| 23 | Sam Claflin

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La habitación repleta de gente no calma el temblor de mis manos. He estado esperando este momento por tanto tiempo que ni siquiera sé que hacer. Mi cuerpo se siente desesperado, el nudo en mi estómago se aprieta cada vez más y mi mente no deja de dar vueltas.

-___________-susurra Alina

Regreso a la gran fiesta que sucede frente a mí. El hotel lujoso en el cual todos fuimos convocados para esa gran boda. Los vestidos largos y elegantes, los trajes y corbatas a juego, las copas de vino chocando en sincronía. Las caras completamente desconocidas. El bullicio permite a todos decir cosas que no se atreverían a decir en voz alta.

-___________-repite Alina

Fijo mi mirada en el vestido dorado de Alina, está precisamente vestida para la ocasión. Su cabello negra contrasta de manera perfecta con el tono de ese vestido elegante. Había venido con ella solo porqué había un invitado al que esperaba.

-Hay que bailar- dice mirándome como si quisiera animarme

Respondo con una sonrisa

-Ve tú-respondo tratando de animarla. Estoy segura que esa noche ningún hombre podrá resistirse ante ella.

Alina me mira queriendo convencerme, pero ella sabe mejor que nadie que no pretendo moverme de aquella silla.

-Regreso en un rato- responde mientras se levanta de la silla.

Miro la cadencia de ese vestido largo mientras ella va dando pequeños brincos, no hay que ser un genio para saber que ya eligió a alguien con quien bailar.

Miró nuevamente la copa frente a mí y le doy un sorbo. Esperaba poder tomar valor con el vino para cualquier cosa que pudiera pasar. Incluso si no pasaba nada, el vino me haría olvidarme un rato de eso.

Dejo caer mi peso en la silla. El vestido rojo increíblemente no se ve mal, pero no me gustaba del todo. No disfrutaba a la gente reunida, quería estar en otro lugar con otras personas.

A la distancias, lo miro y su cabello rubio sobresale entre la multitud. Es encantador, siempre que lo ves sientes que algo te invita a acercarte a él.

Sé que no voy a resistirme.

Mira hacía mi mesa y responde mi sonrisa. Se acerca despacio pero con determinación, evade a las personas con gracia hasta que llega junto a mí.

Sé que la gente nos observa, pero no tienen idea.

Agradezco haber tomado vino, me hace sentir poderosa.

-__________- dice mientras estira su mano derecha. Cuando lo escucho decir mi nombre no hay manera en la que pueda pensar en otra cosa.-¿Bailas?

Sonrío y tomo su mano. Él me sostiene con firmeza y me levantó de aquella silla que me tenia prisionera. Me guía a la pista de baile sin decir nada.

Aún no hay nada importante que decir, ¿ O sí?

Se detiene y me toma de la cintura. El movimiento me hace colocar mi mano libre en su hombro.

-_______-repite mi nombre como si no quisiera olvidarlo.

-Sam-respondo queriendo controlar mi respiración.

Comienza a moverse lentamente al ritmo de la música moviéndome con él. Sonrió por la tranquilidad de sus pasos, por la suavidad de su agarre. ¿Soy la única que está ansiosa?

-¿Y Alina?-preguntó acercándose a más a mí mientras deslizaba su mano por mi espalda.

Toda mi piel se erizó con ese movimiento. No me sentía capaz de articular una palabra sin desplomarme.

-Buscando una pareja de baile- respondí tratando de controlarme.

Su cabeza se acercó a mi cuello y sentí mis piernas temblar.

Había esperado mucho tiempo para esto. Mi paciencia había estado a prueba por mucho tiempo y ya no quería seguir postergándola . Me sentía desesperada de esperar, pero no quería romper el silencio.

Alina decía que era obvio. Juraba que nos mirábamos como si existiera algo más que una amistad.

Y yo ya no quería ser su mejor amiga.

-Qué bien te ves hoy- Reí queriendo responder. ¿Qué insinuaba? ¿Qué se escondía detrás de eso-Y qué bien se te ve este vestido.

Era mi momento, tenía que tomar valor.

-Sólo lo compré para que me lo quites.

Sentí a Sam estremecer. Reflexione mis palabras y me avergoncé, pero ya era muy tarde.

Habían sido años de espera. De roces incidentales, de abrazos demasiado largos, de miradas profundas y de contenernos.

Sam besó mi cuello y me estremecí. Parecía una especie de concurso para saber quién podría estremecerse más.

-Será mejor que salgamos de aquí- susurró mientras dejaba otro beso en mi mejilla.

Soltó mi cintura para tomar con firmeza mi mano y abrirnos paso entre la multitud. Todos nos habían visto, y no podría importarnos menos.

Sentía mi corazón latir en mi garganta. Cada paso que dábamos nos acercaba más a la soledad que ansiábamos. ¿Estaba lista para eso?

Al entrar al ascensor Sam me miró. Soltó mi mano y miré sus manos temblar, las mías también temblaban. Ni siquiera lo pensé, apreté el botón del ascensor que nos llevaría mi habitación en aquel hotel.

-¿Por fin dejaremos de ser mejores amigos?

Reí por su pregunta

-Al fin- respondí dejando ir mis miedos.

Ahí estábamos, los años y la espera solo habían logrado que la anticipación volviera este momento memorable.

Estando ahí recordaba todo. La primera vez que nos vimos, cómo me maraville de su cabello corto. De nuestras largas conversaciones, y de cómo lograba ver siempre lo bueno en mí aunque yo no fuera capaz de hacerlo.

Estaba enamorada de él, y deseaba con todo mi corazón que el también lo estuviera de mí.

Sam me miró y sonrió.

-Me alegro de haber venido.

Sonreí en respuesta.

El elevador se detuvo y abrió las puertas en el tercer piso. Tomó nuevamente mi mano y como si nuestra vida dependiera de ello corrimos por el pasillo. Sam no sabía el número de habitación, pero corría como si lo supiera.

-Sam- dije riendo- es el 321.-Se detuvo y miró alrededor, solo 3 habitaciones más.

Caminamos tranquilos, como si lo que iba a pasar lo hubiéramos planeado en nuestras mentes por mucho tiempo.

Tomé la tarjeta de la bolsa de mi vestido y la deslicé. Sam abrió la puerta y entró primero, detuvo la puerta para que yo pudiera pasar y la cerró con cuidado.

Los dos nos quedamos quietos. No queríamos ni siquiera respirar para no romper el momento.

¿Qué pasaba ahora?

-¿Qué pasa ahora?-pregunté

-Lo que quieras que pase-respondió sin acercarse-podemos tomar vino, ver una película, hacer el amor, despertar juntos.

Apreté los labios por su franqueza.

-¿Qué quieres que pase?

-Grabar tu nombre en el poste de la cama-respondí nuevamente sin pensar.-Eso quiero.

La mirada de Sam ya no era tímida, y me pregunté desde hace cuánto ya no era así. Eliminó la poca distancia que nos separaba y me tomo por las mejillas mientras susurraba en mis labios.

-Entonces eso pasará.

One Shots | Varios|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora