| 34 | Nicholas Hoult

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El respaldo de la banca se siente más rígido de lo que debería. El reloj por alguna extraña razón pesa más contra mi muñeca izquierda. El aire también se siente distinto y hasta un poco más frío que de costumbre. Mis lentes de pronto se sienten sucios cuando no tiene más de quince minutos que los limpie. Incluso creo que el aire huele diferente.

O puede que todo esté igual y yo sea quien percibe las cosas de manera distinta. Estoy prestando atención a los mínimos e irrelevantes detalles de estar sentada en una banca para evitar pensar en lo que va a pasar en cinco minutos.

Tengo cinco minutos para revisar si los tenis blancos siguen blancos,si la paz mundial ya se logró, si el labial sigue en su lugar, si el planeta resistirá cincuenta años más, si el broche del cabello no se ha deslizado un milímetro, si la bolsa de valores en China no se ha desplomado y para revisar si no me han cancelado la cita en el museo.

Pero al parecer todo está bien.

Respiro. Todo está planeado.

Caminaremos por esa enorme puerta de madera antigua. Seguramente me preguntará alguna cosa sobre el clima y si creo que va a llover. Voy a responderle que sí lo creo y seguiremos hasta la taquilla. El se ofrecerá a pagar y yo sólo sonreiré por pena, y porque estoy temblando y no quiero que me vea nerviosa.

Entraremos al museo y recorreremos las salas intercambiando comentarios triviales. Él me hablará de lo mucho que le gustan las esculturas de mármol por la técnica que requiere tallarlas. Eso fue lo que nos hizo venir a este museo y no a los demás.

Yo soltaré algún dato curioso sobre la construcción del museo o de los pintores. Y tal vez saque algunas fotos para tener constancia de este momento. Le pediré que me acompañe a la tienda de regalos para comprar alguna postal o un separador.

Saldremos de ahí hablando sobre el museo y lo que acabamos de ver, tal vez vayamos a la cafetería que está enfrente del museo (esto no lo planee bien).

Muy tarde, ya llegó. Pero no viene solo, una pequeña niña venía colgada de su brazo mientras los dos reían divertidos y se acercaban a la banca. No, esto no lo había planeado.

-Hola- sonrió con esa mirada que derretiría cualquier glaciar- Mi mamá está enferma y no podía dejar a mi hermana sola. Espero no te moleste que nos acompañe.

Negué con la cabeza mientras él acomodaba sus lentes en su nariz. La pequeña niña sonrió mientras se aferraba a la mano de su hermano.

-Yo soy Laurie, la hermana de Nicholas.- habló mientras yo le estiraba la mano para chocar nuestras palmas. Ella sonrió y chocó su mano con la mía.

-Yo soy ________, la amiga de Nicholas.- Esperaba pronto dejar de serlo.

-Bueno, ¿Quién quiere ver arte?- preguntó mientras me levantaba del asiento.

Definitivamente esto no era en nada lo que yo había planeado, pero tal vez sería lo mejor para evitar mis nervios. Nos acercamos a la entrada juntos mientras Laurie se balanceaba en la mano de su hermano. Parecía que se llevaban muy bien y Nicholas debía tenerle bastante confianza para haberla llevado a un museo.

-Puedes quedarte con _____ un momento, voy a pagar las entradas. - Nicholas se dirigió a su hermana mientras soltaba su mano. Laurie asintió y tomó mi mano mientras se acercaba a mi.

Nicholas me miró asustado por la confianza de su hermana pero yo no entendía por qué. Tomé la mano de Laurie y le sonreí mientras ella me veía. Los niños no me volvían loca, pero me agradaban.

-Nick dice que siempre debo tomar la mano de un adulto.

-Claro que sí, nunca debes estar sola en lugares tan concurridos.

One Shots | Varios|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora