Lunes, 31 de mayo

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Cuando leo lo que escribí en el ayer, me dan ganas de golpearme. ¿Realmente solo voy a complacer a mis padres? ¿Es ese el maldito destino que deseo? ¿Trabajar por horas para el viejo barrigón y aguantar cada una de sus ideas, por malas que sean? ¿Dedicarme a la miseria del alma de por vida? ¿Es eso lo que quieres, Oliver?

No. Por supuesto que no. Ya encontraré algo. De cualquier forma, tengo hasta agosto para decidirme. Dos meses, ahora que lo veo. Tengo que apresurarme.

Me he dado cuenta de que ya casi llevo una semana escribiendo. Es curioso, porque no me he cansado, ni aburrido. Es como si el cemento hubiera desaparecido. ¿Por qué será? 

Junio |EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora