a la par que él sonreia; sus largas pestañas y esos ojos oscuros que parecía como si me observaria hasta el alma.

Definitivamente ese rostro era el que me gustaría ver al lado mío cada mañana cuando me levantara, pero realmente no creía que él piense lo mismo.

Su vista se desvío a mi para nada disimulado escote. Mantuvo su seriedad mientras parecía que me comía con la vista pasando por mi cuello, deteniéndose por unos segundos en mis labios, y por último encontrándose con mis ojos, que lo miraban casi pidiéndole a gritos que haga algo.

Enderezó su postura y se acerca un poco más a mí. Moja sus labios y con una voz ronquita que produjo un escalofrío por todo mi cuerpo me dijo. -Estuviste muy mal con lo que me dijiste en la mesa. - lo mire sin saber que decirle. No estaba segura si estaba molesto realmente, si lo había incomodado.

-perdón Berlín, solo quería seguir el juego que vos empezaste. - fue todo lo que le dije recobrando un poco el control de mi cuerpo.

-No niñita, no estas a la altura, y aunque lo estuvieras, esos no son los juegos que me gustan jugar a mi. - lo dijo con una cara que hasta me dio algo de miedo. Era como si mi padre me estuviera retando, pero hubiese una enorme tensión sexual de por medio.

-¿Ah si? ¿Y entonces cuales son los juegos que te gustan? - no soy imbécil, sabia a lo que se refería, pero mi cerebro no quería admitirlo.

Note un brillo particular en sus ojos, mientras una gran sonrisa maquiavélica se le formo en el rostro. Sin ni un segundo de por medio, me estampo con su cuerpo contra el escritorio. Esta vez sí se tocaron por completo, hasta nuestras almas diría yo. Recorrió con su mano todo mi brazo hasta llegar a mi mejilla y acercarse aún más a mi cara. Debo admitir que me estaba gustando el rose de nuestros cuerpos, pero no quería dejársela tan fácil.

-A mí no me dan miedo estas clases de juegos boludos, así que si me dejas irme a mi…- no pude terminar la frase ya que me había quedado sin aire. Berlín me tomo fuertemente del cuello mientras me veía con una cara que expresaba furia y deseo mezclados. Abrí los ojos con algo de miedo sin saber que llegaría a hacerme.

Con su otra mano levanto unas de mis piernas haciendo que esta quede enrollada alrededor de su cadera y generando una embestida fuerte sobre nuestra ropa. Ahora si había logrado que tenga ganas de jugar, aunque tenía un poco de inseguridad. Sin soltarme el cuello, con su otra mano me presionó mi cabeza contra sus labios, haciéndome que mis pensamientos se pierdan en ese beso salvaje, pero con pasión.

Era una enorme mezcla se sensaciones, sus manos se posicionaban una tocándome el trasero y la otra recorría toda mi espalda por debajo de mi vestido. La sensación tibia de su mano tocando mi piel generó aún más emociones que me volvían loca. Sentir todo el resto de su cuerpo también caliente contra el mío estaba convirtiéndose en una obsesión, y sentir su para nada pequeña erección rozando mis muslos me hacia tensar los músculos de las piernas ante ese tacto, como si no supiera de que se tratara.