—¿Por qué no puedo salir de la habitación? ¿Por hay un hombre parado con una pistola a lado de la puerta? —lo saturo de preguntas al momento que se digna a venir en donde me encierra.
—Hola a ti también —saluda irónico —. ¿Qué cómo he estado? Mal, pero gracias por preguntar.
Se puso en jarra, me pare de la cama y lo imite.
—Quiero salir de estas cuatro paredes, me asfixian.
—Deja que se vaya tu hermano y salimos un rato —menciona cansado, pasa un mano por su cabello y noto ojeras horribles.
—¿No has dormido? —la preocupación me invade, doy pasos hacia él y me alegro porque no se corre, subo mis manos temerosa a su rostro.
Deja que lo toque y cierra sus ojos disfrutando de mis caricias, él enrosca sus manos en las mías sobando delicadamente.
—¿Dijiste que mi hermano está aquí o escuche mal? —río nerviosa, abre lentamente sus parpados dejándome ver el verde apagado de sus iris.
—Trabaja para Bill.
—¿Qué? —retrocedo, sabía que su chaqueta en la camioneta significaba algo —¿En qué trabaja tu padre? ¿Por le dio trabajo a mi hermano?
—Siéntate y te explico —me toma de los hombros llevándome a sentar en la cama, él lo hizo a un lado y entrelazo nuestros dedos—. Mi padre no es un buen hombre, su trabajo es ilegal.
—¿A qué te refieres con eso? ¿Vende drogas? ¿Armas y... todo eso que un mafioso hace? —pregunte sarcástica, jugando, al ver su seriedad tragué saliva.
—También es patrocinador de peleas y carreras. Pero no es de aquí, su fuerte es en Inglaterra, allá es considerado el mejor, un rey de la mafia inglesa.
Asiento no convencida, esto suena muy de un libro o película. Juego con nuestras manos y ahí mantengo la vista para preguntarle lo siguiente:
—¿Tú también trabajas para él?
Di que no, dime que tú no estás metido en ese mundo.
—Lamentablemente al ser su hijo me convierte en un "príncipe", su principal mano derecha y el que hace negocios con otras mafias por sus hijos, sus herederos.
Quiero reírme, suena absurdo, pero me quedo serena. Si él no se ha reído todavía quiere decir que es verdad, no puede ser cierto.
¿En qué te has metido, Ian?
—¿Chris? —elevo mi rostro y alzo ambas cejas—. ¿Ya entiendes por qué te mantengo aquí? Al ser un mundo ilegal lo convierte en peligroso, tenemos enemigos y siempre atacan con lo más preciado que tenemos, en mi caso eres tú, mi talón de Aquiles.
Mis ojos lagrimean sin querer, sonrío débil y me acerco a él. Beso sus labios, me corresponde, trepo a horcajadas y lo hago que se tire.
—Amor, ¿qué haces? —dice entre el beso, me separo a agarrar una bocanada de aire e igualmente retiro mi blusa—. ¿Es en serio? ¿Lo quieres justo ahora?
Asiento, me ve por unos segundos y reacciona sentándose, me toma de la cintura para no caerme y se levanta de la cama, enrollo mis piernas en sus caderas y vuelvo atacar sus labios. Camina conmigo, me pega la espalda a la puerta provocando que nuestros sexos se rocen, suelto un jadeo y apenas escucho como echa cerrojo a la puerta.
—Para que no nos molesten —sonríe cómplice.
—Perfecto —bajo mis besos a su cuello, regresa a a la cama y se deja caer encima de mí, mierda.
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La obsesión de Ian © [✔️]
General Fiction| HISTORIA +18 | Él no temía insertar una bala a sangre fría por mí, su obsesión atravesó cada limite. Nadie podía hacerlo razonar y lo peor, es que soy sólo su hermana.