2. La vida anterior a la otra vida
Los caballos son animales impredecibles, no son nobles como un perro, pero tampoco son salvajes como una bestia. Más bien, creo yo, que la libertad que les corre por la sangre les hace ser independientes. Si el caballo no desea ir hacia la derecha, no importa cuántos golpes le des, no irá.
"Escúchame bien, tienes que jalar la rienda al contrario, y mantén las manos y la espalda recta, Patrick, por un demonio."
"¡No tienes por qué ser tan descortés!, ¡Anda y ayúdame!" El caballo jaló su cabeza hacia la izquierda, relinchando, recuerdo haberme estado aguantando una carcajada mientras veía al pobre chico intentar controlar al fuerte animal.
Recuerdo perfectamente los caballos que poseían en la casa, era dos camargueses, un par de percherones y un semental bretón, a mí me tocaba encargarme de domar las crías cuando de estas hubiera, hacía de cochero, y durante un periodo más corto, también me pagaron por enseñar a los mellizos Stump a montar.
El barón, Patrick, había demostrado estar aterrorizado por las bestias desde la primera lección, si el caballo se acercaba para olerlo, él retrocedía con tanta rapidez que terminaba por asustar al animal o caer al suelo; en cambio, Francinne poseía una gracia hermosa para acercarse a ellos, casi como si bailara, y los caballos, por supuesto, siempre fueron sumisos ante ella.
Si mal no recuerdo, era entrado el año de 1729 y el clima en la Francia de ese entonces se parecía más a lo invernal que al verano, el aire era tan frío durante las noches que terminabas gastandote las energías al intentar respirarlo, recuerdo también haber escuchado las noticias que llegaban desde la Gran Bretaña, donde decían haber visto luces de colores en el cielo que anunciaban las próximas desgracias que tomarían lugar en el mundo.
"Utiliza la mano izquierda para sostenerlo, tienes que usar todas tus fuerzas y emplearlas hacia la dirección contraria a la que el caballo busca, así le pondrás una barrera y no podrá moverse, sólo concéntrate"
Patrick tenía 18 años en ese entonces, y su piel lechosa rebosaba en colores rosados a causa del esfuerzo, era esa clase de barones a los que no se les podía clasificar como niños, pero tampoco como hombres, y por más que él quisiera demostrarles a todos que ya era adulto, su torpeza medio infantil siempre le detenía.
"Si te sigues riendo, haré que te despidan, ¿Escuchas, Peter? ¿Escuchas?"
Recuerdo haberme estado riendo de él después de un rato en los que sus esfuerzos eran en vano, el caballo seguía rehusándose a seguir órdenes y buscaba su libertad a toda costa, pero yo no lo culpaba por ello, recuerdo siempre preparar el Bretón para Patrick, y la yegua marrón para Francinne, porque el Bretón era pequeño y arrogante, justo como Patrick, pero con músculos.
Aún puedo recordar la forma con la que mi estómago dolía después de una decena de grandes carcajadas, y recuerdo a Patrick sostenerse con fuerza de las riendas y gritarle órdenes al caballo, como si fuese un perro. Patrick tenía el oro en el pelo y el cielo en los ojos, y a veces, por más que yo quisiera apartar la mirada, no podía dejar de verlo.
"Pete..."
Advertí el temor en la vibración de sus palabras, y entonces vi cómo las narinas del caballo se hinchaban de aire, cómo golpeaba los cascos contra el suelo. Recuerdo escuchar mis propios latidos en ese momento.
"¿Pete?" Su vos temblaba al igual que sus manos, quizá ya prediciendo lo que pronto ocurriría. Me moví con sigilo y bastante cuidado de no perturbar más a la bestia, la cual retrocedió en cuanto di el primer paso. Puse mis manos frente de mí en un intento por tranquilizarlo, pero el caballo relinchando me hizo retroceder. Sentía mi aliento frío, y podía ver el miedo en los ojos de Patrick, y no me gustó.
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Escribo pecados, no tragedias [Frerard] UBPLI1
FanfictionEllos creían que algo como eso jamás había pasado, que los pecados y las tragedias vienen de la mano. Sin excepción. Pero la eternidad es realmente larga, y la inmortalidad realmente eterna, y sería demasiado egoísta asegurar que cosas así no habían...