20 "Ella te odiara a muerte"

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—¿Ya terminaste? —pregunta seco, se acerca a a la cama y sin pudor mete su mano entre mis piernas.

Me quejo por lo brusco que mueve sus dedos en mi zona sensible. Los saca en cuando enseña sus dedos me entran unas ganas de vomitar y llorar del coraje al ver un líquido viscoso blanquecino.

—¿Te gustó? —inquiere, mis ojos se empañan—. ¿O me prefieres a mí?

No le respondí, mi lengua sigue entumida tanto como herida.

—Yo me voy —moví mis ojos a Jake, abrochándose el pantalón—. Lo sie...

Cállate, no te disculpes con esta zorra —lo interrumpe Ian—. Lárgate de mi vista antes de que te muela a golpes.

Le advierte, este se queda dudando viendo del demonio a mí.

No te vayas por favor.

—¿Dónde está Escar? —suspira el chico rindiéndose.

—En el pasillo C.

Asiente y sale de mi campo de visión, el azote de la puerta me hace sollozar.

Ian se sube encima mío, intento moverme. Quiero golpearlo por haber dejado que me tocaran, por haberme violado, por ser el peor hermano del mundo.

—¿Disfrutaste el sexo que te brindaron gratis? —acaricia mi cuerpo, sigo teniendo el vestido medio puesto—. ¿O quieres a Joel dentro de ti?

Niego, sus ojos brillan irradiando enojo.

Gruñe bajo, se agacha a besar mis labios y lo dejo ser. De todos modos no tengo opción de hacer otra cosa.

Pensé que algo más tenía en mente, solo me beso hasta que el oxígeno se le acabó y se levanto. Acomoda mi vestido, sentía sus manos bajar la tela, después jalo de mi pie para cargarme en sus brazos.

—Nos vamos a casa.

Al fin...

Suspiré cansada, mi vida es un asco, extraño a mis padres, al antiguo Ian, quiero que todo vuelva a la normalidad. Cuando todavía tenía la oportunidad de abrazar a mis progenitores, cuando anhelaba una llamada de mi hermano mayor, cuando el amor de mi vida me hacía feliz todos los días.

Lloro en silencio, con mis ojos cerrados y sintiendo al demonio caminar.

***


Estoy acostada en la tina, con Ian tallando mi cuerpo apoyándose en una esponja enjabonada, no dice nada.

Sus facciones están relajadas, hasta diría que dolidas.

—¿Ya te regreso el habla? —inquiere viéndome de reojo.

Carraspeo e intento decir algo.

—Si.

—¿Puedes moverte? 

Corroboro eso moviendo mi pierna hacia arriba.

—Bien —sonríe, avienta la esponja y se incorpora.

Pensé que se iría y me dejaría bañarme sola, pero lo vi suplicante al notar cómo desabrochaba los botones de su camisa negra.

—No, por favor. Ya no más —rogué, hizo caso omiso y dejo caer la camisa.

Comencé a desesperarme, tome el borde de la tina y me senté.

Él ya estaba quitándose el pantalón, hizo un movimiento con su mano que me  asusto y tape mi cara. Al no sentir nada baje mis manos y vi el agua irse.

La obsesión de Ian ©  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora