Mamá nunca dejo de llorar, lo hacía todo el día y no quería comer o tan si quiera que alguien entrará al cuarto. A mí me llego a golpear con un zapato en el hombro gritándome que me fuera.
No quiere que la veamos así, pero tampoco se deja ayudar y pues duermo frente a su cuarto, escucho todo. Me siento mal por no poder hacer nada.
Ahora estoy en la escuela, pasando de clase en clase que se me hace súper largas y aburridas, me dormí en la última, el profe me atrapo y me mandaron a la dirección.
Le hablaron a Ian, él entró un rato a la oficina y me dijo que le explico la razón de mi comportamiento. Estamos de luto, las cosas no andan bien en casa ni conmigo.
—Te dieron permiso de faltar una semana, harás los trabajos en casa y se los mandaras por correo a los profesores.
Me va diciendo mientras conduce a casa, que se ha convertido en mi infierno personal. Van tres noches que se cuela en mi habitación a abusar de mí.
Y sé que es una violación si una de las dos personas no tiene el consentimiento de realizar dicha actividad sexual.
Llegamos a casa más pronto de lo que creí, Ian se baja primero y suspiro antes de hacerlo igual. Camino lento, no quiero entrar, de nuevo presiento algo malo.
¿Qué más podría empeorar?
Ya Joel no me habla, me vio los chupetes y quise explicarle, le supliqué que me dejara hacerlo, pero no quiso escucharme. Se fue enojado, llorando, al menos no dijo nada de que terminamos, pero creo que no necesito decirlo.
Ocupo hablar con él, jamás me atrevería a engañarlo.
No fui yo la culpable de que me hicieran chupetes como si de una posesión me tratase.
Estoy enojada y sentada en el sillón de la sala esperando a que baje el doctor e Ian. Quiero saber cómo sigue mamá.
Por mientras, mi vista está de las escaleras al teléfono, mensaje tras mensaje le envió a Joel, tampoco me ha bloqueado de ninguna parte, sin embargo, no responde.
Aviento el teléfono a un lado, no dejo de mover mi pie de arriba a abajo y pasó desesperadamente las manos por mi cabello despeinándome en la acción.
—De acuerdo, muchas gracias por todo.
—Por nada, Ian. Ya hablé para que vengan a recogerla.
Bajan hablando, me levanto como resorte sin acordarme de mis dolores en el cuerpo que se presentaron y solté un pequeño quejido lastimero.
Me acerco a ellos inexpresiva y se van despidiendo.
—¿Qué pasó? ¿Cómo está mi madre? —inquiero preocupada. Aunque la mirada del doctor no me dice nada bueno.
—Christina, tú mamá no estaba en condiciones muy sanas que digamos —coloca su mano sobre mi hombro y pone cara triste—. Lo del accidente la tenía bastante débil y ella sabía los riesgos que habría si no se cuidaba tal y como se lo sugerí... lo siento mucho, mi más sentido pésame, cuídense chicos. Estaremos en contacto.
Volteo con Ian y él mira para las escaleras, mi pecho se contrae y sin importarme nada subo las escaleras lo más rápido que puedo.
Llego al frente de su puerta, levanto mi mano y enrosco la perilla, trago saliva a la vez que respiro hondo antes de abrir con los ojos cerrados. Tengo que despegar mis párpados.
Yo puedo, mamá va estar bien y me acostaré con ella a abrazarla.
Me convenzo removiéndome inquieta y los abro. Me tapo la boca obstruyendo el grito que emite mi garganta.
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La obsesión de Ian © [✔️]
Ficção Geral| HISTORIA +18 | Él no temía insertar una bala a sangre fría por mí, su obsesión atravesó cada limite. Nadie podía hacerlo razonar y lo peor, es que soy sólo su hermana.