18 "¡Auxilio!"

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Odio estos vestidos, me asfixian.

Escarlet me dio elegir entre dos colores, rojo sangre o azul marino, me gusto más el azul y eso que los dos eran de la misma tela.

Seda.

El vestido es corto, dos manos arriba de la rodilla, ceñido a mi cuerpo y lo único bueno es que no tiene escotes pronunciados. La parte de enfrente es cuadrada y de tirantes.

No está feo, me corta la respiración por momentos, pero la tela brilla muy bonito.

Lo acompañe con unos tacones negros, maquillaje extravagante que parecía otra mujer y unos hermosos chinos en la cabeza.

Nos llevó mucho tiempo solo el cabello, pero a Escarlet le encanto el resultado.

El ruido de una maquina indicando que el jugador a ganado me trae de vuelta.

Sí, Ian me trajo al casino. Más bien un Hotel-Casino, muy curioso todo.

El estacionamiento es subterráneo, la primera planta es el casino que esta abierto a todo aquel que quiera entrar y la recepción del hotel está en la segunda planta, subes por un elevador bañado en oro y llegas a la parte de las habitaciones.

¿Lo curioso?

Sino tienes una tarjeta especial no puedes subir.

Escarlet no me pudo decir más, Tyler vino hasta nosotros y se la llevo.

Y me quede con las ganas de preguntarle por qué necesitas una previa tarjeta en tu poder para subir al área del hotel.

¿Cómo le hacen para reservar habitaciones si no pueden subir?

Por internet, duh.

Cierto, aunque eso no quita el misterio de cómo les hacen llegar las llaves para el elevador.

¿Paquetería? Existen muchas formas, mensa.

Dios, ya estoy escuchando voces. Pero mi subconsciente tienen razón, ahora en la actualidad de esta sociedad ligada más a la tecnología existen muchas maneras de hacer las cosas.

—¿Otro trago, señorita? —el barman atrae mi atención, miro mi vaso vacío con solo los hielos y asiento.

—Sí, pero sin alcohol, por favor.

Este sonríe.

—De acuerdo.

Se me olvido mencionarlo, también hay área de bar. No hay muchas personas ni es tan grande, pero aquí está y por el momento estoy sola.

Bueno Mike está sentado con una chica en la equina de la estancia sobre un sillón según él cuidándome.

Sino fuera porque Tyler está fuera del Casino me escaparía al teléfono más cercano y le hablaría a Joel.

Hago un puchero, lo extraño tanto.

—Aquí tiene señorita.

—Gracias —digo sin ánimos, sólo por cortesía.

El chico tras la barra me ve frunciendo el ceño.

—¿Qué le sucede? —indaga, volteo a verlo directo—. ¿Cómo es que pueden dejar a una dama tan hermosa plantada?

No sabes nada.

—¡Hey, Cole! —ese grito interrumpe mi habla, giro mi cuello a donde está Mike—. Encárgate de servirle lo que quiera solamente.

—No la estaba molestando —aclara sonriendo, se gira conmigo y me guiña el ojo.

—Y a mi no me va a molestar despedirte.

La obsesión de Ian ©  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora