Capítulo 4

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Capítulo 4

Hay una chispa de luz proveniente de los asientos traseros y un goteo de gasolina en alguna parte, y Gerard sabe qué es lo que eso significa. No tiene que gastar tiempo desabrochando su propio cinturón de seguridad puesto que no se lo puso sabiendo que no lo necesita, así que gana apenas unos segundos mientras desata el de Frank. El cuerpo del más chico está flácido como si no tuviera vida, el aroma a sangre que emana de él es tan fuerte que Gerard apenas y puede mantener la cordura para no pegarle los labios y beber de su piel. Se apresura a tomarlo entre sus brazos, rasgados y con cuajos de su propia sangre muerta, y con una fuerte patada logra abrir la puerta que ha sido deformada gracias al impacto.

Una vez fuera todo es una nube de humo y una amenaza de explosión latente gracias a esa pequeña chispa que Gerard sabe que está ahí, pero justo ahora ese no es el mayor peligro. Se escuchan las risas viniendo de todas direcciones y Gerard deja de lado la visión difuminada por el humo, y se concentra en los sonidos.

Agudiza el oído escuchando cada rama quebrándose y cada guijarro al chocar con otros, los sonidos provienen de todas direcciones, y aunque no sepa cuántos son, sabe que está rodeado.

-Aléjense. –Su vos es arrastrada, más como un siseo ponzoñoso de advertencia. Su cuerpo está un poco inclinado hacia enfrente listo para salir corriendo o para atacar, sus dedos crispados lucen como si fuesen garras y ha desenfundado los colmillos en una expresión monstruosa, dejando ver lo que realmente es.

Pero él sabe que esas criaturas no le temerán por ser un vampiro, y también sabe que no es el único de su especie que está ahí. Las risas son fuertes pero difusas gracias a que son transportadas por el viento, son risas enfermas que confundirían a cualquiera: La bruja podría estar a un kilómetro y tú la escucharías como si estuviera a tu lado, o escucharías la risa como si estuviera muy lejos cuando en realidad está frente a ti.

-Booh. –La cara grotesca de una mujer hermosa sale de la nada, posándose a centímetros de la de Gerard. Los ojos del mayor centellan y la mujer se ríe con fuerza, su rostro estando al revés ya que seguramente está flotando de cabeza. Gerard apenas y escucha sus carcajadas como un molesto sonido que debe ser eliminado. Mueve el brazo en un segundo y al siguiente tiene por el cuello a la bruja. La mujer se retuerce y comienza a toser, enterrándole las garras en las manos para que la suelte, pero Gerard no cede hasta que siente sus propias uñas perforando la piel de ella, hasta llegar a su tráquea.

-¡Hey, Gerard! ¡Tranquilo! –El humo comienza a dispersarse y la figurilla delgada de Ryan se deja ver. Gerard le mira y los ojos le centellean mientras arroja la bruja a los brazos del más chico; Ryan apenas y logra cacharla, y ella parece estar muerta. El menor aprieta los labios y deja caer el cuerpo al segundo después. –No tienes que ser tan salvaje. -Pero Gerard sabe que esos 3 grados abajo no son causados por el ridículo vampiro que es Ryan, así que le ignora mientras busca con los ojos la verdadera fuente. Y se encuentra con más mujeres. –Escucha, hay un cambio de planes –dice.- Me encontré con Toro, quiere que lo veas en Munich.

-¿Munich? –Pregunta Gerard mientras cientos de recuerdos de la época del Holocausto le llegan a la mente. Ray Toro también estuvo ahí cuando Pete y él fueron condenados.

-Sí. –Dice Ryan, sus ojos lucen oscuros y mates. –Y quiere que yo me lleve al muchacho. Ha conseguido una audiencia con McCracken. -Y Gerard se pone rígido, sin despegarle la vista a Ryan Ross. El menor sonríe.- El cree que si ganas a McCracken, podrías burlar a Vengeance.

Y eso podría ser verdad: Bert es quien rige y se encarga de la región Alemana del mismo modo en que Vengeance es en Francia y las islas inglesas; Pero mientras el humo se dispersa más y más, Gerard advierte que no son 5 ni 10 brujas las que acompañan esta vez a Ryan Ross, que en realidad hay cerca de 17 y todas parecen sirenas. Caras hermosas, ojos de hielo y todo en ellas es peligroso. Gerard conoce su especie de una manera general, sabe de su capacidad para desvanecerse como si fuese magia, y también es conocedor de su inmensa belleza, tan hostil, tan perfecta, a la cual si te acercar lo suficiente descubrirás que es falsa, que en realidad son grotescas, pero para ese entonces será demasiado tarde y no podrás huir. Pero sobre todo sabe que como Ryan, nada bueno viene de ellas.

Escribo pecados, no tragedias [Frerard] UBPLI1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora